¿Por qué lucha hoy la sociedad civil?
Secuestrada de su origen gramsciano (Antonio Gramsci) y despojada de su carácter clasista, la "sociedad civil" como concepto sustituyó, paulatina y paralelamente al de-sarrollo y auge del neoliberalismo, al concepto "pueblo". Se le sustrajo reiteradamente de la estructura de lo "político" oponiéndola incluso a la misión de los partidos y, por tanto, rodeándola de cierta autonomía.
En México, en un momento de radicalidad conceptual, la vanguardia exponencial impuso como antiobjetivo que la sociedad civil "no luchaba por el poder".
En su origen gramsciano, el concepto de sociedad civil en México fue marginal y netamente teórico. A partir del terremoto de 1985 su conceptualización se masifica, extiende y penetra como sinónimo de participación, antimanipulación partidaria y gubernamental, así como apropiación de la lucha pro derechos por parte de la sociedad, sin vanguardias ni estructuras formales. Sin duda se trató de una vía de expresión contra la cultura del corporativismo y del clientelismo político, convirtiéndose en un concepto aliado de "ciudadanía", "democracia participativa" que explota en el lenguaje sociológico, ideológico y político en 1988.
El concepto de sociedad civil en México tiene dos aspectos: nace como concepto liberador contra las formas corporativas establecidas por el régimen de partido de Estado y, al mismo tiempo, como instrumento que favorece los cambios neoliberales del Estado mexicano y el de su papel en la economía. Se desarrolla como un aliado de la desregulación económica a favor del libre mercado, impulsando la participación comunitaria en redes que intentan, "acompañadas" por una estructura de apoyo financiero de "organismos no gubernamentales", la sustitución de las políticas de seguridad social bajo responsabilidad del Estado.
"Lo pequeño es bello" (Shumpeter) se liga al concepto multinodal de la sociedad civil y, por tanto, es un concepto ligado a Internet. Las más de las veces está en lucha contra la manipulación habitual de los medios masivos de comunicación que impulsan desde abajo, asesorando y orientando, las políticas públicas en torno a la sustentabilidad ecológica y las secuelas que deja el nuevo orden económico global.
La sociedad civil intenta reconstruir desde la racionalidad de sus activistas el tejido social que destruyó la penetración trasnacional, así como la quiebra de las economías nacionales; se opone a la globalización de los intereses de las economías centrales impuestas como supuestos "consensos" que disfrazan en los hechos una nueva etapa de relación imperial y subordinación, marcando las heridas crecientes entre el norte y el sur.
En Argentina, luego de la quiebra económica que devino en crisis política, el concepto de sociedad civil radicalizó su postura frente a la clase política. Esto se extendió en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos a raíz de la invasión a Afganistan e Irak.
No obstante, en México el concepto de sociedad civil está en una encrucijada ante el hecho paradójico de que ha sido vanguardizada por la clase política de la cual constantemente se deslinda y de los medios de comunicación de los cuales recela y protesta. La manifestación "blanca" contra la inseguridad de julio de 2004, así como la del 24 de abril de este año "contra el desafuero", han devenido en dependencia frente al poder político.
En la primera, convocada desde un perfil conservador, motivada por el miedo que genera la inseguridad ante olas continuas de crímenes y secuestros, fue tomada por los medios de comunicación electrónica como una prueba del rating, lo que les regresó su condición de monopolio para ejercer el control del pensamiento y una democracia basada en encuestas. Resultado: marchas y desapareces.
En la segunda, con una raíz de mayor tradición participativa, la sociedad civil hizo suyo el derecho exclusivo de la clase política "al fuero", instrumento que por naturaleza establece el privilegio de los políticos sobre los ciudadanos que históricamente ha sido, más que un instrumento de libertad, una herramienta para proteger mayoritariamente a políticos corruptos.
La marcha del 24 de abril, antesala de una insurrección ciudadana, es obra, en parte, de la influencia de la prensa internacional; sin embargo, terminó considerando que el causante del despojo de su derecho al voto era "un estadista". Resultado: en el conflicto se le convocó como "pueblo", pero luego del acuerdo cupular de 20 minutos, ahora se le llama "los ciudadanos".
En los hechos esto ha provocado que la sociedad civil haya perdido su autonomía frente a la clase política y que esté subordinada a la manipulación de los medios de comunicación. Nunca como ahora fue demostrada su presencia en ambos actos y probada su debilidad como protagonista, pues hoy la sociedad civil ha sido tutelada por los medios de comunicación del poder de facto y por la clase política, cerrada y minoritaria.