Usted está aquí: lunes 12 de septiembre de 2005 Opinión Deforestación de las zonas costeras

Iván Restrepo

Deforestación de las zonas costeras

Según Ernesto Tristán, especialista del Instituto Oceanológico de Cuba, las costas del Caribe retroceden cada año alrededor de dos metros por la acción conjunta del hombre y los huracanes, los cuales son más intensos debido al calentamiento global. La erosión costera, que se expresa en la pérdida de una franja muy importante de arena de las playas, tiene efecto directo sobre el turismo, principal fuente de ingresos de varios países de la región.

Durante la quinta Convención Internacional sobre Medio Ambiente, celebrada en La Habana, los expertos identificaron una de las áreas que sufre y sufrirá mayor impacto por la erosión: el Caribe de México, donde se ubican Cancún y la Riviera Maya, que se extienden sobre 120 kilómetros de litoral en los que en 2015 habrá más de 100 mil cuartos de hotel y los servicios que exige el viajero que busca sol y playa. Allí México obtiene ahora casi la tercera parte de las divisas por turismo. Sin embargo, antes de que la erosión avance más ya tiene problemas de sostenibilidad debido a la falta de planeación, la desigualdad social y económica, la contaminación y la destrucción de ecosistemas, como los manglares.

También en Italia la erosión acaba con las playas. Estudios recientes afirman que es de un metro cada año. A lo anterior se une una práctica común en México: la cesión a particulares de las mejores playas, lo que dificulta su uso a los ciudadanos que se ven obligados a pagar por disfrutar de ellas. La organización ecologista Legambiente ha iniciado una campaña para obligar al gobierno italiano a tomar medidas que impidan la privatización de lo que siempre ha sido espacio público.

En Portugal las cosas pintan igualmente mal en la zona costera luego de que en tres años los incendios acabaron con más de 700 mil hectáreas de bosques. La falta de cubierta vegetal tiene un efecto muy negativo en el clima y los ciclos del agua, y propicia la erosión de extensas áreas antes cubiertas de árboles. Disminuye la capacidad para retener el agua de lluvia y con ello regular su flujo en su ruta hacia los ríos y demás corrientes que desembocan en el mar. Hay empobrecimiento de los suelos y azolve de las cuencas hidrográficas, presas y otras obras de almacenamiento. En Portugal será más difícil abastecer de agua a los millones de habitantes que en las últimas tres décadas abandonaron aceleradamente el campo para ir a vivir y trabajar en los pueblos, ciudades y áreas industriales del litoral, donde hoy se encuentra 80 por ciento de la población. Pero esa ocupación territorial adolece de la mínima planificación, ignora el aumento del nivel del mar y los desajustes ambientales que se registran tierra adentro por la pérdida de los bosques. Es el precio que el país nunca debió aceptar y ahora paga por disfrutar una falsa modernidad, apunta, José Gil, profesor de la Universidad Nova de Lisboa.

Mientras a la tragedia de sus bosques Portugal agrega una grave crisis política, económica y social, en México se comprueban las ventajas de pertenecer a un mismo partido político a la hora de evaluar los daños ambientales, como los que ha causado el gobierno de Jalisco al construir la carretera de la costa que incluye los tramos de Mascota-Puerto Vallarta, Talpa-Toamtlán y Villa Purificación-Chamela.

Las autoridades del estado que gobierna el panista Francisco Ramírez no realizaron los estudios ambientales ni recabaron los permisos necesarios para ese tipo de obras. Como fruto, resultaron afectadas extensiones de selva costera y bosque templado y frío que albergan importante biodiversidad. Según el procurador federal de Protección al Ambiente, el panista Ignacio Loyola, todo se debió a que "falló el conocimiento de las leyes ambientales y son las ganas de hacer las cosas rápido", quien demuestra así su ignorancia sobre los efectos negativos de la deforestación en la zona costera y por qué parte de la obra pública realizada durante su gestión como gobernador de Querétaro se viene abajo: por mal hecha y por corrupción. Nadie mejor que él entonces para aplicar la ley y sancionar a quienes depredan los recursos natura-les y la zona costera del país.

 
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