Usted está aquí: lunes 4 de julio de 2005 Capital Escasez de agua dispara ventas en el DF del líquido envasado

La necesidad y la changarrización provocaron el crecimiento de empresas rellenadoras

Escasez de agua dispara ventas en el DF del líquido envasado

La mitad de ellas se produjeron en el sector informal: Gabriel Alcalá, director de la Andapac

LAURA GOMEZ FLORES

Ampliar la imagen Por toda la ciudad se ha extendido la venta de agua "purificada" FOTO Luis Humberto Gonz�z Foto: Luis Humberto Gonz�z

La escasez de agua en algunas colonias de la ciudad de México -que afecta a por lo menos medio millón de personas- y la preferencia de la gente por productos "limpios" incrementó el consumo de agua purificada en sus diversas presentaciones, como son garrafón, galón y personales, registrándose ventas en el país el año pasado por 29 mil millones de pesos, aunque la mitad de ellas se produjeron en el mercado informal.

El director de la Asociación Nacional de Productores y Distribuidores de Agua Purificada (Andapac), Gabriel Alcalá Márquez, explicó que México es hoy día el primer consumidor de agua embotellada en Latinoamérica y el segundo en el mundo, pero el desabasto y la necesidad de la gente de contar con agua para la elaboración de sus alimentos o beber ha impulsado el crecimiento de empresas "rellenadoras" en la capital.

Las también conocidas como "ojos de agua" se concentran, principalmente, en la zona de Iztapalapa, donde se "mueven con facilidad engañando a la gente con agua no purificada y envasada en botellas similares a las marcas líderes, provocando enfermedades como amibiasis, cólera y fiebre tifoidea, a lo cual ha contribuido la changarrización del país", argumenta.

La entrega de apoyos económicos para frenar la tasa de desempleo abierto sin un programa de monitoreo de los proyectos puestos en marcha en materia de purificadoras, la violación de la norma establecida y la imposibilidad de detectar este tipo de establecimientos, que se instalan en traspatios y cocheras, donde se envasa el agua directo de la llave y sin control sanitario, "no sólo han pegado a la industria, sino también a los más necesitados", afirma.

De acuerdo con información de la administración capitalina, alrededor de 500 mil personas que habitan en 42 colonias de Iztapalapa y significan 30 por ciento de su población, carecen del vital líquido y sus necesidades son atendidas a través de tandeo, aunque la cifra se duplica durante la época de estiaje, pese a que el consumo por habitante al día es de 30 litros, contra los mil en algunas zonas como las Lomas de Chapultepec.

El consumo de agua embotellada en esta parte de la ciudad, señalan vecinas de las colonias Campestre Potrero, Ejército de Oriente y Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, "no es para sentirnos de otra clase social o mantenernos flacas, sino para aliviar nuestra necesidad de contar con algo sano para nuestras familias, aunque la mayoría de las veces lo que compramos no tiene sello de calidad, pero su precio es más bajo".

Los repartidores, explican, andan en triciclos y surten garrafones de 19 y 20 litros en los domicilios -que significa 85 por ciento del mercado, contra 15 por ciento de las presentaciones personales-, a un precio de entre 6 y 8 pesos, cuyos envases o marcas son similares a las vendidas en las misceláneas o tiendas de autoservicio, como es el caso de Cristal o Agua Pura.

"No tienen mal sabor, su color es transparente y no nos hemos enfermado. Así que seguiremos comprándolos hasta que tengamos agua potable en nuestros domicilios, y eso depende del gobierno porque el agua que nos dejan las pipas es amarillenta y no sirve para beber o cocinar, obligándonos a hacer un gasto todos los días", comentan.

Actualmente, el consumo per cápita en el país es de 86.1 litros anuales, el cual no está definido por edad, sexo o condición socioeconómica, sino por una necesidad natural de nuestro cuerpo, y de ello se han valido 6 mil 500 compañías productoras de agua, de las cuales 10 son consorcios como Bonafont, Electropura, Ciel y Nestlé, entre otros; 150 son catalogadas empresas grandes; 300 son medianas y 600 pequeñas.

Sin embargo, cerca de 5 mil son microempresas, de ellas la mitad son llenadoras que no cumplen con los estándares de calidad fijados por las autoridades sanitarias, evaden el fisco y sus ingresos ascendieron el año pasado a 12 mil millones de pesos, "arrebatándonos 8 puntos porcentuales de participación en el segmento de garrafón, precisa el director general de Andapac.

Menciona que esta "industria" aparece en 1991, con la entrada de México al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuando se acordó la liberación del precio del agua embotellada a cambio de una fuerte inversión en infraestructura y la creación de empleos, lo que derivó en una desregulación sanitaria y una simplificación administrativa, que "aprovecharon embotelladores muy pequeños".

Sin condiciones técnicas y conocimiento del ramo, establecieron de manera ilícita plantas purificadoras cuyo producto se ofrecía al consumidor por debajo del precio promedio, prendiendo un "foco rojo" para el sector y las autoridades, que se "atajó" con la creación de una norma oficial mexicana, que establecía las condiciones y requisitos de calidad a cumplir por las empresas, precisa.

La medida no impactó a los seudopurificadores, cuyo crecimiento continúa ante la conjunción de factores económicos y sociales, pero se desconoce el número real existente por la forma en que operan, la facilidad para acceder a garrafones o tapas de marcas líderes o "piratearlas", y su alta movilidad. El resultado: cierre de plantas formales, la pérdida de miles de empleos y pérdidas para el sector de 12 mil millones de pesos entre 2002 y 2004, puntualiza.

Por ello, comenta, la determinación de trabajar de manera conjunta con las autoridades federales y la Procuraduría Federal del Consumidor en la detección de dichos lugares, que el año pasado provocaron 8 millones de casos de enfermedades diarreicas agudas relacionadas con el consumo de agua contaminada en el país mediante la creación de un distintivo de calidad y verificar que los sellos no sean alterados.

 
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