Editorial
El anquilosamiento del sindicalismo mexicano
Ayer martes, el dirigente de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal, Joaquín Gamboa Pascoe, fue electo secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la principal central obrera del país. Gamboa Pascoe, de 78 años, es el sucesor de Leonardo Rodríguez Alcaine, quien falleció el sábado pasado, y ocupará dicho cargo hasta 2010. El mismo día, Víctor Fuentes del Villar, de 68 años, fue electo secretario general del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), uno de los gremios más poderosos del país, afiliado a la CTM. Fuentes del Villar era el titular de la secretaría del trabajo del SUTERM y releva a su tío Rodríguez Alcaine, quien ocupó ese puesto durante 30 años. Ambas sucesiones son expresión de la continuidad de un modelo sindical anacrónico, corporativo, gerontocrático y corrupto que nada ofrece a una democracia en vías de consolidación.
Gamboa Pascoe tiene larga trayectoria como operador de los gobiernos priístas en el ámbito sindical y, en ese contexto, no ha tenido reparos en conjugar su actividad de representante de los trabajadores con su carrera política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI): ha sido senador, dos veces diputado federal y secretario del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido (1968-1970). Cabe preguntarse si su actividad sindical no se contraponía con su quehacer político. Su reputación deja mucho que desear, pues ha sido el centro de escándalos de corrupción. En 1988 se le acusó de promover irregularmente la construcción de 50 mil viviendas del Infonavit, entidad que aportó recursos a empresas vinculadas con Gamboa Pascoe, como el Grupo Industrial Araña, que edificó las casas en terrenos propiedad del líder sindical.
En tanto, Fuentes del Villar es otro ejemplo de un sindicalismo anquilosado y sin representación real entre los trabajadores, ya que prácticamente heredó el cargo de su tío. En su primera conferencia de prensa el nuevo líder del SUTERM reconoció que toda la dirigencia de dicho sindicato "está unida en torno a la figura de Rodríguez Alcaine", lo que deja entrever que no habrá cambios sustanciales en su gestión al frente de esa central obrera y que continuará con la línea de su pariente y predecesor.
La inmovilidad del sindicalismo mexicano y su relación histórica con el PRI también quedaron en evidencia cuando ambos dirigentes anunciaron su apoyo a la precandidatura de Roberto Madrazo en la contienda interna priísta. Este respaldo revela que tanto la CTM como el SUTERM aún son correas de transmisión al servicio de un partido político.
Todo ello hace patente la necesidad de una profunda reforma del sindicalismo nacional para acercarlo a las prácticas democráticas.
No es posible que un organismo encargado de velar por los intereses de los trabajadores mantenga una estructura cerrada que perpetúa el protagonismo de viejos líderes, los cuales acaparan los puestos de responsabilidad. Cabe recordar que antes de Rodríguez Alcaine la CTM fue encabezada por Fidel Velázquez durante 57 años, un récord mundial.
Lo más grave de esta situación es que el gobierno de Vicente Fox, olvidando sus promesas de cambio y democracia, prefirió aliarse con este sindicalismo de viejo cuño en vez de favorecer la renovación de las centrales obreras. De esta manera, con las sucesiones de Gamboa Pascoe y Fuentes del Villar al frente de la CTM y el SUTERM, respectivamente, la modernización del movimiento sindical quedó como una tarea pendiente para futuros gobiernos y líderes obreros que verdaderamente se ocupen de defender a los trabajadores y sus derechos.