Usted está aquí: miércoles 29 de junio de 2005 Ciencias El mito creado alrededor de los tiburones los acerca a la extinción

De 373 especies evaluadas, 65 están amenazadas, según órgano conservacionista

El mito creado alrededor de los tiburones los acerca a la extinción

Hasta el momento sólo existe una guía mundial que ubica y describe a las criaturas

Desde el punto de vista biológico es una de las especies más vulnerables del océano, dice experta

MICHAEL McCARTHY THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen La imagen corresponde al programa de TV La semana del tibur�de Discovery Channel

Son dos animales marinos. Ambos han sido objeto de matanzas inmisericordes por parte del hombre. Ambos están al borde de la extinción. Y aun así el destino de uno de ellos atrae la simpatía mundial, mientras para el otro hay, cuando mucho, indiferencia. Uno es la ballena; el otro, el tiburón.

La reunión anual del Comité Ballenero Internacional se llevó a cabo en fecha reciente en Corea, y los defensores mundiales de las ballenas hicieron oír su mensaje conservacionista. Mientras tanto, el casi increíble número de tiburones masacrados apenas convoca un mínimo interés. De hecho, por estos días tiene lugar una efeméride significativa para los tiburones por una razón muy distinta: es el 30 aniversario del estreno de Tiburón.

Ahí, en la exitosa adaptación para el cine que Steven Spielberg hizo de la novela de Peter Benchley, yace la simple pero duradera razón de nuestras actitudes respecto a estas dos criaturas: lo que nos preocupa del tiburón no es que nosotros lo matemos, sino que él nos mate a nosotros. Es un miedo muy profundo y muy antiguo, entreverado en los genes: el miedo de ser cazado, asesinado, devorado por un depredador. En realidad, no muchas bestias comen humanos; a veces los osos polares, los tigres, los cocodrilos y, en algún caso, los leones. Pero los tiburones parecen estar a la cabeza en el terror que nos producen, quizá porque surgen de manera misteriosa de los abismos desconocidos. "Los tiburones provienen de una de las alas del oscuro castillo donde viven nuestras pesadillas, en aguas profundas, más allá de nuestra vista y nuestro entendimiento", escribió Benchley.

Fascinación horrorizada ante el mito

Lo que la filmación de esta novela hizo, hace tres décadas, fue proporcionar al mundo un mito moderno sobre el tiburón, universal en su atractivo. Y atractivo es la palabra correcta: parece que los ataques de tiburones nos provocan una fascinación horrorizada. Si escribimos "ataques de tiburones" en el buscador de Internet aparecerá cerca de medio millón de entradas que describen el daño que un tiburón blanco, por ejemplo, puede hacer al cuerpo de un desafortunado surfista.

Cada año el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón (ISAF, por sus siglas en inglés), con sede en el Museo de Historia Natural de Florida, verifica con mucho cuidado todos esos reportes y pone el miedo en perspectiva. Sólo siete personas murieron por ataques de tiburón en 2004: dos en Australia y una en cada caso en Brasil, California, Egipto, Hawai y Sudáfrica. En 2003 la cifra fue de cuatro muertes y en 2002 sólo tres. El profesor George Burgess, director del ISAF, piensa que la amplia publicidad que se otorga a cualquier incidente causado por un tiburón proporciona un sentido completamente falso del riesgo: en Estados Unidos, por ejemplo, es cientos de veces más fácil morir por chocar en automóvil con un venado que por un ataque de tiburón.

De hecho, el tiburón es el que debería temernos a nosotros. En los últimos 20 años ha pasado de depredador a presa. Cuando China entró en el capitalismo, a finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado, también entró en el consumismo conspicuo, y con él llegó el gusto renovado y muy difundido por una antigua delicia: sopa de aleta de tiburón. Esto ha conducido a una demanda explosiva de aletas, tan grande que en algunas zonas del Pacífico se cazan tiburones para satisfacerla. No menos desagradable resulta que, con frecuencia, a los tiburones capturados les cortan las aletas y los arrojan al mar para que mueran.

Además, conforme se desploman las reservas de especies de peces, los pescadores en todo el mundo se vuelven hacia los tiburones como sustitutos. Según datos de la Organización Agricultura y Alimentos de Naciones Unidas (FAO), cada año se sacan del mar 100 millones de tiburones, ya sea porque se les pesca especialmente o porque quedan atrapados en otras pescas. Y la población de tiburones, debido a su biología, no puede resistir tal embate.

Los tiburones no son como el bacalao: son depredadores de punta, que viven en la cúspide de la cadena alimentaria, y tienen muy pocos enemigos naturales. Esto significa que no necesitan parir crías en grandes cantidades para compensar una mortandad en gran escala. La hembra del bacalao es capaz de poner cinco millones de huevecillos, de los cuales sólo sobrevive una fracción, pero un tiburón blanco puede producir sólo dos crías, a las cuales llevará mucho tiempo alcanzar la madurez. Así, si una población de tiburones se reduce en gran escala debido a la pesca, le llevará muchas décadas -o incluso siglos- reconstruirse.

"Biológicamente hablando, ellos están entre los animales más vulnerables del océano", afirma Sarah Fowler, experta británica en tiburones. "El problema es que tienen pocas crías, de manera poco frecuente, y les lleva tanto alcanzar la madurez, que si uno toma una población y la parte en dos, tardará 270 años en recuperarse."

Falta información

Las últimas cifras de la Unión Conservacionista Mundial son que 65 de 373 especies de tiburones evaluadas -del total mundial de 440- se encuentran ahora amenazadas. Pero la cifra real podría ser más alta. El problema es que la información es escasa y no existe normatividad.

"Ninguna de esas especies está protegida, no hay ninguna regulación en cuanto a su manejo, ninguna se ajusta a las normas de pesca, no hay un tamaño mínimo, ni máximo, nada", afirma Fowler, directora fundadora de un fondo establecido en 1997 para promover la conservación y la educación sobre los tiburones (www.sharktrust.org), y coautora de la Guía Collins Field de Tiburones del Mundo, la cual presume de ser el primer libro que ilustra, describe y ubica todas las especies de tiburones del mundo.

Fowler espera que la Guía Field provoque más interés y quizá más entendimiento respecto a los tiburones. La poca simpatía de que éstos gozan "es algo cultural", dice. "Se remonta a mucho tiempo atrás. Los griegos ya elogiaban a los delfines, mientras Aristóteles describía a los tiburones como monstruos voraces."

El filme de Spielberg, dice ella, en definitiva no ayudó, aunque lo admira. "Creo que es uno de los mejores filmes producidos jamás, la mejor historia de terror animal", afirma. "Pero satanizó a los tiburones en todo el mundo."

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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