Usted está aquí: domingo 17 de julio de 2005 Opinión Novedades para el frente

Rolando Cordera Campos

Novedades para el frente

Tranquilizada quedó la República, y el fin de semana se dará sin sobresaltos: la economía mexicana no cayó al lugar 12 del hit parade mundial y se mantuvo en el décimo logrado con el esfuerzo de millones y gracias a la democracia milagrosa que alivia a cada vez más, reduce las desigualdades y multiplica los panes mientras los peces se ausentan. Por su parte, el subcomandante Marcos levantó su alerta roja y convoca a la mera izquierda para avanzar de nuevo sobre el Zócalo, pero esta vez por la vía pacífica.

En calma la economía, según el Presidente, y pacificada la política según san Marcos, podemos los mortales volver a temas impertinentes, ausentes de los cantos celestiales. La economía no se muestra capaz de emplear al poco más de un millón de jóvenes que cada año ingresan al mercado de trabajo y la sociedad se puebla de changarros de escasa o nula productividad, ingresos magros e inseguridad abrumadora. Esto no es talante empresarial liberado por la democracia sino elemental voluntad de sobrevivencia.

La migración, por su parte, se afirma como la salida única para un creciente número de jóvenes urbanos y la distribución del ingreso entre familias y personas mantiene su exacerbada concentración en la cúpula de la sociedad, hoy habitada por no más de uno por ciento del total, que se apropia de tajadas impresentables del ingreso. Es probable que con la riqueza, cuya contabilidad dejó de hacerse con rigor desde hace mucho tiempo, ocurra lo mismo o peor: los activos reproductivos están en unas cuantas compañías y personas, las capacidades humanas se distribuyen sin equidad alguna y la mayoría de los mexicanos no tiene acceso a las oportunidades elementales que el mercado y la educación de calidad deberían ofrecerles.

El círculo se cierra si se considera la interminable serie de barreras a la entrada que se impuso sobre la política democrática, con el pretexto de hacerla gobernable. Sin haber tomado en serio la importancia decisiva de los medios de información de masas para la educación y la cultura, el desarrollo, y el embarnecimiento de la democracia como forma de gobierno, el Estado cedió poderes y recursos de intervención sobre estas tres esferas fundamentales a unos cuantos consorcios y a sus operadores y dirigentes, lo cual, dada la falta de regulación pública, les otorga un poder desmedido en la política, la difusión de mensajes y el manejo de la información que coadyuva a conformar la opinión pública y las decisiones ciudadanas que más cuentan en la política representativa.

No hay, a la fecha, ningún indicio de que los partidos, que se ven a sí mismos como cuerpos inermes ante el poder de los medios, ni el gobierno, ni la ciudadanía organizada, vayan a tomar en sus manos el tema antes de que las campañas se desplieguen formal y legalmente. Así, el ambiente que rodea la puja por la sucesión, caracterizado por su abierta informalidad y su grosero coqueteo con la ilegalidad, probablemente se extienda al año que viene.

Lo que tendremos serán campañas salvajes, aumentos inaceptables en los ingresos de los oligopolios mediáticos, y una gran dilapidación de dinero cuyo origen nunca quedará del todo claro. Las bases para una abstención masiva y una posterior lucha de trincheras bajo el lodo en torno a la legitimidad de la elección y del gobierno que surja de ella están dadas, a pesar de lo mucho invertido en la arquitectura electoral. No hay edificio que resista tanto tsunami, mucho menos cuando en ellos se combinan la irresponsabilidad de los que mandan con la de los que quieren sucederlos. La tierra tiembla y más vale prepararnos para ello.

En este contexto, alarma la sostenida campaña de debilitamiento del Instituto Federal Electoral (IFE) y del conjunto del andamiaje electoral mexicano, tejido a tan altos costos y con cargo a la paciencia ciudadana. Ahora tocó el turno al jefe de Gobierno del DF, quien habló de hipocresía en el IFE y puso en entredicho, de pasada, la imparcialidad de su consejo. Pero no es el primero ni el que con más enjundia ha arramblado contra este organismo vital de la estabilidad política del país.

Desde el PRI amenazaron a los consejeros con juicio político, y el resto de los partidos o hace mutis o asiste con satisfacción lamentable a las embestidas de prensa, radio o tele contra el IFE. Le falta su turno al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación pero le llegará, como puede ocurrir con la propia Suprema Corte. El conflicto por el poder, de imponerse este escenario, quedará sin anclas de profundidad y la hora de los árbitros de oficio y privado beneficio, de aquí y de fuera, llegará de nuevo.

¿Sin novedad en el frente occidental? Humm.

 
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