Editorial
Morir en Foxilandia
El presidente Vicente Fox escogió un mal día para afirmar ayer, en el curso de una gira por Chihuahua que "el país está bien" y que "su gente está mejor que nunca". Y es que, al margen de las insatisfactorias cifras macroeconómicas, dejando de lado la galopante descomposición institucional y política en curso, sin tomar en cuenta la demolición de la política exterior e independientemente de la persistencia exasperante de rezagos sociales, ayer "ayer, ayer, ayer", podría parafrasearse ocurrió una decena de ejecuciones perpetradas en diversos puntos del país: Sinaloa, Nuevo León, Distrito Federal, Jalisco, Veracruz.
Ciertamente, en materia de inseguridad y violencia ha habido días peores, y tal vez los asesinatos de la víspera se encuentren cerca de una media amarga e indignante a la que la sociedad empieza a acostumbrarse y a la que las autoridades ya se habituaron, por lo visto, desde hace tiempo. En la suma de los ajustes de cuentas del narcotráfico, los conflictos entre individuos llevados hasta el límite, los saldos rojos de la violencia familiar, las víctimas de la misoginia sociopática, los negocios frustrados de la industria del secuestro, las riñas simples y los crímenes pasionales, el país se desliza hacia un fondo todavía inimaginable de descontrol, ley del revólver o del cuerno de chivo y desprecio generalizado por la vida humana. En los primeros cuatro meses de este año se cometieron en Sinaloa un centenar de asesinatos vinculados con el narco o con ajustes de cuentas de corporaciones delictivas. En los primeros 15 días de la gestión de Daniel Cabeza de Vaca al frente de la Procuraduría General de la República ocurrieron en el país 36 homicidios relacionados con la delincuencia organizada. En ese mismo lapso, una decena de presuntos narcotraficantes se fugaron de diversas prisiones. En lo que va del año, 18 mujeres dos de ellas, niñas de siete y 10 años han sido asesinadas en Ciudad Juárez en la forma habitual: levantón, secuestro, agresión sexual, lesiones severas y fatales, abandono del cadáver.
Sería injusto, sin duda, atribuir toda la responsabilidad de la situación referida al nuevo procurador. En realidad, la gravísima ola de violencia que sacude al país es principalmente resultado de cuatro años y medio de falta de rumbo en las instituciones de seguridad pública y procuración e impartición de justicia, tanto estatales como federales. Estas últimas sí, en todo caso, responsables de no haber podido evitar el incremento de la criminalidad asociada al narcotráfico, mientras la PGR era usada como instrumento de golpeteo judicial contra adversarios políticos del gobierno foxista. Un ejemplo: recientemente, en plena campaña oficial contra el jefe del Gobierno capitalino, el encargado de combatir la delincuencia organizada, José Luis Santiago Vasconcelos, no hallaba nada mejor que hacer que exhibirse, rodeado de guaruras armados, a unos metros del domicilio de Andrés Manuel López Obrador, con el propósito evidente de intimidar al político tabasqueño. Los capos de la droga, mientras tanto, exhiben su poder en todo el país e intimidan a la sociedad con una espiral de fugas carcelarias, venganzas cruentas, desplantes de poder de fuego y toma del poder en buena parte de los penales federales.
Por lo que hace a las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, la ausencia o connivencia de las autoridades es anterior al foxismo, pero en lo que va de este gobierno siguen desapareciendo mujeres vivas y apareciendo cadáveres de mujeres con la regularidad de siempre. De nada ha servido la conformación de fiscalías y comisiones. La organización y las movilizaciones de los deudos han conseguido que el mundo esté enterado de la masacre e indignado ante ella, pero no ha logrado que el gobierno el estatal y el federal se entere de la existencia del fenómeno delictivo ni del sufrimiento de centenares de familias destruidas por la pérdida, en circunstancias atroces, de una de sus integrantes.
En esta circunstancia no puede pasarse por alto la propuesta concreta expresada ayer por el presidente Fox para hacer frente a la situación: "no hacer mucho caso de lo que se lee y se escucha", porque "el país está bien, sus indicadores están bien y su gente está mejor que nunca".