Obstáculos y riesgos del movimiento lopezobradorista Fin de la resistencia, ¿camino a la victoria? Arturo Cano Cuando se fue el moñito tricolor nació la pregunta:
¿Ya ganaron? Falta todavía. Se logró una victoria mayor, diría espectacular, y uso el adjetivo no como propio, sino como lo usa una revista tan mesurada como The Economist. Sin embargo, conociendo la política mexicana sabemos que todavía falta mucho. ¿A poco no hubo quien sacó las copas de champaña? No lo he visto. No sé si porque todo mundo se había hecho a la idea de que la lucha iba a ser más dura o si han sido tantas las derrotas en el pasado que la gente conserva una sana prudencia. En el caso particular de López Obrador, y lo sé porque lo he escuchado de él, sabe que quien cae en la soberbia pierde. Y cuando empiezas a ver las dificultades en todos los campos, lo que falta, te das cuenta de que tienes que poner los pies en la realidad. El pasado 9 de mayo, López Obrador comenzó el aterrizaje en su nueva realidad, al anunciar que el 31 de julio dejará la jefatura de Gobierno para contender por la candidatura presidencial del PRD. Ese día, en su tradicional conferencia mañanera, López Obrador se quitó de la solapa el distintivo de la "resistencia civil pacífica": "Estamos entregando el moñito, dijo, y no queremos volverlo a usar; ojalá y no se vuelva a usar para enfrentar agravios a la justicia, a la libertad y a la democracia". Para algunos, ese día el moñito tricolor se convirtió en un signo de interrogación que emblematiza las dificultades y dudas sobre la primera campaña perredista que arranca ganadora en las encuestas. Los factores de la derrota Manuel Camacho pone "los pies en la realidad" y habla no de por qué pueden ganar la presidencia en julio de 2006, sino de por qué pueden perderla.
Ex salinista, ex regente de la Ciudad de México y ex comisionado para la paz en Chiapas, Camacho enumera algunos ingredientes que alejarían la posibilidad de una victoria electoral: divisiones mayores en el PRD o de éste con el "movimiento ciudadano"; falta de "claridad estratégica que nos lleve a perdernos en mil pequeñas batallas"; que no "se haga la chamba porque todo mundo esté pensando en los puestos o candidaturas que va a tener"; que no se tengan estrategias adecuadas de comunicación, buenos asesores de imagen y de publicidad; y desperdiciar "los limitadísimos recursos económicos en tonterías". "Si perdemos la legitimidad del movimiento sigue Camacho por cosas que lastimen a López Obrador o muestren de nuevo las partes oscuras de la política, eso nos puede llevar a que todo se caiga con mucha rapidez". Estructuras paralelas Manuel Camacho, y con él los jefes de las Redes Ciudadanas cuya sola existencia causa escozor en las filas perredistas, abogan por un "mando único" en los meses por venir. Los perredistas, desde hace ya más de un año, insisten en que López Obrador "necesita al partido" y en que el PRD no será un accesorio decorativo en la batalla por la presidencia de la República. En realidad, los perredistas deberían estar acostumbrados. En 1994 y 2000, el candidato Cuauhtémoc Cárdenas otorgó siempre a su equipo de campaña un mayor poder que a la estructura partidista. Ahora, aún sin ser candidato, López Obrador se reúne cotidianamente con diversos equipos, sean las redes o los comités creados para la defensa contra el desafuero. Para Camacho, lo que vendrá es una "decantación natural", pues "quien hace el trabajo es quien finalmente tiene influencia". Con Cárdenas siempre corría por un lado el PRD y por otro su comité de campaña, muchas veces en franco pleito. ¿Cómo será en este caso? Tiene que haber una coordinación política. Si no hay una organización política única, al final se estarán desaprovechando muchísimos recursos. Es obligado un nivel de madurez muy grande del PRD y de los que estamos fuera. El PRD tiene 18% de las intenciones del voto y para ganar necesitamos por lo menos el doble, ese crecimiento no se va a lograr con los viejos métodos. Pero tampoco se va a lograr de manera automática, por decir que uno está en el PRD y otro en una red ciudadana, o donde sea. Al parecer la "coordinación única" sólo podrá ser el mismo López Obrador. Cuesta mucho trabajo (pensar en tal coordinación) pero es perfectamente posible, sobre todo con un criterio como el que digo: al que no funciona no lo tomas en cuenta y te sigues. Algunos dirán que no están de acuerdo y se quedarán como voces testimoniales, pero dejarán de ser funcionales a un movimiento político. Lo de la marcha es un movimiento político. No es un movimiento organizado, que tenga todo definido, no; pero ahí está una expresión de inconformidades reales y de inconformidades potenciales, de aspiraciones, y además es un movimiento que no es nada más de frustración y de enojo, sino es un movimiento que sabe que puede ganar. En la medida en que Andrés Manuel siga concibiendo la posibilidad del triunfo, va a contribuir a fortalecer esas mismas posibilidades y a disciplinar los intereses particulares o corporativos. Las plazas y las encuestas Desde 88 se sabe que las plazas llenas no votan. Pues sí, pero... yo diferenciaría: las plazas llenas no votan, pero las encuestas sí votan. Y tenemos las plazas llenas y las encuestas. Ahora bien, con ambas cosas de todas maneras podemos perder la elección, y de ahí la importancia de la estrategia política, de las alianzas, de la coordinación única al final, y del enorme trabajo que hay que hacer en todos los campos dice Camacho.
En las encuestas preliminares que los perredistas y sus aliados han conocido por estos días hay motivos para el optimismo. En algunas, López Obrador alcanza 40% de la intención de voto. Su partido, el PRD, también se ha visto beneficiado. Incluso en el círculo de López Obrador se dice que el presidente Vicente Fox tomó la decisión de dar marcha atrás en el desafuero luego de conocer encuestas en las que el PAN se iba a tercer lugar por vez primera en 15 años. ¿Adiós a la "oposición funcional"? El hecho fue simbólico: atrapado por la multitud, el nuevo presidente del PRD, Leonel Cota Montaño , no pudo llegar al Zócalo el domingo 24 de abril. Gozaron la anécdota sobre todo aquellos en las filas perredistas que lo acusan de desconocer "las tripas del partido". La fragilidad de su liderazgo será uno de los factores que trabajarán contra el PRD y a favor de las "redes ciudadanas" o la fórmula que López Obrador decida para su campaña. Antes, claro, Cota tendrá que enfrentar el "factor Cuauhtémoc Cárdenas", si el michoacano se sostiene en la decisión de contender en la interna del PRD. De ser así, el reto perredista será realizar un proceso razonablemente transparente, "el juego limpio" que ha prometido. En esa contienda será definitivo el papel que jueguen las corrientes internas del PRD, que aceptaron la "candidatura de unidad" de Cota, a cambio de enterrar definitivamente su oferta de "autodisolverse" y confiadas todas en que podrían "influir" en un dirigente débil. Las mismas corrientes tendrán el reto de demostrar si están dispuestas, sobre todo en entidades donde el PRD está balcanizado o sus dirigentes dependen de las prebendas de los gobernadores, que están dispuestas a una lucha mayor. El ex regente Camacho lo dice de esta manera: "Una buena parte del PRD ha sobrevivido y encontrado su espacio en la función de ser una oposición, no diría leal como fue el PAN, pero sí una oposición funcional. Pero hoy lo que está de por medio es si seremos capaces de ganar el gobierno nacional. La mentalidad, las acciones, la coordinación y la disciplina tienen que ser completamente distintas". Conocedor de los perredistas desde que negociaba con ellos en nombre del salinismo y cercano a muchos que desfilaban frecuentemente por sus oficinas Manuel Camacho dice que si se siguen teniendo reuniones de cinco o diez horas "para decidir una cosa nimia, pues esa organización no va a funcionar. Tiene que haber un nivel de eficacia y de disciplina muy superior al que ha sido la costumbre, porque no basta con decir que uno tiene la razón moral. El reto es el triunfo. La gente está esperando que se gane". Camacho es un convencido de que sin López Obrador como candidato, el PRD sería "tercera fuerza permanente" y hoy está frente a la "posibilidad de romper esa barrera". De Toluca a Madrid En las últimas semanas, el jefe de Gobierno ha acudido todos los fines de semana a los actos de campaña de Yeidckol Polevnsky, aspirante del PRD a la gubernatura del estado de México. Algunos críticos consideran que su presencia en esa campaña contrasta con su desatención a "temas mayores", aunque los perredistas se entusiasman porque, dicen, "cada vez que va le sube dos puntos". Cabeza de un grupo con influencia creciente en el jefe de Gobierno los secretarios Marcelo Ebrard y Joel Ortega, además de Ignacio Marván, Camacho dice que López Obrador "está atendiendo las cosas mayores, no con una cámara al lado, pero está hablando con la gente que debe hablar y con mucho éxito. La gente se tranquiliza cuando habla con él, les cae bien, se quita una serie de telarañas que trae en la cabeza". ¿Y el estado de México? Es una elección importante, pero el prestigio de López Obrador y el destino de la elección de 2006 no debe depender del estado de México. Ahí se tiene que hacer el esfuerzo para que salga lo mejor que se pueda, pero se ha perdido tiempo, ha habido algunos problemas, entonces tampoco te vas a someter a una dinámica que no está en manos de López Obrador. El desafuero sí era la batalla, el mexiquense es uno de los asuntos que hay que atender. ¿Es una debilidad de López Obrador lo que algunos llaman su falta de "puentes hacia el mundo"? No. Desde luego que los necesitas, pero lo que he visto es que ha sido muy exitoso en términos de la imagen que se está construyendo en el exterior. Basta ver la opinión de los principales medios internacionales. Lo que estos medios están buscando ya no es un tecnócrata más que hable perfectamente inglés y que sepa cuáles son las reglas de la globalización. Lo que están buscando son líderes políticos pues es lo que ya no hay en el mundo. Pero la coincidencia de los medios internacionales, aparte de calificar de torpeza el desafuero, era que López Obrador es un populista. Ha habido un cambio en los principales medios. Nadie dejó de reconocer que la manifestación no fue cualquier cosa. El New York Times, por ejemplo, en sus primeras notas hizo referencia al populismo, después fue la advertencia al gobierno mexicano ("no hagan tonterías"), y luego pasó López Obrador a ocupar la primera plana, lo que casi nunca ocurre con ninguna noticia latinoamericana. Algunos de sus críticos dicen, peyorativamente, que López Obrador nunca ha salido de Nacajuca. Andrés Manuel tiene más invitaciones al extranjero que cualquier otro de los precandidatos. Los otros van a tener que abrirse sus espacios en el extranjero. ¿Y ahora quiere, le interesa? Le interesa. Además son invitaciones no para ir a dar una plática aquí o allá, sino al más alto nivel y ya están. Lo va a hacer con una estrategia y en el momento más conveniente, pero además, mientras lo hace, la gente que tiene interés ya está en contacto, y eso ya ha servido para fortalecer esos conductos, abrir esas relaciones y generar un ambiente no sólo de confianza sino de simpatía política. No a los amarres La batalla contra el desafuero se convirtió en un imán que atrajo a la esfera lopezobradorista a fuerzas que habían mantenido prudente distancia o bien que no consideraban llegado el momento de pronunciarse por un candidato. Ahora, muchas de esas fuerzas comen ansias. En sectores del sindicalismo, de las organizaciones campesinas y urbanas, hay la queja de que no les abren la puerta. Es importante sentarse no sólo con todos dice Camacho, pero lo que no se puede esperar es que López Obrador se siente a negociar cuestiones particulares de cada quien, porque entonces no se va a ganar, sino se va a echar a perder una posibilidad de cambio, pues iríamos casi a una especie de negociación del presupuesto, donde cada quien va a pujar para conseguir sus cosas particulares, entonces ya no va a haber programa ni proyecto ni nada. Hay que establecer diálogo, pero no pretender que se llegue a amarres y compromisos de cosas tan detalladas que hagan imposible armar un triunfo electoral y establecer un conjunto de alianzas que es lo que va a permitir ganar. Los empresarios: de cercanos a irreductibles ¿La marcha y la decisión de Fox cambiaron la percepción de algunos empresarios que se habían acercado a López Obrador y luego se alejaron? Hubo empresarios que supuestamente estaban en contra y que mantuvieron la comunicación. Otros que estaban en contra y con el resultado de la marcha se han acercado. Y hay un grupo irreductible que va a seguir trabajando para que López Obrador no sea presidente por ningún motivo. ¿Cuál es el poder de los irreductibles, qué riesgo representan? Nuestro punto de partida no debe ser irlos a derrotar, sino convencer a todos los que se necesite convencer, sabemos quiénes son la gente clave, sabemos cuáles son los núcleos de mayor influencia y tenemos que actuar ahí. Tenemos una oportunidad grande, no diría de tener una victoria (electoral) contundente, pero sí suficiente para que no se vuelva un problema que nos eche a perder lo demás. Está perfectamente a nuestro alcance, con los empresarios mexicanos y con los inversionistas del extranjero. Menciono un caso: un grupo de gente que estaba muy en contra, alguien con bastante peso en Estados Unidos, nos hizo favor de traerlos. Cenamos dos personas con ellos el domingo 8 de mayo, y López Obrador habló con ellos. Al salir de la oficina me dijeron: "No hay problema, ya es otra cosa". El López Obrador de centro En el cambio de percepción de los empresarios, ¿influirá que López Obrador haya abandonado su "anclaje en la izquierda" para declararse de "centro"? Sí, pero no puede ganar la presidencia de la República si abandona sus fortalezas en la izquierda, que son fundamentales, tanto que sin esa marcha no sería candidato. Y esa marcha la hizo la izquierda, aunque también hubo otros sectores, pero fundamentalmente fue una marcha de la izquierda, mucho más allá del PRD, se juntaron todos. Pero también no se puede, ni ganar ni gobernar, en un enfrentamiento con los empresarios, con el gobierno de Estados Unidos o en un pleito con el Ejército. Todas esas cosas son de sentido común y las tenemos que despejar; entre menos enemigos, mejor. ¿En cuántos casos se ha topado López Obrador, en sus reuniones con empresarios, que le pregunten si va a ser como Hugo Chávez? El tema ha avanzado en todos lados. Esa y otras eran preguntas casi obligadas. La primera si va a regresar a los tiempos de Luis Echeverría y José López Portillo, y la otra si va a ser como Chávez. La primera ya se cayó, ya no funciona y creo que pronto tampoco va a funcionar lo de Chávez. Mucha gente se va a dar cuenta de que es una cosa inflada. Además lo de Chávez no es un asunto de opinión pública general, no es un asunto de votantes, es una manera de buscar confrontarlo con ciertos grupos de influencia dentro y fuera de México. El operador sobre la falta de operadores Durante su paso por la regencia capitalina, Manuel Camacho solía atender, por instrucciones de Carlos Salinas de Gortari, muchos asuntos fuera de la competencia de su cargo. Dirigentes campesinos, sindicales, urbanos, políticos en general, de todos los niveles y procedencias, acudían a sus despachos cuando las cosas se atoraban en la Secretaría de Gobernación o cualquier otra dependencia. El propio López Obrador, que en esos años encabezó el llamado Exodo por la Democracia, fue uno de quienes negociaron con Camacho. A la luz de esa experiencia, el ex regente dice que hoy "desafortunadamente el gobierno federal no tiene quién esté arreglando las cosas. El secretario de Gobernación ha atemperado algunos problemas, aunque no se note sí lo ha logrado en algunos casos; pero hay muchas cosas que están sueltas y entonces no hay claridad sobre los interlocutores y eso ha contribuido a seguir generando mal ambiente y a que no terminen de arreglarse la cosas". Para hablar sólo de uno de los asuntos recientes, cita el caso del revivido Pemexgate. "Independientemente de la opinión que cada quien tenga sobre el tema, es evidente que si no pudieron hacerlo hace dos años cuando fue muy costoso para el gobierno, sacarlo de nuevo de la manera en cómo lo sacan pues no va a llevar a nada útil, simplemente va a contribuir a tensar más las relaciones con el PRI pero sin ninguna ventaja clara". No ponerse dignos A usted lo califican como el principal estratega político de López Obrador. ¿Lo es? No me pongo ningún calificativo. El me ha invitado a participar en las redes ciudadanas, estoy haciendo mi tarea en el norte del país y trato de serle útil, pero ya aprendí que en esto la discreción y no pretender hacer cosas que no sean útiles es lo conveniente. Sí me interesa el éxito del movimiento, pero no que digan que yo logré tal o cual cosa en Coahuila, eso para mí es secundario. Para mí los objetivos no son los míos, son los objetivos de que un movimiento finalmente triunfe, de que el país pueda tener una oxigenación política, una relegitimación de sus instituciones, una oportunidad de crecimiento y de justicia que no ha tenido estas décadas. En esa ruta, Camacho y los camachistas son los que se precian de haber "atemperado" el discurso de López Obrador y se disponen a ganar la interna perredista en una elección que el PRD sí tiene ganada de antemano: la de jefe de Gobierno del DF. Y en esa ruta, Manuel Camacho insiste en las ventajas del "centro político": "Si tiene la posibilidad de ganar, como la tiene López Obrador, es importantísimo que no vayamos a vivir un fin de sexenio en donde el riesgo-país aumente, donde las tasas de interés se vayan muy alto, donde puede haber devaluaciones. Todo eso no sólo lo va a pagar la próxima administración, con una enorme limitación para hacer cualquier cosa, lo pagaría la sociedad mexicana. ¿Con qué derecho, por no hacer la tarea o por ponerte muy digno o muy agresivo le vamos a pasar a la gente una carga que le podemos evitar? Tendremos más margen de darle un nuevo rumbo a la economía con menos presión financiera que con más presión financiera. |