Usted está aquí: domingo 17 de julio de 2005 Opinión Arte del pueblo, manos de Dios

Angeles González Gamio

Arte del pueblo, manos de Dios

Es el título, muy adecuado, de un libro auténticamente bello y conmovedor, enorme volumen de 557 páginas que uno desea que fueran muchas más. Es la carta de presentación del Museo de Arte Popular (MAP), que próximamente abrirá sus puertas al público en el Centro Histórico. Con textos de especialistas, está ilustrado con excelentes fotografías de prácticamente todas las expresiones del arte que, como bien dice Miguel León Portilla en su magnífico texto, "son el espejo del rostro y el corazón de un pueblo que, a pesar de todos los pesares, sabe sonreír y transmitir alegría a aquellos que lo rodean".

Nada más cierto; simplemente hojear las generosas páginas e ir viendo desfilar ante nuestros ojos muestras maravillosas de cera, papel, madera, textiles, lapidaria y cantería, plata, hierro, maque y laca, vidrio, tallas de concha, hueso y cuerno, cartonería, metalistería, pasta de caña, alfeñiques, cerámica, rebozos, sarapes y muchas más, acompañadas de la interesante explicación de un experto, produce enorme alegría y orgullo de pertenecer a un país donde se crea tanta belleza con alma.

El coordinador de la obra es José N. Iturriaga, quien nos ha deleitado en el pasado con muy buenos trabajos; entre otros, el anecdotario de viajeros extranjeros en México, siglos XVI-XX, que el Fondo de Cultura Económica editó en cuatro volúmenes; su sabroso, en todos los sentidos, libro titulado Las cocinas de México, en el que nos lleva en un recorrido por el paisaje gastronómico de México desde distintas perspectivas, y la coordinación de la impresionante colección, de cerca de 60 volúmenes, Cocina indígena y popular, con recetas de todas las entidades del país, que editó la Dirección de Culturas Populares de Conaculta, cuando Iturriaga fue su director. Así es que sin duda era la persona adecuada para organizar este soberbio libro.

Las piezas que aparecen son parte de la colección del MAP, que va a ocupar el edificio art deco ubicado en la esquina de Revillagigedo e Independencia, que se concluyó en 1928 para que fuera la sede de la Inspección General de Policía y del Cuartel Central de Bomberos, que a su vez se levantó en el predio que había alojado el Hospicio de Pobres, creado en el siglo XVIII por el chantre de la Catedral de México, Fernando Ortiz Cortés. En la década de los cincuenta del siglo XX el edificio fue ocupado por la Secretaría de Marina, que lo dejó a raíz de los sismos de 1985, quedando en el abandono hasta 1999, cuando cinco entusiastas mujeres: María Teresa Pomar, Sol Rubín de la Borbolla, Cristina Payán, María Esther Echeverría y Laura Oseguera, amantes y conocedoras del arte popular, se propusieron impulsar la creación de un museo para ese fin y lograron que el entonces regente de la ciudad Oscar Espinosa Villarreal les donara la monumental construcción art deco.

A partir de entonces pasaron muchas cosas: crearon Populart, con personas que compartían sus afanes, se consiguió el apoyo de los gobiernos capitalino y federal, se creó una Sociedad de Amigos, que dirige Marie Therese Hermand, y el gran arquitecto Teodoro González de León está realizando la remodelación, con lo que finalmente está a punto de materializarse el sueño de las tequileras, como se autonombraban las iniciadoras del proyecto, por tener el buen gusto de acompañar sus reuniones con una copita del inspirador brebaje.

Un objetivo central del proyecto desde sus inicios y que ha sostenido con pasión Tere Pomar, es que el MAP sea de los artesanos; esto es, que sea un lugar para dar a conocer sus trabajos, impartir talleres, impulsar las exposiciones temporales, generar trabajo y una fuente de inspiración para los ocho millones de maravillosos artesanos que, afortunadamente, tenemos en la actualidad en nuestro país.

La buena gastronomía mexicana se puede considerar sin duda un arte, por lo que tenemos que hablar nuevamente del restaurante El Cardenal, del hotel Sheraton, que además está a una cuadra del MAP, y donde la familia Briz personalmente cuida todos lo detalles para ofrecer los mejores manjares nacionales. Ellos preparan el nixtamal para las tortillas y diversos antojitos, hacen el chocolate que ofrecen en los desayunos, hornean su pan y exquisitos bizcochos, así es que se puede imaginar cómo es todo lo demás. Como estamos en el almuerzo, hoy vamos saborear unos huevos ahogados en caldo de frijol, acompañados de un jugo de frutas frescas recién preparado, y ¡vámonos a trabajar!

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