Usted está aquí: lunes 18 de julio de 2005 Capital Sobrevivir en el Metro: comercio subterráneo

Sobrevivir en el Metro: comercio subterráneo

"De a 10, de a 10. Lleve su disco de moda, de colección, con los mejores éxitos del momento", grita Gerardo cada dos o tres minutos cuando entra a un vagón del Metro. De tantas veces que lo repite al día ya sabe el orden de las canciones y sus intérpretes. Además, Gerardo apoya su estrategia de venta con un discman conectado a un pequeño amplificador que cabe en su mochila, pues dice que escuchar "pedacitos de las canciones convence más que la sola mención; y como vendo los discos de moda, jalán más", asegura quien, a sus 16 años de edad, se gana la vida recorriendo los trenes de las nueve líneas del Metro de la ciudad.

Es el séptimo hijo de un matrimonio que tiene un negocio de dulces en el paradero de la estación Pantitlán, al oriente de la ciudad, donde el confluir de tres líneas de Metro y una del Tren Ligero no posibilitan que la venta del día falle.

-¿Desde cuándo tienen tus papás el puesto de dulces?

-Que recuerde... desde que yo estaba chavito. Dice mi papá que la cosa se empezó a poner muy difícil y tuvo que buscar algo para manetenernos.

-¿Trabajaba él en otro lugar?

-Creo que de albañil y plomero, pero supongo que no alcanzaba para darnos de comer a todos.

-Y con su puesto, ¿le va bien?

-Sí, sí sale, aunque a veces hay poca venta. Yo antes estaba con él, pero quise salir y buscar chamba.

-¿Ya no vas a la escuela?

-No, ya no me gustó -contestó esquivo el joven, quien estudió hasta el segundo grado de secundaria. Aseguró que no se arrepiente de haber dejado la escuela, ya que, según él, disfruta de su trabajo, el cual le permite pasear todo el día, "aunque sea por debajo de la ciudad". No obstante reconoció que su labor es cansada.

Gerardo dice no temer a los riesgos que implica andar en la calle. Aseguró que en el tiempo que lleva vendiendo nunca ha sido aprehendido por el personal de vigilancia del Metro.

"Ya me tengo que ir, porque atrás viene el otro y me va a ganar el relevo de vagón", dijo, y sin más, salió. Cuando el vagón cerró sus puertas efectivamente venía otro joven que promocionaba no sólo canciones, sino también videos, los cuales podían verse por medio de un DVD con pantalla portátil. Incluían -dijo- las tocadas de los barrios más famosos de la capital. "Llévelo, llévelo..." Erika Duarte

 
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