Usted está aquí: lunes 5 de septiembre de 2005 Deportes Huellas...

José Cueli

Huellas...

Las corridas de toros se borran. Se borra la huella de la que el contorno formaba una imagen. Los aficionados con el deseo secreto de dejarse más que una huella, la de una ausencia, una ausencia de huella, una especie de hueco. Los viejos que asistimos a las corridas desde niños estamos perdidos. El toreo hoy día es otra cosa y los cabales estamos borrados.

Sólo nos queda a los de "toda la vida", mostrarnos lo menos posible. Con su dosis de coraje. Una sensación aguda de molestia, de aburrimiento. En espera de ese instante imprevisible de los grandes que fueron en el toreo. El instante que viene a nosotros para contarnos el soplo. La pared que parece desplomarse. El huracán que nos borra. Y en el fondo la visión suprema de un instante siempre instantáneo.

Las corridas de toros desaparecen como parte de nuestra cultura. Los toros ya no interesa sean agresivos, fieros, encastados. La nueva afición, los toreros piden el "toro artista" los ganaderos los complacen. Aparece el "toreo ballet" cuya cabeza actual es el torero valenciano Enrique Ponce. Pero... Ese pero, los públicos abandonan las plazas y se desplazan a los estadios de futbol.

¿Dónde ese relámpago único, de deslumbrante porvenir? La espera inútil de ese toro de encastada nobleza, bravo con los caballos, al que hay que parar, templar y mandar. Mientras solo queda estar de lado, guardar la sombra de lo que fue el toreo, al margen.

 
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