Usted está aquí: lunes 12 de septiembre de 2005 Política Crece la desconfianza hacia la clase política, advierte la Iglesia católica

El presidente del Episcopado pide a gobernantes no llevarse la "tajada del león"

Crece la desconfianza hacia la clase política, advierte la Iglesia católica

ALMA E. MUÑOZ

El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), José Guadalupe Martín Rábago, afirmó que México necesita de gobernantes con un profundo sentido de la justicia social, "que sepan ser solidarios con un pueblo empobrecido, para no distribuir de manera desproporcionada los recursos llevándose la tajada del león mientras hay tantos que viven situaciones de verdadera pobreza".

Mientras tanto, el cardenal Norberto Rivera Carrera dejó en claro que a los obispos se les prohíbe, por derecho canónico, apoyar a candidatos o partidos políticos, pero no descartó que se emitan mensajes a propósito de las contiendas electorales.

En consonancia, el periódico de la curia metropolitana consideró que la desconfianza ciudadana hacia los políticos crece, lo cual puede "traducirse en abstencionismo, desinterés (sic) y falta de participación de los electores".

El editorial de Desde la Fe reprobó que la política sea una "actividad de rijosos, que pone el mal ejemplo para todos, pasando por alto las leyes y dejando fluir recursos de dudoso origen" para impulsar cuantiosas campañas "para fines tan efímeros" como elegir candidatos presidenciales de los partidos políticos.

Cuestionó que se utilicen frases y discursos para ganarse la confianza de la ciudadanía mientras en "los propios partidos se echa mano del desprestigio y hasta de la calumnia contra los adversarios, con tal de ganar de terreno, en el más burdo de los montajes, incluyendo métodos violentos y vergonzantes (sic) que han llegado incluso a los insultos y la intimidación con tal de imponerse un grupo sobre otro para manejar procesos internos. Nos hacen recordar el viejo estilo de arrebatar el poder por la fuerza, que creíamos que ya estaba desterrado en nuestro país".

Durante su homilía, el arzobispo primado de México cuestionó "la venganza y la violencia" que privan en el mundo. "Nos ha tocado vivir en una civilización tan dura que a veces uno piensa que ya sería mucho que cumpliéramos la ley del talión, la que prohíbe vengarse más allá del mal recibido. Nuestra época ha sido testigo de guerras mundiales, de innumerables conflictos civiles, de continuas guerras regionales y de una violencia social donde la crueldad y la barbarie parecen no tener límites", indicó.

Más tarde, en entrevista, el cardenal Rivera Carrera aclaró que los jerarcas católicos "no entraremos nunca a políticas de partido, pero entraremos a formar la conciencia, a ayudar para que México progrese". Planteó que se les impide estar en "facción política alguna. Somos simples espectadores". Recordó que ése fue el mensaje que recientemente les envió el papa Benedicto XVI.

Por su parte, en León, Guanajuato, el presidente de la CEM insistió en que el país necesita de verdaderos servidores públicos, personas "comprometidas honestamente para ayudar a crear un ambiente que nos permita mejorar las condiciones económicas en que se vive. En ese sentido, favorecer el crecimiento económico para tener una mayor cantidad de empleos y mejor remunerados"

Se necesitan, subrayó, personas "que tengan sensibilidad para vivir con austeridad. La palabra servicio significa entender la política como una manera de poner el bien común por encima del bien particular o del pequeño grupito. Y esto en la historia del ejercicio político del país no lo hemos alcanzado totalmente".

Rechazó que la religión católica se sienta "cobijada" por el gobierno federal.

Ayer, en la Catedral Metropolitana, se recordó la solidaridad que suscitaron los sismos de 1985. Estuvieron presentes el cardenal Ernesto Corripio Ahumada y los sacerdotes Enrique González Torres y Manuel Zubillaga, quienes coordinaron la ayuda de la arquidiócesis en aquellos momentos.

El cardenal Norberto Rivera anunció que el 19 de septiembre, a las 7:19 horas, tocarán las campanas de la catedral durante cinco minutos en señal de duelo.

 
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