Usted está aquí: domingo 10 de julio de 2005 Cultura Apuesto por la sobrevivencia de la poesía, sostiene Alberto Blanco

Reúne 12 libros-capítulos en La hora y la neblina, volumen que presentará el viernes

Apuesto por la sobrevivencia de la poesía, sostiene Alberto Blanco

Plantea la rectificación del lenguaje; si no lo hacemos "acabaremos por no entendernos"

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Alberto Blanco durante una conferencia realizada el mes pasado FOTO Mar�Mel�rez Parada Foto: Mar�Mel�rez Parada

Entre más complejo es un sistema vivo, más posibilidades tiene de sobrevivir; entre más pobre, aumentan las posibilidades de desaparición. "Así es como entiendo mi práctica de la poesía. Es un sistema muy complejo, variado, rico, porque realmente apuesto por la sobrevivencia de la poesía".

Así es el quehacer poético de Alberto Blanco: complejo, variado, rico, desapegado de las formas que alejan al lector. Una labor que se complementa con su pasión por la música y el dibujo, la traducción y el ensayo.

Blanco (México, 1951) publica ahora su segunda reunión de libros de poesía, La hora y la neblina (FCE), conformado por 12 libros-capítulos, la mayoría inéditos. El primero fue El corazón del instante, publicado en 1998.

La poesía, dice el autor de Giros de faros, "es una práctica que me ha ayudado a vivir, que me sigue ayudando a vivir. Me gustaría que a mis hijos, a los hijos de los demás y a nuestros nietos también esta práctica les llegara viva. Asumo mi responsabilidad personal, construyendo un universo lo más rico y complejo posible en cuanto a formas y manera de entender la poesía porque sé que de esa manera aumentan sus posibilidades de supervivencia".

Y es que la conservación de la poesía, como una forma de rectificar el lenguaje, es vital en un momento en que las palabras dejan de tener valor, que un día significan una cosa, otro día otra o de plano no significan nada.

"¿Qué significan a estas alturas en México las palabras democracia, transparencia, verticalidad, izquierda? Ahí desembocamos en una de las más antiguas visiones de la poesía que, cumpliendo una función eminentemente social, consistiría en la limpieza de las palabras.

"Los antiguos poetas chinos hablaban de la rectificación del lenguaje, entendiendo que si en una sociedad el lenguaje se corrompe, la sociedad se corrompe. Si no ponemos atención a esta rectificación acabaremos por no entendernos o, peor aún, por vivir en una sociedad de puras mentiras. Cualquier semejanza con la actualidad mexicana es pura coincidencia."

Como poeta "uno no escoge las palabras: las escucha. La poesía es para mí sobre todo un arte de escuchar. Un poeta no utiliza las palabras del interior hacia el exterior como ingenuamente creen muchísimas personas, es decir, que la poesía no es para expresar lo más íntimo y personal; al contrario, un poeta no escribe para decir, sino para escuchar.

"Tal vez un poeta quiere decir cosas, pero los poemas no quieren decirlas. Los poemas dicen. ¿Y qué es lo que dicen? Lo que ellos quieren. La poesía dice lo que quiere, el poeta dice lo que puede."

Inspirar al lector

Lograr la sobrevivencia de la poesía pese a ser un género desprestigiado por muchas razones: "primero por lo poco que se lee y a los malentendidos que implica la lectura de la poesía. A eso hay que agregar las preconcepciones completamente erróneas del poeta como un tipo entregado a toda clase de excesos para exacerbar sus pasiones, sus emociones o sus sentimientos: una imagen verdaderamente deplorable. Por estas mismas causas la poesía evidentemente circula muy poco y por lo tanto se vende muy poco.

"En esta sociedad lo que no se manifiesta materialmente y se reconoce mediante el dinero parece no existir, de tal manera que la poesía también tiene ese estatus de oficio inexistente, o por lo menos inútil."

Sin embargo, la creación poética, el llevar las palabras a las páginas, cumple una función importante: inspirar al lector. "Creo en la inspiración no como punto de partida para el poema, sino como punto de llegada en el lector. En muchos sentidos la naturaleza cumple esa función por nosotros: inspira. A nosotros nos toca cerrar el ciclo y ver que esa inspiración suceda en el lector. Ese es el anhelo".

Junto a Blanco conviven además la música, la pintura, el ensayo y las traducciones, una de ellas es El Dhammapada. El camino de la verdad, una de las mejores traducciones de este libro de enseñanzas budistas, publicado por el FCE; y ahora trabaja en traer al español el Tao Te Ching. En el hacer de Alberto Blanco ninguno de estas pasiones se enfrenta.

La poesía "es un trabajo de atención; el ensayo es un trabajo de orden constructivo que implica tomar notas, estudio, relación, experiencia; la traducción es devocional: uno se pone al servicio de otro texto, de otro autor, de otra visión.

"Además de la escritura dedico mucho tiempo a la música, a tocar el piano, a componer, cantar; también a la imagen, al dibujo, sobre todo el collage y la acuarela. Ninguna de estas prácticas es ajena a la poesía.

"La imagen se relaciona con la poesía, la música se relaciona con la poesía y todo lo que tiene que ver con el sentido, con el significado de las palabras, cabe en la poesía, el ensayo, la traducción, en el tráfico de la mañana, el café que tomamos, la servilleta, el ruido. En ese sentido todo es grano para el molino."

La hora y la neblina se presentará el viernes 15 de julio en el Palacio de Bellas Artes (Eje Central y Av. Juárez) a las 19 horas.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.