Usted está aquí: lunes 18 de julio de 2005 Política Perciben los zapatistas mejor calidad de vida con los gobiernos autónomos

''La resistencia nos ha dado todo'', comenta un miliciano de Francisco Gómez

Perciben los zapatistas mejor calidad de vida con los gobiernos autónomos

Los avances en el sistema de salud, notables

''En comunidades no rebeldes ya se acostumbraron a que el gobierno les dé dinero''

Organizados, obtienen buenas cosechas

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Ampliar la imagen Estampa en el caracol Resistencia y rebeld�por la humanidad, localizado en la comunidad de Oventic, en el municipio de Chenalh�hiapas FOTO V�tor Camacho Foto: V�tor Camacho

Francisco Gómez, Chis., 17 de julio. ''A nosotros la resistencia nos ha dado todo", afirma Casimiro con un entusiasmo que, aunque no es infrecuente en los indígenas zapatistas, sigue sorprendiendo. Acompañado por su hijo Fermín, un niño de 10 años con ojos de águila y porte a la vez orgulloso y discreto, Casimiro cuenta que es promotor de salud de su comunidad desde que fue fundada, hace un década, en lo que hasta entonces había sido una finca ganadera.

Pero su historial rebelde viene de más atrás, cuando aún vivía en una remota aldea en la sierra de la Colmena, sobre la cañada de Patihuitz. Como miliciano participó en la toma y batalla de Ocosingo, en enero de 1994.

''Era miliciano, y todavía soy", dice hoy, cuando es padre de cinco hijos, siendo Fermín el segundo.

De la espontánea conversación de Casimiro va brotando un testimonio apasionado de lo que son la resistencia y la autonomía.

''Nuestro poblado trabaja con mucha organización, y las tierras dan mucho maíz, están buenas y son de todos; comunal, pues. Sembramos también frijol, y un poco de verduras que vendemos en la ciudad. Pepino, calabaza, jitomate.

''Empezamos unas 20 familias. Ahora somos más. Y la verdad no pasamos hambre. Y como no hay trago, podemos estar contentos.'' Sabe que muchos otros campesinos zapatistas llevan la resistencia en condiciones difíciles, entre el hambre y la inseguridad constantes. Por eso dice: ''Tenemos la obligación de hacer bien la autonomía para que los demás compañeros puedan resistir mejor''.

Labriego y promotor

Casimiro debe andar en sus treintas y, además de las labores del campo, es ya un experto en campañas de vacunación y prevención por todo el municipio rebelde Francisco Gómez. Ha caminado las montañas en todas direcciones, entre la sierra de Corralchén y la cañada de las Tazas, visitando en brigadas las casas de salud que hay en cada comunidad autónoma. De su municipio, las conoce todas.

En fechas recientes y desde fuentes insospechadas, como los trabajadores de salud y el magisterio gubernamentales, se han difundido juicios muy favorables sobre el sistema de salud zapatista. Además de sus ganas de "molestar" a las autoridades federales y estatales, estas opiniones no se dan en el vacío. Al paso de los años, son perceptibles los frutos de la prevención y una aceptable atención primaria; al menos en el nivel básico, se les atribuyen mejores resultados que los pregonados y costosos programas sanitarios del gobierno.

''En la clínica de La Garrucha ya tenemos un médico permanente. Para muchos compañeros enfermos significa que ya no tienen que salir hasta Ocosingo para sus tratamientos", agrega. Sin ignorar las aún profundas diferencias de nivel técnico, salta a la vista que el sistema de salud oficial y el zapatista caminan en direcciones opuestas. Mientras hospitales y clínicas gubernamentales acusan abandono, falta de equipo, medicamentos y personal calificado, las casas de salud y microclínicas rebeldes son atendidas por promotores, mejor capacitados cada año que pasa, referidos a clínicas pobres, pero eficaces incluso en los amenazadísimos municipios autónomos de la zona norte.

Casimiro abunda en las diferencias de condición existencial entre las comunidades rebeldes de su región y las que son priístas o de otros partidos políticos.

''Ya se malacostumbraron a todo el dinero que les da el gobierno. En vez de trabajar, prefieren comprar y vender. Ya se hicieron así. Hemos visto ejidatarios que vendieron su tierra, nomás porque querían más dinero. No les gusta el trabajo duro, dejan de cuidar la milpa, sienten que es mejor comprar el maíz".

Cuenta de una comunidad más antigua y con tierras "de lo mejor", que durante largo tiempo tuvo las mejores cosechas de la región y vendían el excedente "con buen provecho". Pero, apunta, "son del PRI, y se enseñaron al Progresa, el Oportunidades y el Procede, a todo. Puro recibir y recibir, aunque lo queden a deber.

''Se dan al trago, hasta las mujeres, y las muchachitas se pueden ver tomadas en sus casas. Los jóvenes sin dinero se van de ilegales a Estados Unidos, y les va de la chingada pero traen un poco de dinero. Hace poco llegó uno con la cara toda rajada, de que lo asaltaron en la frontera, pero ni así reconoció que le salió peor irse allá''.

Mirándolos tan orgullosos y sólidos, Casimiro y Fermín irradian un aire de hombres libres imposible de transmitir en estas palabras. "No nos da miedo seguir en la lucha, lo podemos ver en la cara de los otros, que por estarse dejando parece que es más fácil que los van a acabar.''

 
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