Usted está aquí: miércoles 18 de mayo de 2005 Cultura ''La vida se revela mediante las palabras, como monedas de oro''

Bernardo Atxaga presenta su libro El hijo del acordeonista, en México

''La vida se revela mediante las palabras, como monedas de oro''

El escritor vasco comparte con sus lectores la magia de su lengua natal: el euskera

Ahora se dedica ''ya sea a escribir una canción de amor o una novela sobre el fin del mundo''

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Debajo de las palabras hay vida y experiencias que abren el mundo, que lo hacen m�grande porque, al fin y al cabo, hablan de la infinita experiencia humana, manifiesta Bernardo Atxaga FOTO Jos�arlo Gonz�z

Por medio de su literatura, Bernardo Atxaga (Asteasu, Gipuzkoa, 1951) ha dado a conocer la belleza del euskera, idioma que no pertenece a ningún gran árbol lingüístico, sino que apenas es, como dice el escritor vasco, un pequeño brote echado por ahí, sin parientes, cuyas raíces no se conocen a ciencia cierta.

Por ejemplo, en El hijo del acordeonista (Alfaguara) -libro que presenta hoy en la ciudad de México, a las 19:30 horas en el Centro Cultural España (Guatemala 18, Centro Histórico)- el autor enseña a sus lectores la poesía y la magia de sus palabras natales: una mariposa en el País Vasco es una mitxirrika.

En entrevista con La Jornada, el también poeta explica que más que mágico, su lenguaje es inefable, ''aquello que no sabemos exactamente ni a dónde va ni de dónde llega. Al respecto, el euskera tiene la particularidad de ser una lengua solitaria, aislada, con características gramaticales rarísimas.

''Por ejemplo, en la lengua vasca no se distingue el género salvo cuando se usa el verbo. Pero para el resto de las palabras no existe el género, son neutras.

"Esta rareza hace que nuestra lengua sea llamativa, inefable. Y todo lo que nos resulta desconocido abre el camino a lo mágico, porque se sale de ese terreno donde vivimos y que tanto nos pesa sobre las espaldas que es la vida cotidiana, es decir, que lo más grato en la vida es aquello que rompe la monotonía, ya sea un dibujo, un paisaje o un sabor. Lo diferente rompe el hilo de la vida cotidiana, de lo monótono, de lo que llevamos arrastrando a bordo de nuestra vida."

Culebras y monedas de oro

Atxaga se manifiesta como un enamorado de la poesía, de la palabra, en particular de cómo unas y otras se van amalgamando, fundiendo: ''Me gusta cómo las palabras van saltando y cambiando de una a otra.

''Por ejemplo, uno de los préstamos nuestros al mundo es la palabra aquelarre, que significa literalmente lo que se ve en ese cuadro famoso de Goya: un macho cabrío. En vasco, aker es macho cabrío, y larre es el campo. Entonces, en el campo del macho cabrío es donde se celebra el aquelarre, ¡claro!

''Hay palabras, o mejor dicho, animales como la comadreja o las mariposas que reciben muchísimos nombres. En castellano, la palabra mariposa viene de una canción que decía 'María pósate', entonces se pensaba que las mariposas blancas tenían que ver con la virgen.

''Por eso, cuando aparecía una mariposa blanca los niños se ponían a cantar, no sé con qué música, pero con un sonsonete: 'María pósate, María pósate'. De ahí viene mariposa. Otro de los nombres en vasco de mariposa en jinkoilo, que literalmente significa 'la gallinita de dios'.

''Esto quiere decir que la poesía del mundo nos llega únicamente mediante las palabras, no hay otro modo.

''Como cuando levantas una piedra del campo y te encuentras lombrices. Debajo de las palabras a veces aparecen culebras, pero a veces te encuentras lo que llamo monedas de oro: la vida que revelan las palabras.

''Debajo de las palabras hay vida y experiencias que te abren el mundo, que lo hacen más grande porque, al fin y al cabo, hablan de la infinita experiencia humana.

''Al respecto, aclaro, no soy nada barroco. No me interesa el espectáculo de la palabra. Sé que Sor Juana Inés de la Cruz era una extraordinaria poeta y que sus sonetos son como música de cámara.

''Pero mi acercamiento a las palabras no va por ahí, no va hacia la belleza sonora de la lengua, sino hacia la vida que esconden las palabras, cosa que no siempre es fácil encontrar, pues las palabras están llenas de secretos y, como bien se sabe, un mero cambio de tono en una palabra puede significar dos mundos completamente diferentes.

''Al final, en los poemas se buscan las palabras en el terreno donde fueron dichas, en el contexto.

''Es decir, una frase que parece anodina en este momento, se transforma cuando conocemos la historia que hay detrás. Por ejemplo, en mi familia se menciona mucho una frase de mi abuela: 'vaya prisa que teniáis', así nada más, resulta muy anodina. Pero aquí está la anécdota: ella tenía cien años de edad y por primera vez se enfermó, le dio un ataque cerebral tremendo.

''Como llamaron inmediatamente al médico, le pareció que se habían apresurado y soltó la frase, que es un poco tragicómica, pero a ella, que nunca se había enfermado en cien años, le parecía que había sido muy rápido el llamar al doctor: 'vaya prisa que teniáis'. Eso es la literatura."

Idolatría por la lengua vasca

Bernardo Atxaga estudió ciencias económicas en la Universidad de Bilbao. Antes de ''comenzar a vivir", como él define su trabajo de escritor, desempeñó varios oficios: maestro de euskera, guionista de radio, librero, empleado en un banco.

Con la aparición de su novela Obabakoak (1988) creó un mundo y un ciclo que ahora cierra con El hijo del acordeonista. La lucha por un espacio y por abrir brecha a sus colegas vascos está concluida: ''Cuando iba a la escuela, viví la experiencia de que, si alguno de los maestros nos oía hablar en una lengua que no fuera el castellano, nos castigaba de manera muy violenta. Al pasar el tiempo, cobramos conciencia, y también poder. Ahora ocurre que el grupo cultural al que pertenezco, el vasco, ya tiene su poder. Entonces, la que era nuestra lengua oculta, por la que sufrimos castigos, ha pasado al otro extremo: idolatramos esa lengua. Los diccionarios como el Azkue casi lo leímos como si fuera un texto sagrado.

''Pero un escritor debe de seguir adelante. Tuve una fase juvenil, con esa lengua mía traté de alcanzar un telón de fondo, es decir, las verdades universales, temas que a todo el mundo le importan. Pero ahora creo que hay que dar el paso de lo universal a lo particular, el cual es a través de un agujerito como el de los ratones en las casas. Buscar la vida que arrastran las palabras.

''Por eso digo que estoy al principio de mi vida literaria. Completamente liberado y despreocupado de asuntos como la defensa de mi idioma, pues ya hay un montón de gente trabajando en eso. Y ahora me dedico, ya sea a escribir una canción de amor o una novela sobre el fin del mundo."

Después de Obabakoak será "una nueva vida" para el escritor, que ahora le seguirá el rastro a sus experiencias en lugares ajenos, diferentes a su entorno: ''Voy a escribir sobre experiencias que me han resultado distintas, como tener un familiar hinduista o vivir seis meses en un pequeño pueblo italiano. La novela se va a llamar Doce casas en Francia. Pero aunque hay una sensación de extrañeza al conocer a personas de culturas diferentes, quiero aclarar que es siempre superficial. Estoy convencido que todos los que integramos el género humano somos parecidísimos. Por eso, ni siquiera me planteo el término tolerancia, ¿tolerar qué? Todos somos lo mismo".

Respecto a esa defensa tan férrea de su idioma, Bernardo Atxaga dice que, ante la lenta desaparición de las lenguas indígenas en lugares como América Latina, la experiencia vasca es tan sólo ''el corcho que llegó con la marea. No somos la Luna que crea la marea.

''Nunca habría sido un escritor en lengua vasca, a pesar de ser mi lengua materna, si no hubiese existido un movimiento político que nos dio valor, sin una caja de resonancia, sin una sociedad que llegó a esa conclusión. La defensa de la lengua se trata de un movimiento social que siempre se traduce en términos políticos. No obstante, no se trata de una prioridad cuando existe una lucha por los derechos básicos.

''Sólo cuando una sociedad ha dejado atrás la miseria y la gente vive más o menos cómodamente, es cuando surge la necesidad de tener, por ejemplo, una orquesta. Siempre he dicho que la defensa del idioma es una actitud biológica sofisticada, pues aquel que no tiene qué comer, no puede pensar en otra cosa."

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.