Usted está aquí: lunes 12 de septiembre de 2005 Deportes Desangeladas actuaciones de Elizabeth Moreno, Fermín Rivera y Juan Chávez

Interesante encierro de La Joya en el decimoquinto festejo en la Plaza México

Desangeladas actuaciones de Elizabeth Moreno, Fermín Rivera y Juan Chávez

La ovación más sonora fue para el noble Talismán

La peor entrada del serial

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Talism� el mejor novillo de La Joya, desaprovechado por Elizabeth Moreno FOTO Rafael S�hez de Icaza Foto: Rafael S�hez de Icaza

Contra lo que ocurre en España, donde si un novillero demuestra que tiene patas para gallo es entrenado, promovido y programado por distintas empresas para llegar a la alternativa con amplias posibilidades de consolidarse en breve tiempo como aspirante a figura, en México el joven que tiene porvenir en los ruedos de inmediato es secuestrado por seudopromotores que lo equivocan, le llenan la cabeza de humo y acaban por anular su potencial e ilusiones.

Por eso en países cuya tradición más sólida es desperdiciar a su gente, no es de extrañar que en el submundo de los toros tampoco logre consolidarse una auténtica figura, no digamos un novillero con imán de taquilla. Mejor celebramos México en la tele.

Pensaba lo anterior mientras veía a los alternantes de la decimoquinta novillada en la Plaza México, Elizabeth Moreno, Fermín Rivera y Juan Chávez, estar sin decir frente a un interesante y bien presentado encierro de La Joya, encaste español de Parladé, que tantos triunfos ha propiciado por plazas de la República.

Fueron novillos con dos características bien definidas de ese hierro: pitones muy desarrollados y en general buen estilo, sobresaliendo desde luego Talismán, corrido en cuarto lugar, y al que mal aprovechó una desconcertada Elizabeth Moreno, mientras el juez Cardona ordenaba arrastre lento a los despojos del noble y alegre animal, así como Brillante, que abrió plaza, y Zafiro, que hizo segundo e hirió en la entrepierna al banderillero Alfredo Ibarra cuando dejaba un par al cuarteo.

Los otros tres novillos acabaron aplomados y soseando en exceso tras el puyazo o en los muletazos iniciales, e incluso el que cerró plaza, estragado y abierto de cuerna, acusó debilidad de remos, rodando por la arena hasta en dos ocasiones.

Elizabeth, ¿reina por un día?

De aquella sensacional novillera que hace casi un año deslumbró a todos con su frescura, colocación, quietud y privilegiado temple, la tarde de su debut en el coso de Insurgentes, a la que vimos ayer, media un abismo, si no justificable, explicable, pero un abismo.

De entrada, los toreros se hacen toreando, y a veces ni así. A Elizabeth se le nota que ha toreado poco y malo, tanto en plazas como en el campo. Ayer se le vio sin sitio, insegura, reponiéndose mucho entre pase y pase, acortando las tandas lo más posible, sin tomarles la distancia ni saber estar en la cara de sus novillos, sin duda el mejor lote, y echando por tierra las expectativas del escaso público, que de milagro no se fue al estadio o al televisor a extasiarse con otro "duelo histórico" Chivas-América. Pero ya se sabe que los enemigos de la fiesta de toros no son ni el Partido Verde ni el fut ni los protectores de animales, sino los taurinos, declarados y los de clóset.

Su primero, Brillante, con 422 kilos, aldinegro y como sus hermanos muy bien armado, recargó en el puyazo y fue banderilleado con elegancia por Christian Sánchez, si bien se acostaba por el lado derecho en cambio se empleaba bien por el izquierdo. Sin embargo la joven Moreno no logró ligar los muletazos ni estructurar un trasteo a la altura. Entre tanta duda fue trompicada sin consecuencias y acabó su labor de dos pinchazos y un descabello. El novillo fue ovacionado en el arrastre y Elizabeth se animó a salir al tercio.

Lo grave vino con su segundo, el citado Talismán (385 kilos), de pelaje berrendo alunarado y brocho de cuerna, que si bien fue de largo al caballo acabó durmiéndose en el peto, llegando a la muleta con calidad y transmisión en la embestida. Hubo tandas de derechazos que por su factura hicieron renacer esperanzas, pero eran sólo dos y Elizabeth, desconfiada, remataba la miniserie. Por eso nunca logró hacerse del astado, al que despenó de lastimoso bajonazo. ¿Rencontrará esta joven novillera el camino que originalmente tomó o se sumará a la ya larga lista de prospectos desperdiciados?

El potosino Fermín Rivera reiteró su oficio y capacidad de tirar de los toros... en tanditas de tres muletazos, con aires de una maestría que aún no posee y sin evitar caer en la insipidez de sus novillos. Y Juan Chávez, con el peor lote, realizó con su primero un quite por gaoneras y una orticina, para con la muleta sumarse al tedio de la tarde. A su segundo, débil y rajado, intentó muletearlo en tablas sin resultados en medio de un aironazo. Compasiva, la lluvia esperó a que doblara ese sexto para entonces dejar caer fugaz aguacero.

 
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