CIUDAD PERDIDA
La manzana de la discordia perredista
Resurge la desprestigiada CID
En riesgo, la endeble armonía
NADIE, O muy pocos, de esos verdaderamente entusiastas pudo creer que el humo de la pipa de la paz que fumaron las tribus perredistas para la elección de su dirigente en el Distrito Federal durara más allá de la víspera. Y así fue.
HOY LA manzana de la discordia se llama Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y parte de la inmensa posibilidad objetiva que casi cualquier candidato perredista tiene para ganar la elección de 2006.
ESA ES una verdad que se sabe no nadamás en el PRD, sino también en los partidos de oposición, y en algunos, como el PAN, la derrota se acepta por anticipado. Pero eso no es todo, que cualquiera pueda ganar, es posible, pero que cualquiera pueda gobernar, y gobernar con una línea de izquierda, eso es hablar de otra cosa.
DE LOS perredistas que hasta ahora han planteado abiertamente su deseo de competir por la nominación de su partido, todos ya se han probado en las lides de la política parlamentaria, pero no todos se han probado como buenos administradores, ni mucho menos como buenos gobernantes. Y esas condiciones deberán, o cuando menos deberían, pesar en el ánimo de quienes tendrán que elegir al próximo jefe de Gobierno.
ESAS CONSIDERACIONES parecen no pesar, por el momento, en el jaloneo que entre las tribus se ha planteado para conseguir, también, las mejores condiciones rumbo a la elección abierta de donde saldrá el candidato perredista.
Y EN este contexto vuelve a aparecer la desprestigiada CID, que pretendía poner piso a uno de los sueños de control del bejaranismo: las elecciones vecinales, que quedaron pospuestas para después de 2006, como debería ser.
DESDE LUEGO que en el juego de la política eso, y otras cosas peores, es válido, lo que no parece estar en la línea del juego limpio es profundizar las diferencias entre las corrientes que compiten en esa organización a partir de decisiones cupulares que rompen la muy endeble armonía que se dio para elegir al presidente del partido.
LO DE mayor importancia por el momento -y ese momento significa: hasta después de la elección presidencial- es mantener los acuerdos mínimos de convivencia con base en plataformas democráticas que pueden disgustar a algunas corrientes, pero que significan mucho para los esperados triunfos en la capital y a nivel nacional.
SI LOS acuerdos subsisten, en la elección abierta que deberá dar con el candidato a la Jefatura de Gobierno, el PRD podría obtener la participación de hasta un millón de personas, cifra que estaría por encima de los votos que obtuvo el PRI en la elección pasada.
UNA PARTICIPACION de ese tamaño sólo se podrá conseguir si la contienda interna, anterior a esa elección, que ya se está dando, muestra a un partido homogéneo y maduro.
LA DESCONFIANZA de la gente y su ausencia de las casillas sería cuestión nadamás de perder el sentido político y de exhibir intereses de grupo que contravengan la idea, que por el momento tiene la población, del rumbo que se ha fijado para el Distrito Federal.
POR ESO el nombre de quien suceda por elección a López Obrador no es tan importante como la garantía de que, dentro del proyecto de izquierda, la ciudad continúe caminando hacia mejores condiciones de vida de sus habitantes.
EN ESE sentido, el PRD debería tener en cuenta que por ningún motivo, y menos aún los de grupo o fracción, la ciudad puede quedar en manos de la derecha, es decir, gobernada por el PAN o por el PRI.
CAMINAR HACIA el suicidio político no debería ser el camino de los perredistas, que hoy han rebasado los topes históricos de gente que confía en ellos. Las encuestas han colocado al PRD arriba de Acción Nacional en el país y los confirman como el de las mayorías en el DF.
NADA HA frenado ese ascenso, sólo las tribus podrán destruirlo. Ya veremos.