La Iglesia católica manifiesta preocupación por el creciente estado de violencia
Imposible, detener el narco; ''se le dejó crecer''
''El narcotráfico se dejó crecer de tal manera que ahora es prácticamente imposible detenerlo", consideró el obispo de Ciudad Juárez, Chihuahua, Renato Ascencio León. Es preocupante cómo está práctica ilícita ''está tomando posesión de la ciudadanía'', sobre todo por la descomposición social que estamos viviendo, a causa de la pérdida de valores, añadió en entrevista.
A su vez, el obispo Felipe Arizmendi, de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, mencionó que, resultado de la reciente reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano, en todos los países de la región ''constatamos'' que no ha disminuido la corrupción, el narcotráfico y la violencia. ''Es creciente la degradación de las costumbres'', dijo.
En tanto, el obispo de Tlapa, Guerrero, Alejo Zavala Castro, puso como ejemplo lo que acontece en la zona de la Montaña, donde se constata aumento en la siembra y en el consumo de estupefacientes, en perjuicio de los más pobres.
Por separado, los jerarcas católicos externaron su preocupación por el aumento de la violencia y la inseguridad en el país, lo cual, consideró el obispo de Ciudad Juárez, ''no es exclusivo de ningún estado, de ninguna de las ciudades. Las autoridades se están involucrando, pero desafortunadamente hay casos en los cuales no se encuentra el hilo conductor''.
Hay crímenes perfectos, definió, en el sentido de que no dejan huella para esclarecerlos, pero también es cierto que necesitamos involucrarnos todos; la solución no debe quedar únicamente en manos del Estado. ''Debemos darnos cuenta, y en eso son conscientes las autoridades, de que el narcotráfico se dejó crecer de tal manera, que ahora es prácticamente imposible detenerlo. Nos da tristeza ver que no es sólo Ciudad Juárez, sino también Matamoros, Nuevo León, Mazatlán... Es preocupante ver cómo el narcotráfico está tomando posesión de la ciudadanía. Es peligroso, y ante ello no digo que no se esté haciendo nada, pero se deben redoblar esfuerzos".
También cuestionado al respecto, el obispo de Tlapa, Alejo Zavala, externó su preocupación por la forma en que está creciendo el negocio de las drogas, así como la impunidad. Un grupo de sacerdotes, apuntó, asistimos a comunidades con conflictos por límites de tierras en la Montaña, sin que éstos se puedan arreglar. Es un proceso largo, de muchos años, que requiere de un acompañamiento cercano a las comunidades en conflicto, pero "ha habido una serie de circunstancias que en lugar de mejorar, están empeorando la situación".
En este caso, añadió, las soluciones "no se alcanzan con almuerzos o entrevistas", como hacen partidos o políticos en general para subsanar controversias. ''Acá se llegan a quitar la vida'', además de que ''ha entrado la embriaguez muy fuerte, y entonces la venta y el consumo del alcohol contribuyen a que se pierda el control". A eso, agregó, también se suma una "presencia creciente del narcotráfico, que rebasa cualquier acción del gobierno''. El religioso consideró que los pobres "son caldo de cultivo" para el negocio de las drogas, por la condición de vulnerabilidad en que se encuentran. "Son más astutos los que se dedican a eso que quienes intentan hacer el bien", apuntó.
En su mensaje para la homilía de mañana en la Catedral de San Cristóbal, el obispo Felipe Arizmendi, por su parte, cuestionó que en México aumenten la corrupción, el narcotráfico y la violencia, como ocurre en el resto de los países latinoamericanos. Consideró injusto que haya personas creyentes en Cristo que al mismo tiempo se comporten de manera injusta: roben, sean corruptos, mentirosos, perezosos, infieles, deshonestos o exploten a los pobres, violen leyes, trafiquen con drogas o con seres humanos y practiquen abortos.