¿LA FIESTA EN PAZ?
Más música por dentro
"LA FIESTA DE los toros es un espectáculo integral en el que toro, lidiadores, vestuario, coso, público, sol, arena y música han de contribuir a la calidad de un todo armónico y suntuoso. Si toro y torero desafinan en la faena, muy probablemente los músicos trompiquen las notas, pues a tal grado se corresponden una y otra", señala el maestro Ramón Romo Lizárraga, concertista de viola, director del Conservatorio Nacional de Música de 1994 a 1998, desde 1997 director de la Camerata de Naucalpan y aficionado taurino hace casi medio siglo.
"DESDE NIÑO ME llevaron a los toros -dice el también director de la Orquesta de Cámara del Conservatorio Nacional- y lo que más me impresionó fueron el sol y la música. Ahora, si por la puerta de toriles sale lo que sale, no es de extrañar que en la plaza la banda de música desafine, carezca de vestimenta adecuada, toque dianas de trámite y reduzca su repertorio a manidos pasodobles."
"EL ESPECTACULO DEBE tener un gran nivel, desde el toro con edad y trapío y el torero auténtico, es decir, con afición, entrega, pundonor y celo, hasta una promoción y publicidad imaginativas, acordes con la emoción que se promete, pasando por la calidad de su arena, equilibrio en los carteles, jueces independientes y una banda de música profesional y brillante.
"POR BANDA PROFESIONAL quiero decir con todos sus integrantes calificados, con recursos y espacios suficientes para ensayos, estímulos y condiciones laborales dignas, hasta convertirse en otro elemento vivo del espectáculo, con un protagonismo justificado e intenso, al grado de que se le anuncie en los carteles como otro factor de atracción. Que sea capaz de promover el variado repertorio que existe así como de estrenar periódicamente obras desconocidas pero de calidad y que la empresa convoque a un concurso nacional de música taurina", añade entusiasmado el maestro Romo.
"EN QUIENES O en qué se van a inspirar los compositores ya es otro problema pues, como nunca, escasean los toreros interesantes y las rivalidades apasionantes aunque, haciendo de tripas corazón, tal vez alguien pueda hacer un réquiem por una plaza vacía o una misa a la muerte de la grandeza taurina. Esta crisis se refleja en todos los aspectos, al grado de que para las fechas más importantes la empresa prefiere traer a la banda de la Secretaría de Marina.
"TOCAR MUSICA DURANTE la faena -contesta- quizá no sea del todo impropio pero, claro, con una creatividad melódica acorde siempre con lo que se esté realizando en el ruedo, sin perturbar la música interior que entraña todo quehacer tauromáquico de excelencia. Ello aumentaría la intensidad de la gran faena, siempre y cuando no se trate de un pasodoble emergente que disimule carencias y refuerce efectismos, sino música fina, clásica o no, que sirva de fondo a la creación torera. Exactamente como lo vemos y escuchamos en documentales y videos, pero ahora en vivo, en gloriosa sincronía de movimientos, colores y sonidos", concluye propositivo el maestro Ramón Romo.