Usted está aquí: domingo 24 de julio de 2005 Opinión Otra víctima inocente en la guerra contra el terror

Editorial

Otra víctima inocente en la guerra contra el terror

La lucha contra el terrorismo se ha cobrado la vida de un inocente. El viernes pasado, la Policía Metropolitana de Londres mató en un vagón del Metro a un brasileño residente en Gran Bretaña. Si bien en un inicio las autoridades creían que el hombre era uno de los sospechosos de perpetrar los atentados ocurridos el día anterior en el citado sistema de transporte colectivo, después la policía reconoció que no estaba vinculado con esos ataques y lamentó la tragedia. Este caso demuestra que en la guerra contra el terrorismo emprendida por el presidente estadunidense, George W. Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, el respeto a los derechos humanos es una víctima más.

Jean Charles de Menezes, un electricista de 27 años que vivía en Londres desde hace cuatro años y quien contaba con residencia legal, murió en circunstancias confusas, y hay testimonios que apuntan a que hubo un uso excesivo de la fuerza por parte de la policía. Según Scotland Yard, el brasileño fue visto saliendo de una vivienda vigilada por la policía ante la sospecha de un posible vínculo con los atentados del jueves 21. De Menezes fue seguido hasta la estación de Stocwell, donde se saltó las barreras de acceso para no pagar su pasaje y se echó a correr, momento en que agentes vestidos de civil lo persiguieron y le ordenaron detenerse; el brasileño ignoró las advertencias hasta que fue muerto a tiros. Tras el incidente, el comisionado de Scotland Yard, Ian Blair, declaró en conferencia de prensa que De Menezes se resistió al arresto y que estaba relacionado con la investigación de los recientes ataques.

Sin embargo, varios testigos aseguran que el brasileño corrió hacia un tren hasta que tropezó, ya dentro de un vagón. Entonces, los policías "lo empujaron al suelo y le dispararon cinco balazos" a quemarropa y en la cabeza, dijo Mark Whitby a la BBC. "Parecía un zorro acosado. Estaba petrificado", agregó. La premura con la que actuaron los agentes podría deberse a un cambio en los parámetros de la policía inglesa para usar fuerza letal a raíz de los atentados del 7 de julio. Antes de esa fecha, los uniformados sólo podían disparar como último recurso y para inhabilitar a un sospechoso. Pero ahora, los agentes pueden tirar a matar en caso de enfrentarse a un presunto terrorista suicida. Al respecto, cabe señalar que el brasileño vestía un grueso abrigo, por lo que los uniformados consideraron que podría portar explosivos. Así, queda claro que las medidas de seguridad contra el terrorismo presentan graves fallas, ya que permiten que un hombre sea abatido por la manera en que viste, su apariencia física ­varios testigos describieron a De Menezes como de origen asiático­, o por una nimiedad como no pagar un boleto de Metro.

La muerte del sudamericano también pone en evidencia que la guerra contra el terrorismo ha permitido la violación de los derechos humanos e ignorar las leyes internacionales sobre la materia. Como sostuvo la cancillería brasileña en una nota diplomática enviada al gobierno británico, la lucha contra este flagelo debe darse "dentro de las normas internacionales, inclusive las del respeto a los derechos humanos".

Asimismo, este caso y otras violaciones a las garantías fundamentales ­como en las cárceles de Abu Ghraib y Guantánamo, así como los oscuros incidentes en los que soldados de Estados Unidos han disparado contra civiles en Irak y Afganistán­ demuestran que la lucha contra el terrorismo no debe basarse solamente en medidas policiacas. En ese sentido, Antonio Elorza, uno de los mayores expertos en terrorismo de España, dijo que los ataques del 7 de julio no podían haberse evitado, no obstante de que los servicios de inteligencia y seguridad británicos son los mejores de Europa y que este combate debe librarse "rehaciendo la política en relación a los colectivos musulmanes". En suma, mientras Washington y Londres persistan en su enfoque policial de este conflicto, seguirán dándose muertes de inocentes.

 
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