Segregación a creyentes no católicos
Ampliar la imagen Cantos religiosos de una ind�na chamula evang�ca durante una ceremonia en la comunidad de La Hormiga, en los alrededores de San Crist� de las Casas, Chiapas FOTO Heriberto Rodr�ez/ Archivo La Jornada
El nivel de segregación que tienen los mexicanos en general hacia grupos vulnerables provoca que prácticamente 30 por ciento de los ciudadanos estén de acuerdo con que se reubique o se aleje de una comunidad predominantemente católica a quienes profesan otra creencia religiosa. De acuerdo con la primera Encuesta Nacional sobre Discriminación -aplicada por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación-, la mitad de los pobladores opinan que mientras más religiones haya en el país, más conflictos habrá entre la sociedad y será más difícil inculcar valores a los hijos.
Poco más de 90 por ciento de integrantes de grupos religiosos no católicos -según los resultados presentados esta semana- dicen ser segregados por sus creencias, y el rechazo lo perciben más en el trabajo, la escuela, la familia y en hospitales públicos, en ese orden; y se subraya que para estos grupos en particular la discriminación aumentó durante el actual gobierno.
En proporción, 14 por ciento de los mexicanos consideran que en México los católicos deben tener más derechos que quienes profesan otras religiones, mientras 31.8 se manifestaron por que se enseñen todos los cultos en las escuelas públicas para que cada quien decida cuál quiere profesar, aunque 36.6 por ciento también señalaron que mientras más creencias se permitan en el país, más difícil será inculcar valores a los hijos.
La mitad de la población piensa que se violan los derechos humanos de las personas que profesan una fe distinta a la católica si las empresas donde laboran les descuentan un día por faltar al trabajo en una fecha importante para su religión. Sin embargo, cuando se pregunta sobre las posibilidades que éstos tienen para mejorar sus condiciones de vida, 63.4 por ciento de los ciudadanos consideran que son muy pocas, mientras no se les den empleos que correspondan con sus creencias, porque hay algunas cosas que les están prohibidas, y en tanto se incluya en las escuelas públicas la enseñanza de alguna religión en particular.
En general, en México las personas que integran este sector tienen un círculo de amistades reducido, por la discriminación de que son objeto, pero también porque cuentan con valores diferentes que les dificultan la convivencia.
Uno de cada tres mexicanos apunta que no estaría dispuesto a permitir que en su casa vivieran personas de una religión distinta a la suya, y cuando se cuestiona a quienes integran minorías religiosas sobre ideas que asocien con discriminación en su contra, mencionan que se les ignora, se les trata con desigualdad, intolerancia, limitación para sus cultos, se les excluye de trabajos, padecen violencia física y, en menor proporción, pobreza.
La segregación que padecen tiene que ver en mayor medida, según explicó el subsecretario de Prospectiva, Evaluación y Planeación de la Sedeso, Miguel Székely, con la falta de cultura, asociada con incomprensión.
En los pasados cinco años, según dos preguntas específicas de la encuesta al respecto, las oportunidades para las minorías religiosas no han aumentado y, por tanto, 70 por ciento de quienes las integran están de acuerdo con que el gobierno les otorgue subsidios especiales para atender sus necesidades básicas, sin importar su situación económica.
Como ocurre con los homosexuales y con las personas con una religión distinta a la católica, también los discapacitados y los pobres manifiestan que por su condición sufren rechazo de la sociedad.
Uno de cada tres mexicanos está de acuerdo con la idea de que en las escuelas donde hay niños con algún problema físico o sicomotor, la calidad de la enseñanza disminuye, y 41 por ciento, apunta que las personas con discapacidad no trabajan tan bien como los demás, por lo que consideran que es preferible otorgar un empleo a quien no presente dichas características.
Treinta y tres por ciento de los discapacitados aseguró que fue víctima de algún acto de discriminación por su condición el año pasado; casi 90 por ciento dijo tener menores oportunidades para insertarse en el sector productivo por el temor de las empresas a disminuir su productividad, y tres de cada cuatro piensa que tienen menos posibilidades de ir a la escuela que el resto de la población.
Rechazo en la familia
Aunque el rechazo lo perciben en mayor proporción en el trabajo, en los hospitales públicos y la familia también se presentan altos índices de discriminación. En el último caso, porque se les da menos libertad y se prefiere a sus hermanos; no se les permite realizar tareas sin ayuda o se les manda a escuelas especiales.
Con los pobres ocurre una situación similar, pero en este rubro 36 por ciento de los mexicanos indica que aquéllos viven en dicha condición porque no se esfuerzan lo suficiente, y 23.5 por ciento apunta que por su aspecto descuidado "da temor acercarse a ellos".