Editorial
Estridencia presidencial
Por más que durante este sexenio la opinión pública se haya habituado, o al menos resignado, a escuchar en forma cotidiana declaraciones presidenciales desentonadas, manifiestamente erróneas, ajenas al español o hasta involuntariamente chuscas, no puede pasarse por alto la acusación lanzada ayer por el titular del Ejecutivo federal al Congreso de la Unión, específicamente "a senadores y diputados del PRI y del PRD", a quienes responsabilizó del perceptible desbordamiento de la violencia delictiva que padece el país. Más aún, en un exceso de impropiedad y mal gusto, el presidente Vicente Fox "exigió", "a nombre de estas niñas" en referencia demagógica a las menores recientemente asesinadas en Ciudad Juárez "y de todos los que sufren violencia e inseguridad en el país", que el Legislativo "apruebe el proyecto de ley que enviamos hace más de un año", en alusión a una iniciativa en materia de seguridad y justicia.
No viene al caso minimizar las evidentes lagunas e imperfecciones legales que dificultan el combate a la delincuencia y la consecución de una mínima seguridad pública en el país, y resulta claro que los poderes de la Unión, así como los distintos niveles de gobierno federal, estatales y municipales comparten la responsabilidad por el incremento de la violencia delictiva y el acoso de la criminalidad contra la ciudadanía. Como señaló ayer mismo José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la persistencia de los feminicidios en la ciudad fronteriza tiene origen en la "falta de voluntad, desgano, tontería" de autoridades federales y locales.
Por ello, este nuevo exabrupto foxista no sólo falta a la verdad, en la medida en que omite la vasta parte de culpa que cabe al Ejecutivo federal en la degradación del estado de derecho, sino establece una nueva cota de hostilidad verbal del Presidente contra el Congreso y violenta, una vez más, el debido decoro republicano.
¿Acaso ignora el mandatario que carece de cualquier atribución para "exigir" al Legislativo que apruebe sus proyectos de ley? ¿Con qué derecho legal, moral y humano puede hablar a nombre de las víctimas de la violencia un Presidente que no ha hecho nada por erradicarla en cuatro años y medio que va de su mandato? ¿Qué sentido tiene degradar de esa forma la investidura presidencial y exponerla a un desprestigio mayor del que ya ostenta?
En el tradicional estilo del bandazo, una hora después de haber externado las palabras referidas, Fox se tomó el tiempo para darse consejos a sí mismo: propuso pasar "de la estridencia a la prudencia" y "de la cerrazón a la razón", y dejar de lado diferencias ideológicas y partidarias para "contribuir al fortalecimiento político, económico y social de nuestra nación".
Por desgracia, el mandatario no atiende sus propios propósitos y el país pierde gran cantidad de tiempo y energía en escuchar, rechazar y parodiar los traspiés declarativos del jefe del Ejecutivo federal. No hay semana, casi no hay día, en que las expresiones de Fox no generen confrontación institucional, cuando no un problema internacional, como fue el caso, la semana pasada, de la infortunada expresión sobre los negros estadunidenses y la posterior resistencia del guanajuatense a disculparse.
Durante más de un año el mandatario se dedicó a atacar, en cuanta ocasión se le presentó, al jefe del Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, con los resultados que todo mundo conoce. Fox tiene una responsabilidad principal, en suma, por el deslizamiento de la vida política nacional al ámbito de los dimes y diretes, los chismes y las guerras verbales, así como la consiguiente descomposición institucional que ello genera.
Por lo que hace a la violencia en general, y a la particularmente dolorosa y exasperante situación en Ciudad Juárez, el Ejecutivo federal dispone de leyes, instituciones y recursos para empezar a revertir la situación. Tiene en sus manos, en suma, la facultad de empezar a gobernar y dejar de ser el irritante desgobierno que, en materia de seguridad, como en otras, ha sido desde sus inicios y hasta la fecha.