Usted está aquí: martes 14 de junio de 2005 Política Cuánto cuesta la torpeza

René Drucker Colín

Cuánto cuesta la torpeza

La semana pasada tuve la oportunidad de estar en Inglaterra, donde la Sociedad de Estudiantes Mexicanos en el Reino Unido me invitó a un acto que organizó como parte de sus actividades académicas. El encuentro se llevó a cabo en la Universidad de Essex. Aprendí en esta reunión que en el Reino Unido hay aproximadamente mil 500 estudiantes mexicanos y, según esto, 700 más o menos tienen beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecno-logía (Conacyt).

En la Universidad de Essex hay 108 estudiantes mexicanos y es el país que en esa universidad tiene más estudiantes, después de China, Grecia y Japón. Quedé realmente sorprendido. Si bien no conocí a todos los alumnos, sí por lo menos a un 40 por ciento.

Dos cosas me llamaron poderosamente la atención. La primera fue que todos (por lo menos los que tuve el placer de conocer) fueron no solamente enormemente atentos y educados, sino particularmente puntuales, serviciales, pero sobre todo, ordenados y digamos "muy ingleses". No sé si el tiempo que llevaban allá y el orden imperante los transformó, o si los que llegaron allá ya tenían esas tendencias. Tuve también la oportunidad de ver el trabajo de investigación que llevaban a cabo en diferentes áreas del conocimiento y el entusiasmo y el orgullo por el trabajo que estaban efectuando. El nivel de los muchachos, en general, es estupendo. Con esto no quiero decir que los que se quedan a hacer el posgrado en México no tienes actitudes similares, pues aquí también los estudiantes de posgrado muestran un gran compromiso con lo que hacen y desbordan también el entusiasmo, lo cual me trae al segundo punto.

Prácticamente ninguno de los estudiantes que estaban allá tenían idea de lo que les iba a deparar el futuro. La mayoría quieren regresar a México, pero no saben a qué, ni dónde los pueden emplear. Ciertamente los que se quedan en México tienen una situación similar. Todo esto señala un problema de fondo en el país y uno tendría que preguntar, ¿cuál es la visión del Estado mexicano sobre este asunto? No tengo idea de cuántos becarios del Conacyt hay en total esparcidos por el mundo, pero parece que hay muchos. Desde luego hay más en México y qué bueno, porque así se fortalecen nuestros posgrados y es más barato, pues las becas al extranjero son sumamente costosas. Dadas estas condiciones, ¿qué se piensa hacer a corto y mediano plazos para resarcir a la nación lo invertido y bien invertido en la educación de posgrado de nuestros jóvenes? ¿Cuál es la responsabilidad que van a asumir la Secretarí de Educación Pública (SEP) y el Conacyt para lograr que se aprovechen adecuadamente esos recursos humanos que con tanto esfuerzo se ha logrado fomentar? ¿Dónde están las estrategias de empleo y fortalecimiento de las universidades públicas de nuestro país para poder incorporar a algunos de estos jóvenes? Pues esas estrategias no las veo por ningún lado.

Quizás la SEP y el Conacyt tienen por ahí algunas "sesudas" estrategias, que desde luego yo desconozco, puesto que "seguramente" se discuten a nivel de gabinete, donde la ley de transparencia no alcanza a llegar.

Sin embargo, mucho me temo no hay tal, sino más bien hay falta de interés generalizada, pues la responsabilidad del Estado simplemente se limita a una fracción del proceso: las becas y ya, después que se hagan bolas. Me queda claro que el Estado no puede y no tiene la obligación de buscar trabajo a todos los que terminan un posgrado, pero ciertamente, si se han invertido sumas tan elevadas para que lo logren, debería impulsar las condiciones para que el proceso de empleo de estos jóvenes se facilite.

Es una pena que el Conacyt sólo se preocupe por las cifras alegres, resaltando la cantidad de becas que otorga, pero tenga la torpeza de olvidarse que esas cifras deberían redituarles a los propios becarios en su futuro, para que su trabajo permee y le reditúe a la sociedad mexicana en su conjunto.

 
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