Usted está aquí: lunes 4 de julio de 2005 Opinión Asbesto, la criminal desidia oficial

Iván Restrepo

Asbesto, la criminal desidia oficial

El 13 de junio pasado informamos aquí de la lucha de pobladores y autoridades de la delegación Azcapotzalco para lograr que las instancias oficiales federales y del estado de México resuelvan el grave problema de contaminación ocasionado por Mexbestos, planta ubicada en el fraccionamiento industrial Las Armas, municipio de Tlalnepantla.

Los vientos traen los humos y las partículas que libera Mexbestos hasta una zona densamente poblada de Azcapotzalco. Los quejosos alegan daños a la salud pública porque la planta utiliza asbesto en sus procesos. Y les asiste la razón, pues todas las formas de asbesto pueden causar cáncer en las membranas que recubren las cavidades pleural y peritoneal, además de fibrosis progresiva (asbestosis) y cáncer en los pulmones. Es un co carcinógeno y potencia el efecto carcinogénico de otras sustancias. Tiene propiedades inmunosupresoras, por lo que puede afectar el sistema inmunitario pulmonar, lo que facilita que las personas expuestas a él sufran más infecciones de tipo respiratorio.

En muchos países se fija como límite máximo de asbesto en el ámbito ocupacional una cantidad que varía entre 0.1 y 2 fibras por centímetro cúbico; pero aun el valor más bajo se asocia con elevadísimo riesgo de cáncer del pulmón y de asbestosis.

Como ocurre cuando denunciamos violaciones a las leyes ambientales y la salud, el silencio fue la respuesta del sector público. En cambio los lectores nos enviaron abundante material que respalda la exigencia ciudadana de poner fin a 30 años de contaminación en Azcapotzalco.

En un documento facilitado por la doctora Lilia Albert se advierte que la exposición al asbesto es de los riesgos ambientales más persistentes en el mundo. Dicho mineral está presente en más de 3 mil productos y afecta a los trabajadores que están en contacto directo con él, a sus familias, a los usuarios de los productos que lo contienen, así como a la gente expuesta al asbesto vía los materiales de construcción y los sistemas de calefacción y ventilación.

En Azcaptozalco no existe la historia clínica de los afectados por la presunta contaminación que genera Mexbestos. Y es fundamental porque las fibras de asbesto no son biotransformadas ni excretadas, y la mayoría de las que son inhaladas permanecen en el aparato respiratorio por tiempo muy prolongado, o de manera permanente, elevando el riesgo. El periodo de latencia es de por lo menos 20 años. Así que, aunque se prohíba definitivamente el uso de asbesto y sus productos, las muertes por esta causa continuarán todavía muchos años. Además, el cáncer derivado del asbesto es más devastador en los países subdesarrollados, como México, donde, aunque se presuma de tener una legislación ambiental y de salud avanzada, lo común es que no se cumpla y se carezca de mecanismos para proteger eficazmente a su población.

En América los principales productores de asbesto son Canadá y Brasil; el primero produce unas 320 mil toneladas al año, pero apenas utiliza internamente 5 mil. Los canadienses dicen tener un tipo de asbesto menos peligroso que puede manejarse con mayor seguridad: el crisotilo. Sin embargo, dado el número de fibras que posee, origina mayor riesgo de cáncer de pulmón. La campaña canadiense para crearle al crisotilo una imagen menos peligrosa tiene éxito en México, donde el gobierno de El Yunque y los empresarios se oponen a que sea prohibido. En nuestro país el asbesto es muy utilizado en los tanques (pipas) que transportan agua. Están hechos de crisotilo.

En su edición del pasado 27 de marzo el semanario Proceso incluye una amplia investigación de Carlos Appel, su corresponsal en Europa, en la que muestra cómo el gobierno ignora los peligros del asbesto y pone en riesgo la salud de miles de trabajadores, sus familias y los consumidores. Criminalmente, con apoyo oficial, los intereses de unos cuantos pesan más que la obligación de cuidar la salud pública. Mientras, un barco mexicano lleva seis años "asegurado" en Amsterdam, Holanda, por contener varias toneladas de asbesto. A diferencia de las nuestras, las autoridades holandesas no dudan que esa carga es muy peligrosa.

 
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