Confianza de la viuda de Mouawad en el "impacto" del triunfo del ex general Aoun
Crucial para opositores a Siria ganar 21 de los 28 escaños del Parlamento
Ampliar la imagen Votaci�n Tr�li, ayer, para elegir Parlamento en L�no FOTO Ap Foto: Ap
Zghorta, Norte de Libano, 19 de junio. Esta pequeña ciudad de las montañas del norte de Líbano debe ser el feudo de Nayla Mouawad, viuda del presidente Rene Mouawad, asesinado en 1989: el manantial de la oposición libanesa. Este domingo, en su casa solariega -una construcción del siglo XIX de muros de piedra decorada y los candelabros más coloridos en la historia del mundo-, Mouawad confiaba en que el "impacto" de la victoria del ex general Aoun en la ronda electoral de la semana pasada diera a los opositores a Siria los 21 escaños extras que necesitan para dominar el Parlamento. Los pronósticos no le son favorables.
El mesiánico mensaje de Aoun -reforma, no más corrupción; no confiar en políticos que criticaron a Siria pero permanecieron bajo dominio de Damasco- fue promovido con vigor por miles de estudiantes del colegio cristiano de San José en Beirut, cuyo héroe pasó 15 años de martirizante exilio en los infernales confines de París y ahora ha dado en compararse con Alejandro Magno.
Los pendones dorados de Aoun dominaron la ciudad de Zhgorta. "Yo habría pasado 15 años de exilio en París si con ello me hubieran devuelto a mi esposo", dijo en voz baja Mouawad, que es cristiana, igual que Aoun. "Los cristianos se sintieron víctimas y los servicios de inteligencia hicieron cuanto estuvo en sus manos por impulsar esa idea."
La sabiduría revelada en Líbano es que el presidente Emile Lahoud, pro sirio, se afianzó en el poder al menos por dos años más, y permitió que Aoun volviera al país para dividir a la oposición, en lo cual tuvo éxito. El ex general, cuya fallida "guerra de independencia" contra los sirios costó 3 mil 500 vidas en 1990, obtuvo 13 escaños y seis más para sus aliados en la elección de la semana pasada; el "tsunami Aoun", le llaman aquí con insensibilidad, pero no es difícil ver por qué.
Allá en Trípoli, la segunda ciudad en importancia de Líbano, donde el castillo de San Giles, que data de la época de las Cruzadas, todavía resplandece en lo alto, el nuevo aliado de Aoun, el pro sirio primer ministro Omar Karami, ya anciano, se sienta en su palacio con renovada confianza en sí mismo. Téngase en cuenta que Aoun, el guerrero anti sirio, es ahora aliado de Karami, uno de los amigos más cercanos de Damasco.
"Confío en Aoun por sus principios, no por otras razones", expresa Karami, hermano de otro ex primer ministro (también asesinado, debe agregarse), Rashid. "Lo que él dice es lo mismo que hemos demandado durante 20 años: el fin de la corrupción, reformas en todo el Estado; estamos en contra del extremismo religioso, que llevará a Líbano al desastre."
¿Y Siria?, pregunto. ¿Qué hay de los intereses sirios en Líbano? Karami, recordémoslo, viajó a Damasco hace apenas dos meses para una reunión privada con el presidente Bachar Assad, que versó sobre la futura reforma del partido Baaz.
"Siria es nuestra vecina. Los libaneses somos vecinos de los sirios: nuestras familias son las mismas y no podemos dividir dos pueblos que son uno mismo... Vea en las calles de Trípoli los nombres de los propietarios de las tiendas: son los mismos que en cualquier ciudad siria. Sin embargo no soy optimista, porque Saad Hariri (hijo del asesinado ex primer ministro Rafiq Hariri) continúa lo que hizo su padre; declara la misma política que Walid Jumblatt (el líder druso), quien es responsable de lo que ha ocurrido en los 12 años pasados. Tenemos una deuda pública de 40 mil millones de dólares y el ingreso del Estado fue de 60 mil millones. ¿Qué fue de ellos?"
El llamado de Saad Hariri a la ciudad de Trípoli, de mayoría musulmana sunita, para que votara por sus aliados, se interpretó como un pedido de asistencia sectaria. Necesitan dos tercios de los 28 escaños del norte de Líbano. Este domingo las tendencias no parecían favorecerlos. ¿Qué pasará, pues, con Líbano? ¿Y qué con Siria, su hermana mayor?
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya