Usted está aquí: sábado 3 de septiembre de 2005 Cultura Valsean volando, vienen de Viena

Valsean volando, vienen de Viena

Para nadie es novedad que la cultura es una suma de influencias, interconexiones y dinámicas que obedecen a fuerzas invisibles, como un vasto sistema de vasos comunicantes. Lo que sí es novedad es el disco titulado El vals, éxtasis y misticismo (Deutsche Gramophon, Archiv Produktion), grabado por el conjunto especializado en música árabe Sarband y la orquesta de cámara experta en música antigua Concerto Köln, que muestra con claridad, belleza y transparencia ese sistema interno de conexiones entre los mundos occidental y oriental, en particular la música otomana, que influyó de manera determinante en compositores como Mozart, Beethoven y fundamentalmente en los austriacos Lanner y la familia Strauss en lo que el mundo occidental hoy día conoce como vals, esa experiencia lúdica, sensual, sexual; ese estallido de energía humana y cósmica.

El disco hermana, hilvana música de Mozart con música de Beethoven con música de Lanner con música de Strauss con música de Hamamizade Ismail Dede Efendi (1778-1846) con música de Abdi Efendi (1787-1851) con música de Demetrius Cantemir (1673-1723).

El primero de los cinco capítulos de este disco prodigioso se titula ''Dede el europeo/ Mozart el turco" y hace referencia a un disco que en un Disquero anterior recomendamos con júbilo: Mozart el egipcio, un prodigio.

Comienza el disco que ahora nos ocupa con la coda de la sexta Danza alemana de Wolfgang Amadeus Mozart, a cargo del conjunto alemán Concerto Köln, y se enlaza con la música turca que ejecutan los maestros de Sarband y enseguida la primera de las obras de Hamamizade Isamil Dede Efendi, para muchos conocido como ''el Mozart turco", así como hay un Mozart turco para muchos melómanos y es el autor de la ópera El rapto del serrallo, de una sonata para piano con el célebre pasaje ''a la turca" y autor de seis danzas alemanas que contienen rastros evidentes turcos, como un hermanamiento cultural a toda prueba.

Mozart respetaba y admiraba tanto a Dede Efendi, que para referirse a él decía que este autor turco escribía ''óperas para ángeles". Efendi, a su vez, vivió una larga temporada con una comunidad derviche en Estambul, de la que fue líder, que es el significado de la palabra Dede. En estas obras está capturado el vuelo hipnótico de oruga de las danzas derviches, esa música ritual que purifica.

El segundo capítulo se titula ''De Viena al imperio otomano" y combina música de Joseph Lanner (1801-1843), ese gran creador de valses vieneses embriagadores de placeres carnales, ese sublime encantador de epidermis, con la sensualidad arrobadora, la fuerte energía sexual de la música otomana.

El tercer capítulo se titula ''Competencia musical a la turca" que se desarrolla, en estaaaa esquinaaaaa, de 85 kilos y mucha sorderaaaa, el fajador Ludwig van Beethoveeeeen, y en esta otraaa, de 55 kilos y vaporoso turbanteeeee, el habilidoso Cantemiiiiir, quien se lleva la pelea por decisión unánime.

El cuarto capítulo, ''Olas del Danubio", contiene harto champán con valses de Johann Strauss padre. El último capítulo es el subtítulo del disco: ''Misticismo y éxtasis" y recapitula toda la carga erótica, el encanto espiritual, cósmico y ritual, místico de la música en ritmo de tres por cuatro.

La vibración cósmica de los valses rituales turcos y derviches y vieneses trasciende entonces las barreras culturales y establece una armonía espiritual que conduce a la sensación de pérdida del desarrollo lineal para conducir a un estado ingrávido, un estar quieto y al mismo tiempo en movimiento, en armonía cósmica con el tiempo suspendido, atrapado en un solo compás trinitario, cíclico, que conduce al infinito.

Pablo Espinosa

 
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