Usted está aquí: sábado 3 de septiembre de 2005 Opinión Cuauhtémoc, opción para el 2006

Enrique Calderón A .

Cuauhtémoc, opción para el 2006

Luego de cuatro gobiernos comprometidos y decididos a instrumentar el modelo neoliberal de la globalización impuesto desde el exterior, sin importar sus efectos sobre la economía nacional, el país se mantiene sumido en el empantamiento económico, en un clima de inseguridad y de surgimiento de la economía informal como única opción de supervivencia, no obstante las enormes riquezas naturales, culturales y sociales de las que México dispone.

Las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, 1994 y 2000 estuvieron sustentadas en la necesidad de cambiar el rumbo, para sacar al país de la crisis en la que cada día se sumía más. La congruencia y la solidez de sus argumentos lo convirtieron en el enemigo acérrimo del sistema, que lo atacó y lo denostó como no se había hecho en toda la historia de México (quizás con la excepción de Miguel Hidalgo).

En 1988, el sistema le robó el triunfo electoral, mediante la alteración burda de los resultados, en uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia. En 1994, la campaña en su contra se hizo mediante la generación de un clima de miedo, de la utilización de la calumnia, de la falta de ética en los medios y de la utilización de todos los recursos económicos de los que el gobierno de Carlos Salinas disponía; poco sirvieron entonces los mensajes de Cárdenas denunciando el engaño del que el país entero estaba siendo objeto.

Unos cuantos meses después los engaños de Salinas quedaron al descubierto, Zedillo se vio obligado a pagar los platos rotos y el país sufrió una de las más graves crisis de su historia, dándole la razón a Cárdenas, cuya imagen política creció ante la sociedad entera. Esto resultaba inaceptable para quienes dirigían al país, por lo que una nueva estrategia de descrédito fue instrumentada en su contra.

En el proceso electoral de 2000, Cárdenas se decidió a participar nuevamente y por las mismas razones de las ocasiones anteriores; la necesidad de que el país saliera de la crisis en que seguía atorado a consecuencia de la continuación de las políticas neoliberales, impuestas ahora por Zedillo.

En esa tercera ocasión la estrategia utilizada en su contra fue totalmente distinta. Sabiendo que tanto el modelo neoliberal aplicado por el gobierno de Zedillo como el PRI, en su calidad de partido gobernante, estaban en completo descrédito y no resistirían nuevamente un embate de Cárdenas, los grupos del poder optaron por la creación de un cuento que la sociedad mexicana pudiera comprar; este fue el cuento de un ranchero simpático, mal hablado, que decía buscar la salida del PRI de Los Pinos, y que proponía un cambio, sin especificar a qué tipo de cambio se refería. Una fortuna de dimensiones y orígenes desconocidos fue utilizada en su promoción. Los mensajes de Cárdenas fueron nuevamente desestimados por la sociedad, y su rechazo a establecer una alianza con Fox, poco entendida.

Muchos, pero no todos, entienden ahora que la derrota de Cárdenas en 2000 fue también una derrota para México; bastaría con analizar lo que ha sucedido en estos cinco años para tomar conciencia de ella y de la dimensión del engaño de que fue objeto la sociedad mexicana.

En estos años transcurridos a partir de 2000 Cárdenas ha continuado trabajando calladamente, elaborando un proyecto de nación sólido, mesurado, que indique el camino que debemos seguir para cambiar nuestro futuro, con la idea de que se pueda aplicar a partir de 2006.

Para su aplicación no sólo se requiere ganar la Presidencia en las elecciones de 2006, sino contar con una mayoría política incluyente, desde una posición de izquierda.

Los riesgos de que el país persista seis años y aún más en un escenario neoliberal son muchos. Ninguno de los aspirantes a la Presidencia de la República (incluido López Obrador) resulta confiable; algunos porque sus inclinaciones políticas, su pasado o sus nexos con gente cuestionable no son claros, otros porque sí lo son, y sabemos hasta dónde pueden llegar a perjudicar al país. La imagen de Cárdenas es distinta: su compromiso con la nación, su capacidad de conciliación, su vocación de estadista y su honestidad son conocidas y aceptadas por amplios sectores de la sociedad, de ello da cuenta su posicionamiento actual, aun antes de cualquier actividad proselitista.

Sin analizar debidamente la situación nacional y sus requerimientos de cambio, los actuales candidatos o aspirantes a la Presidencia recorren el país vendiendo su imagen y haciendo promesas que más pronto que tarde se llevará el viento.

Harían bien los simpatizantes de López Obrador y de los otros aspirantes en no repetir el error de 2000 dejándose llevar por su entusiasmo. México no puede ni debe ser derrotado otra vez en 2006.

 
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