Usted está aquí: domingo 21 de agosto de 2005 Mundo Kirchner rechaza presión derechista para reprimir protesta de piqueteros

El tema entra de lleno a la campaña electoral argentina

Kirchner rechaza presión derechista para reprimir protesta de piqueteros

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires 20 de agosto. Atrapado por la campaña de grupos piqueteros (desocupados) que pusieron al rojo vivo la situación en esta capital a lo largo de esta semana y las fuertes presiones de la derecha para reprimir, así como el descontento popular por los constantes cortes de calles, el presidente Néstor Kirchner acusó de "provocadores" a los líderes de izquierda radical que encabezaron las acciones últimas y advirtió a los dirigentes derechistas que seguirá actuando en los márgenes de la ley.

"No voy a repetir esta historia (de la represión), prefiero pagar todos los costos políticos que haya que pagar, pero creo en la ley, en las instituciones, en la democracia y no debo caer en ninguna provocación", declaró.

Durante estos días se mantuvieron movilizaciones de los llamados piqueteros duros y ante la sucesión de bloqueos de calles y entradas a la capital, la semana terminó con una fuerte irritación de diversos sectores.

El mandatario sostuvo que se ha desviado el eje de la protesta original y que en estos momentos se trata de "partidos de ultraizquierda que toman calles y plazas tratando de decir que representan el conflicto social", y son "absolutamente funcionales a los grupos de derecha que dicen que acá hay que reprimir".

Kirchner defendió la decisión oficial de no reprimir, pero hay temores de que en cualquier momento se llegue a una situación muy grave. A la vez que demandó la actuación de la justicia en los marcos de la ley, advirtió sobre los "grupos que quieren especular" con el conflicto social y dicen que el gobierno "no tiene autoridad", recordando que esos sectores de la derecha tienen "sobre sus espaldas la responsabilidad" de que se haya llegado a estas situaciones.

La embestida de la derecha y sus varios medios de comunicación masiva, llamando al gobierno a reprimir, llegó a punto tal que el candidato de ese sector en la provincia de Buenos Aires, Ricardo López Murphy, dirigente del partido Recrear, denunció una "actitud cómplice del gobierno hacia los piqueteros (...) porque por un lado se queja de las protestas y por otro los incluye en la lista del Frente para la Victoria (oficialista) y hasta son voceros del gobierno".

Desde su punto de vista el problema se soluciona si se baja el desempleo, la ayuda social se distribuye en forma "anónima" (directa), para terminar "con la manipulación de las organizaciones piqueteras y los punteros (referentes) políticos" y que el gobierno haga "cumplir las leyes, no con mano dura, pero impulsando la actuación de jueces, fiscales y policías, como corresponde". Asimismo, acusó al mandatario de "no hacerse cargo de sus responsabilidades" y de "sembrar vientos y cosechar tempestades".

Así el tema piqueteros entró de lleno a una dura campaña electoral con miras a las legislativas de octubre cuando está aún en el aire la reunión entre el ex presidente Carlos Menem (1989-1999) y su ex ministro de Economía Domingo Cavallo, hace dos días, donde se dejó ver que iban a compartir una lista común en la capital, para las legislativas, con la promesa de "llevar a Argentina hacia el primer mundo".

Como "chiste viejo pero malo" tituló ayer Página 12 este encuentro, lo que refleja el pensamiento de la mayoría de los argentinos, especialmente los que a finales de 2001, después del estallido nacional, hicieron huir a Cavallo -responsable desde sus tiempos de funcionario de la dictadura-, acusado de haber llevado al país a la mayor crisis de su historia.

Menem, quien asegura que Kirchner no terminará su mandato y lo acusa de "terrorista autoritario", es candidato a senador por su provincia, La Rioja, en las listas de la derecha justicialista que él representa hoy.

Acusado de graves delitos de corrupción, pero "salvado" una y otra vez por una justicia que él supo armar en su tiempo, no sólo a nivel de la Corte Suprema, que ya cambió, sino de la "siembra" de jueces adictos, el desesperado intento de Menem por retornar a la política aparece como el mayor símbolo de lo que no se fue, a pesar de la gran demanda popular de finales de 2001 de "que se vayan todos".

"La convertibilidad que introdujo al país en el primer mundo, junto con el mayor gesto de amor y reconciliación (con los poderosos), los indultos, han dejado una huella indeleble en la memoria de los argentinos", asegura a Menem y Cavallo "una respuesta electoral unitaria en la ciudad, es decir, algo más de uno por ciento", analiza con ironía el periodista Luis Bruchstein.

En el mismo escenario de la lucha electoral, donde hay más de 30 partidos en la capital y unos 800 en el país, las alianzas que se hacen para armar listas, que unen el agua con el aceite, sorprenden a la ciudadanía, que creía imposible esta decadente vuelta al pasado.

Menem y Cavallo fueron la dupla esencial para armar la ingeniería del proyecto neoliberal, y se jactaban de haber cumplido al pie de la letra con los mandamientos del Consenso de Washington de los años 90, lo que dejó una de las mayores tragedias sociales.

En tanto, continúan diversos conflictos laborales, y una huelga liderada por un dirigente de los sectores "duros" de la izquierda en el Garrahan, el mayor hospital de niños del país, provoca debate y visiones encontradas. Aunque se respeta la demanda de aumento salarial, varios sectores estiman que "esto no se resuelve con tres paros por semana. Ningún hospital puede soportar paros por tiempo tan prolongado, porque llevan irreversiblemente a su destrucción", dijo un grupo de trabajadores del hospital, al considerar que existen posibilidades de negociación.

Todo está en debate aquí, cuando la campaña electoral toma visos de duros enfrentamientos y son escasas las propuestas a una población desinteresada.

 
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