El bailarín, que ronda los 96 años, ignoraba que existía la canción mexicana
Angoa, personaje del danzón cubano, dio origen a La boa
Escrita hace más de 50 años, la tonada hace referencia a un magnífico bailarín que viste bien
Ampliar la imagen Ricardo Benedit Varela, personaje que siempre va bien vestido, a quien le compusieron el danz�ngoa FOTO Gerardo Arreola
La Habana, 19 de mayo. Las palmas truenan marcando el compás en el Círculo Social Jesús Menéndez, en el corazón del barrio bravo de Marianao, cuando la concurrencia rodea la pista y cobija al festejado, un hombre elegante, muy trajeado y con sombrero de galán, que baila un danzón mientras el coro ruge: ¡Es... Angoa!
Ricardo Benedit Varela cumple 96 años. Su tarjeta de presentación dice "danzonero mayor", pero pocos en la fiesta podrían recordar su nombre. Como dice la pieza, todos lo conocen por Angoa, porque sabe bailar.
Cualquier mexicano más que cuarentón dirá que algo le suena, que dónde habrá oído eso.
Es el danzón Angoa, compuesto en 1946 por Félix Reyna, un desaparecido violinista de la orquesta Arcaño y sus Maravillas, en honor a este personaje autodidacta, que fue empleado de oficinas públicas, inspector aduanal, cartero y boxeador; que llegó al grado 33 de la masonería, se hizo babalawo (oficiante) en la creencia afrocubana yoruba, y cuya fama retumbó en los salones y las peñas de baile de La Habana en los años 40 y 50.
Ya entrada la década de los 60 en México, la Sonora Santanera de Carlos Colorado tomó la base de aquel danzón cubano para lanzar La boa, su pieza emblemática.
¿Quién llevó ese danzón a México, cómo llegó a Colorado, por qué ni Angoa ni su amigo y representante Luis Hernández sabían hasta ahora de aquella versión?
Danzón en sociedad
Era 1909. Todavía gobernaba Porfirio Díaz en México, cuando Ricardo nació en San Leopoldo, un barrio popular surgido en la periferia de la antigua capital colonial. Castigado por una meningitis, habló ya muy grande, a los 7 años de edad, y lo hizo con defectos. De alguno de sus giros más frecuentes, los muchachos de la calle tomaron el apodo que lo seguiría como un sello, igual que sus trajes y su sombrero: Angoa.
Cuenta Ricardo que su madre, Rafaela, fue quien lo puso en contacto con el danzón. Ella era vicepresidenta de una de las agrupaciones que florecieron en Cuba en la primera mitad del siglo XX para cultivar el baile de salón.
Rafaela Varela animaba la sociedad Los Cocheros, integrada por conductores de carretelas tiradas por caballos. Ricardo y sus dos hermanos bailaban danzón, bajo la mirada maternal y la voz instructora de Rafaela.
Rebasada la adolescencia, Andrés, uno de los hermanos, fundó su propia agrupación de bailadores: la Sociedad Jóvenes de Concordia, bautizada así en honor a la calle de ese nombre. Angoa recuerda que ingresó a muchas de esas cofradías que se cruzaron por su camino y le abrieron las puertas: Los más Libres, Santiago Sport Club, el Club Océanico, el Club Adelante, la Sociedad de los Carteros. Algunas tenían su propio danzón, como la Unión Cienfueguera y el Isora Club.
Angoa tendría 18 o 20 años cuando se hizo socio de la Unión Fraternal, un templo para que negros y mulatos rindieran sus ofrendas a la danza matemática, en el barrio de Jesús María, en las goteras del casco histórico.
Pronto los hermanos Benedit Varela se hicieron de fama en la Unión Fraternal. Angoa era de los bailadores que se acercaban a la puerta y las ventanas, para lucirse frente a los que no eran miembros de la sociedad.
En 1948 la orquesta de Arcaño grabó el danzón Angoa en los estudios de la radiodifusora CMQ. Rafael entendió que había llegado el día de formar su propia fraternidad: el Angoa Sport Club.
Vestir y bailar
Angoa camina con un muletín, pero baila con propiedad. Casi no tiene gestos faciales. Viste con disciplina y tiene la lucidez suficiente para compartir sus recuerdos con La Jornada:
-¿Qué motivó a Félix Reyna a hacerle un danzón?
-El mismo lo dijo: mi forma de vestir, mi forma de bailar. Todo el mundo lo notaba.
-Además de su propio danzón, ¿cuál es el que más le gusta?
-Fefita -de José Urfé, uno de los padres del género.
-¿Qué recuerda de su sociedad de baile?
-Era muy chiquita, de poca gente, pero muy entregada al baile. Dábamos fiestas en varios clubes y en los jardines de La Tropical (una antigua fábrica de cerveza que hoy es el bailadero más popular de La Habana).
-¿Cómo hizo para conservarse tan bien a su edad?
-Me cuido, como poco y bailo todo lo que puedo.
-¿Es cierto que usted tenía mucho éxito con las mujeres?
-Demasiado.
-¿Y por eso vestía bien?
-A las mujeres les gustan mucho los hombres cuando visten bien. Yo vestía bien y bailaba buen danzón. Esa era la clave. Con el danzón uno luce la ropa y la compañera luce el abanico.
-¿Se puede conquistar a una mujer mientras baila danzón?
-Sí, señor. Bailando nace el amor. Usted va al cine y lo que está viendo es la pantalla. En el danzón usted siente a la pareja, la atrae.
Angoa y Hernández no pueden creer que exista La boa y que haya hecho bailar a una generación de mexicanos. Quieren buscar el eslabón perdido.