Usted está aquí: lunes 27 de junio de 2005 Cultura El arte circense en México peligra porque no se preserva en su integridad

Julio Revolledo Cárdenas presentará en Bellas Artes un libro con la historia del circo

El arte circense en México peligra porque no se preserva en su integridad

Las carpas que hay en el país "están tergiversando" su verdadera esencia, considera

FABIOLA PALAPA QUIJAS

Ampliar la imagen Pintura griega que muestra un pulsador (equilibrista sobre manos) de origen milenario FOTO Tomada de libro La fabulosa historia del circo mexicano Foto: Tomada de libro La fabulosa historia del circo mexicano

En un homenaje a los grandes artistas circenses mexicanos, Julio Revolledo Cárdenas acaba de publicar La fabulosa historia del circo en México, que se presentará el 30 de junio en el Palacio de Bellas Artes.

Revolledo Cárdenas expresa que el arte del circo está viviendo un serio problema porque "no estamos preservando el arte puro circense.

"Las carpas en México están, de alguna forma, tergiversando el verdadero arte, salvo empresas como la de los hermanos Atayde, que ha tenido una producción consecutiva a lo largo de 59 años en el Distrito Federal con sus presentaciones durante invierno."

La fabulosa historia del circo en México además de reivindicar al circo como una gran tradición nacional tiene la finalidad de rescatar, en sus más de 500 páginas, a los grandes artistas circenses.

"Debemos dar el lugar que les corresponde a las empresas de circo, aunque hay compañías que por necesidad han incorporado otras ramas que no tienen nada que ver con las actividades circenses, como es el caso del circo de la Chilindrina o del Chavo del ocho, que no es malo pero en cierta forma va en detrimento del arte circense", señala el autor del libro.

En el sentido de que se debe preservar el arte tradicional del circo mexicano, Revolledo plantea la creación de una escuela de circo en el país como se ha dado en Ucrania, Rusia, Francia y Alemania. "Es necesario que México empiece a darle un cauce académico a todas las manifestaciones del arte circense.

"Requerimos forzosamente profesionalizar este arte y modernizarlo, lo cual no tiene que ser una copia del Cirque du Soleil. Qué no podríamos lograr con la creación de una escuela dónde las personas estudiaran durante cuatro años para ser alambrista, malabarista o payaso porque el circo es como cualquier otro arte escénico."

Para Julio Revolledo el país ha producido grandes artistas de circo como Alfredo Codona, primer trapecista mexicano que logró el triple salto mortal en 1927.

A partir de Codona -explica- muchas familias de circo comenzaron a emigrar hacia el exterior para presentar actos de calidad, entre ellos los hermanos Atay- de con sus ejercicios que realizan en barras.

En entrevista, el investigador expre- sa que en México no se le ha dado el lugar que merece al circo dentro de la cultura nacional: "Quizá el menosprecio al arte circense parte de un desconocimiento real de la profesión, a veces, tenemos la impresión de que la gente se dedica al circo porque no tiene otra cosa que hacer, pero en realidad hay familias que por generaciones se han mantenido.

"El circo es un arte que corre en las venas; la gente que se involucra en el arte circense difícilmente lo deja, son personas que al estar en el medio no lo cambiarían."

Asegura el investigador que como expresión artística el circo no morirá porque el ser humano tiene la necesidad de jugar los objetos con destreza, domar a un animal, y en ese sentido, las disciplinas circenses de gimnasia, acrobacia y malabarismo son un reflejo de la vida cotidiana. "El circo incorpora los sueños del hombre, como es el caso de los trapecios en donde el ser humano puede volar", agrega.

La fabulosa historia del circo en México coeditado por el CNCA y Escenología, es un recuento de lo que ha sido la actividad circense durante varios siglos, pero además es un homenaje a toda la gente que ha luchado por mantener vivo al circo en el país.

El libro será presentado por Lucina Jiménez y Alfonso Morales el 30 de junio a las 19 horas, en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.

 
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