Usted está aquí: domingo 10 de julio de 2005 Opinión LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

José Agustín Ortiz Pinchetti

Memín Pinguín

¿POR QUÉ NO organizamos un homenaje a Memín en la Cámara de Diputados? La popularidad del personaje nos podría ayudar a mejorar la menguada imagen que tenemos los legisladores. El affaire Pinguín ha provocado un increíble alud de declaraciones, artículos y ensayos. El mejor que he leído es el de Enrique Krauze, "Los ancestros de Memín" (Reforma, 3/julio/05). Amena síntesis de la historia de la raza negra en México.

SIN EMBARGO, ASI como Krauze denuncia la hipocresía estadunidense en el tema, ya es hora de hablar de nuestro propio racismo. Es cierto que ningún miembro de la raza negra, que ningún americano nativo, ha llegado a ser presidente de Estados Unidos. Nosotros, en cambio, hemos tenido tres. Los morenos son minoría en el vecino país, y aquí son más de 80 por ciento. En México 95 por ciento de nuestros presidentes han sido criollos, incluyendo a todos los del régimen de la Revolución mexicana, a pesar de que este grupo representa sólo 12 por ciento de la población.

¿USTED NO CREE en nuestra discriminación racial? Por favor, lea la publicación Club de Reforma y dígame quiénes integran la elite mexicana. Pregúntese, desde el punto de vista racial-cultural, quién forma la abrumadora mayoría de los 500 hombres de negocios, políticos e intelectuales más importantes. ¡Son criollos!

CIERTO, AQUI nadie le grita "mestizo" a alguien para insultarlo; les llamamos nacos, epíteto con matiz racista muy claro.

NUESTRA SOCIEDAD ES excluyente. Somos agudamente clasistas, pero también racistas, y esto es tan obvio que no lo percibimos. Sí, aquí nos caen bien los negros, pero les aseguro que a ninguna familia de la elite criolla le gustaría que los niños invitaran a comer a casa a Memín Pinguín, o que ya grandes se casaran con alguna de sus rubicundas hijas.

NOS SORPRENDE LA prolongada discriminación jurídica, política y cultural de los afroamericanos en Estados Unidos. Pero ellos reconocieron, denunciaron y afrontaron su racismo, y (parcialmente) lo derogaron. Nosotros ni siquiera estamos dispuestos a reconocerlo. Observe cómo los anuncios comerciales en la televisión estadunidense utilizan los servicios de modelos multirraciales, que incluyen mujeres y hombres mestizos mexicanos. En cambio, en la televisión mexicana el paradigma racial, visible en todos los anuncios consumistas, es el de los blancos; entre más rubios y parecidos a los gringos, mejor.

LO MAS ASOMBROSO es que nos sentimos ofendidos cuando los extranjeros que nos visitan o viven aquí nos acusan de racistas. Los criollos hemos construido el mito del indigenismo, pero a los indígenas y mestizo-indígenas les negamos en forma hipócrita y muy efectiva oportunidades de destacar. No hay una sola ley racista en México, pero asumimos a diario prácticas y costumbres racistas, y las toleramos como si fueran algo natural.

FUERON ABSURDAS LAS críticas estadunidenses sobre Memín Pinguín, pero es hora de vernos en el espejo y aceptar que somos mucho más racistas de lo que estamos dispuestos a admitir.

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