Usted está aquí: martes 5 de julio de 2005 Capital Comparece agente de la PFP que sobrevivió a linchamiento

Litigantes piden su detención por falsear dicho

Comparece agente de la PFP que sobrevivió a linchamiento

Inusitado interés de funcionario de la PGR en diligencia

ALFREDO MENDEZ ORTIZ

Fue un día de sentimientos encontrados para el agente de la Policía Federal Preventiva (PFP), Edgar Moreno Nolasco, único sobreviviente del linchamiento ocurrido el pasado 23 de noviembre en la delegación Tláhuac.

Ayer compareció en el juzgado 17 de distrito del Reclusorio Norte como testigo clave de los hechos violentos de hace más de siete meses; durante una diligencia que se caracterizó por un ambiente tenso y la presencia de un funcionario de alto nivel de la Procuraduría General de la República (PGR) que durante la diligencia hizo llamadas a través de su teléfono celular.

El testigo comenzó sereno y confiado en que no hablarría más allá de lo estrictamente necesario -como si hubiera estudiado perfectamente un guión-; no obstante, después de seis horas de diligencia, con algunos periodos cortos de interrupción, la expresión en su rostro denotó la repentina ausencia de la serenidad y dio paso a la preocupación, tras escuchar la siguiente exigencia:

"Pido a este tribunal que se ordene la inmediata detención de Edgar Moreno Nolasco, quien ha dejado claro en esta comparecencia que incurrió en falsedad de declaraciones y que es un testigo espurio", refirió Amando Amador Cazares, uno de los defensores de los 35 presuntos responsables del linchamiento. Su petición fue secundada por Miguel Angel Cuesta, Ana Santos y otros abogados.

Fue el momento más difícil. Eran cerca de las 16:30 horas y antes de conocer la decisión de la juez federal Isabel Porras Odriozola se interrumpió la audiencia por espacio de una hora.

La solicitud fue clara: Que la juez diera vista a la PGR y se ordenara la detención, en ese mismo instante, de Moreno Nolasco, ya que a decir de varios litigantes es presunto responsable del delito de falsedad de declaraciones.

Como hormigas, unos cinco abogados de despachos diversos cuchichearon entre sí para asesorar a Amado Cazares, a fin de que se apoyara en diversos ordenamientos de la Constitución y del Código Penal Federal y exigiera a la juzgadora la detención inmediata del testigo.

El argumento central fue que Moreno Nolasco debía quedar a disposición del Ministerio Público Federal, ya que ayer ratificó una declaración ministerial que supuestamente hizo el 25 de noviembre de 2004, pero que no pudo haberla emitido porque, según consta en los expedientes del juicio por el caso Tláhuac, en el horario en que habría rendido su querella (a partir de las 9:30 horas) era sometido a una intervención quirúrgica en el Hospital de Xoco, lo cual también consta en los documentos judiciales.

Además, según reconoció ayer el propio Moreno Nolasco al responder a las preguntas de los litigantes, nunca firmó y tampoco le fue leída su declaración después de haberla dictado a una funcionaria de la PGR, el pasado 25 de noviembre.

Lo curioso de esa declaración ministerial -la segunda que dio después de ocurrido el linchamiento- es que en la misma cita a 14 de sus presuntos agresores, con nombre y apellido; la hizo después de ver un álbum fotográfico que le mostraron funcionarios de la PGR, durante el mismo horario en que lo estaban operando, y bajo los efectos de la anestesia que ese día le pusieron médicos de Xoco.

Cinco de esos médicos aceptaron el pasado 30 de mayo, durante una diligencia en el juzgado 17 de distrito, que el 25 de noviembre era prácticamente imposible que Nolasco hubiera rendido su segunda declaración, básicamente porque tuvo dos operaciones quirúrgicas y debido a que la mayor parte del día estuvo bajo los efectos de la anestesia.

No obstante, la juez Porras Odriozola no avaló la petición de los litigantes. Por lo menos no de manera directa. Lo único que acordó la juez, cerca de las 17:00 horas, fue que ella no puede realizar labores de Ministerio Público, y corresponde a esta autoridad valorar todas las pruebas encaminadas a comprobar la conduta delictiva imputada a Nolasco, por lo que exhortó a los abogados defensores a interponer la querella correspondiente ante la PGR.

Visiblemente recuperado de los golpes que le propinó una multitud de personas el pasado 23 de noviembre, Moreno se presentó al juzgado minutos antes de las 9:30 horas. Vestía chamarra beige, pantalones del mismo color y playera blanca; traía unos lentes e iba acompañado de funcionarios de la PFP, dos abogados y por su ángel de cabecera, el delegado de la PGR en el Distrito Federal, Rolando López Villaseñor. Este funcionario lo acompañó también en el Hospital Militar, cuando hace un par de meses fue interrogado por primera ocasión por los abogados defensores de los 35 presuntos autores materiales del linchamiento.

Ayer permaneció por espacio de diez horas en el centro de una de las oficinas del juzgado 17 de distrito, frente a sus supuestos agresores que lo observaban tras la rejilla de prácticas, y rodeado de funcionarios del Poder Judicial Federal, abogados litigantes y agentes del MPF.

Fue la primera diligencia judicial en la que Moreno Nolasco -único sobreviviente del linchamiento- estuvo presente en el juzgado 17 del Reclusorio Norte.

La audiencia, en la que estuvo presente La Jornada, se desarrolló en un ambiente tenso, ya que varios de los abogados defensores se enfrascaron en debates legaloides con los agentes del MPF adscritos al juzgado 17; con la juez federal Isabel Porras y con la secretaria de acuerdos del órgano jurisdiccional, Beatriz Segura, debido a diferencia de criterios en la interpretación de los Códigos Penal Federal y Federal de Procedimientos Penales.

Ante la presencia del delegado de Rolando López Villaseñor -lo cual es poco común en este tipo de audiencias-, el único sobreviviente del linchamiento de agentes de la PFP se rehusó a contestar la mayoría de las preguntas que le efectuaron los abogados defensores.

Casi al final de la audiencia, cuando varios litigantes pidieron la cabeza de Moreno Nolasco al solicitar su inmediata aprehensión, el único sobreviviente del linchamiento pareció sentirse solo, temeroso, desconcertado. "Algo no anda bien", se oyó decir a uno de los presentes. Pero finalmente pudo abandonar el Reclusorio Norte con el cubrebocas azul puesto, tal como 11 horas antes había llegado.

 
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