Rabietas y altanería dejan sin seguidores a Rusell Crowe
Sydney, 16 de agosto. Hace cinco años, las entradas para el primer concierto en Estados Unidos de la estrella de Gladiator, Russell Crowe, y su banda de rock 30 Odd Foot of Grunts se vendían en cientos de dólares tras el éxito de la cinta épica, que dio fama mundial a este tipo duro nacido en Nueva Zelanda. A principios de año, los que llenaron la platea en un club de Sydney, donde Crowe cantó canciones de su álbum en solitario My Hand My Heart, eran más familiares y amigos que fans acérrimos. El contraste no podía ser más fuerte: un concierto con las entradas agotadas en Austin, Texas, y una actuación en el Vanguard, un pequeño local en la ciudad donde creció el artista. Crowe estuvo en la cumbre tras ganar un Oscar con Gladiator en 2000 y ser elogiado por la crítica al año siguiente por A Beautiful Mind. Pero ahora a algunos les preocupa que se encuentre en un momento bajo, debido a su actitud fuera de la pantalla y una apreciación altiva de sus propias facultades. Cinderella Man, la película por la que ha sido elogiado por su retrato del boxeador Jim Braddock durante la época de la Gran Depresión, no ha funcionado bien en taquilla y algunos han sugerido que se puede deber a sus rabietas fuera de la pantalla. Los australianos, que en su momento aclamaron a Crowe como uno de los suyos, ahora parecen más felices de pensar en él como un intruso neozelandés. La lista de vips de Sydney que peleaban por una invitación a la boda de Crowe, en 2003, con la australiana Danielle Spencer, fue muy pequeña para el concierto de Vanguard.
Dpa