Usted está aquí: lunes 20 de junio de 2005 Espectáculos Celso Piña grabó video en el Cerro de la Campana

Celso Piña grabó video en el Cerro de la Campana

Monterrey, NL. El músico vallenatero de Monterrey Celso Piña filmó el pasado fin de semana el video del tema Cumbia campanera, tercer sencillo de su nuevo disco titulado Canto de un rebelde para un rebelde, en el que rinde homenaje al guerrillero Ernesto Che Guevara.

Ahora, la temática se remite a cuando Celso era niño y deambulaba como tantos de sus amigos por esos relieves inclinados propios del Cerro de La Campana, en la colonia Independencia, que lo vio crecer y jugar.

"En La Campana yo me deslizaba por todo esto -y con un ademán hizo una seña de panorámica-; eran mis territorios cuando no había nada de casas; por acá nos veníamos a corretear liebres", dijo el músico.

La Campana es una de las miles de colonias que rodean a Monterrey y que conforman el cinturón de miseria donde miles de muchachos buscan en qué ocupar su vida. Ahí creció Celso.

El sueño se fue volviendo realidad y Celso tocó para varios grupos, hasta que formó, hace dos décadas, Ronda Bogotá, que a la fecha lo acompaña a sus presentaciones tanto en México como en Estados Unidos, y próximamente en Centro y Sudamérica.

Durante la filmación del video de Cumbia campanera, muchos jovencitos se acercaron a saludar a Celso. Algunos vieron en él la posibilidad de que su futuro sea diferente, pero con base en el estudio. Cae el sol a plomo y salen los alumnos de secundaria. Se forman grupos de escolares que deciden ir a ver a Celso.

Los seguidores del acordeonista recuerdan que también en esos cerros se filmaron los videos de Cumbia poder y Cumbia sobre el río. Piña ya no vive en La Campana, sino en un rancho de Guadalupe, pero regresa a su terruño, donde viven sus padres.

Arturito, un niño de 4 años, le pidió un autógrafo y le hizo saber que también toca el acordeón. Otros, con más edad, recibieron un autógrafo en la parte de atrás de su camiseta.

Celso Piña rememoró cuando tocaba "bien feo" y le aventaban piedras para que se callara. Hoy lo saludan y lo respetan. Lo llaman, simplemente, El rebelde del acordeón.

Arturo Cruz Barcenas, enviado

 
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