Usted está aquí: martes 9 de agosto de 2005 Política Desarrollo nacional vs. feudos locales

René Drucker Colín

Desarrollo nacional vs. feudos locales

Algunos países como Corea, Taiwán y últimamente India enfocan sus esfuerzos y prioridades en el desarrollo económico, mientras otros, como Egipto y Siria, andan distraídos en establecer feudos locales. Nuestro país desafortunadamente anda más entretenido en esto último que en lo primero. Un ejemplo reciente son los millones de pesos que usaron los dizque pre-candidatos del PRI en anuncios de promoción hacia su persona con mensajes tan vacíos de contenido que seguro ni sus familias les creían. El costo de todo esto lo pagamos todos con nuestros impuestos, sin que a nadie se le pregunte si estamos de acuerdo en pagar tanta oligofrenia. La tragicomedia seguirá y seguro que continuará costándonos muchos pesos.

Me refiero a este evento en particular, pero hay muchos otros, igual de costosos e inútiles, que en nada contribuyen al desarrollo nacional, sino al contrario, sumergen a México aún más en el subdesarrollo. Un ejemplo de esto es si comparamos a México con China. Hace una docena de años, si a un observador externo se le hubiera preguntado cuál de los dos países estaba mejor posicionado para un futuro exitoso, seguramente hubiera apostado por México. Razones de sobra. Nuestro país está pegado a Estados Unidos, la economía más poderosa del mundo, y a principios de los noventas firmó un Tratado de Libre Comercio, lo cual nos hubiera colocado como plataforma frente a otros países latinoamericanos. México, teniendo grandes y variados recursos naturales, entre otros petróleo, generaba enormes ingresos económicos (todavía hoy).

Por otro lado China, un país a miles de kilómetros de distancia de Estados Unidos, con enorme sobrepoblación, pocos recursos naturales y un legado de 50 años de régimen comunista. En 10 años, a pesar de su distancia, China está cada vez más cerca de Estados Unidos económicamente y México, a pesar de su cercanía, cada vez más lejos. China se volvió la liebre y México la tortuga. ¿Por qué?

Aunque seguro que el progreso chino es multifactorial, sin duda uno importante es sin duda su sistema autoritario. El Estado chino puede ordenar reformas de arriba hacia abajo, tiene instituciones públicas fuertes y respetadas, y una burocracia que promueve a sus miembros con base en el mérito. Hay conciencia cívica y respeto hacia lo público y el gobierno lo reconoce.

México, por otro lado, pasó de una dictadura de un solo partido a un sistema pluripartidista, indudablemente deseable desde el punto de vista democrático, pero que ha desembocado en la ausencia total del interés nacional a cambio de enfocarse en paternalismos partidistas e intereses locales o de pequeños grupos con niveles deplorables de discusión y grandes barreras mentales. China ganó la carrera a México (y desde luego a otros países también), no tanto por su mano de obra barata (aunque contribuye), sino más bien porque nuestro país no ha podido capitalizar sus éxitos ni reformarse.

Asimismo, China e India han enfatizado como prioridad la educación superior y la ciencia, y mientras en esas naciones se actúa sobre eso, en México sólo se habla de eso, sin llevar a cabo acción alguna que permita crecer en esos rubros.

Pero dentro de toda esta situación mexicana posiblemente lo más grave sea el lastimoso nivel del debate político. Entre la corrupción y el bajo nivel político nacional no es de extrañar que no haya ni reformas ni planteamientos para hacer que México eleve su nivel de competitividad entre las naciones en lugar de que disminuya como ocurre.

No es suficiente la democracia, hay que saber ejercerla responsablemente y aunque "el futuro le pertenece a la gente común", como decía Giuseppe Mazzini, influyente nacionalista liberal del siglo XIX, también hay que mostrar capacidades para gobernar con responsabilidad y saber cómo se deben generar las condiciones para que precisamente la gente común pueda hacer buen uso de su futuro.

 
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