La CNTE reproduce muchos de los defectos del sindicato oficial, considera
Alarmante injerencia del SNTE en la educación pública: Fuentes Molinar
Da pena que muchos gobernadores estén atados de manos en materia de instrucción por los compromisos que adquirieron con Gordillo durante su campaña proselitista, sostiene
Ampliar la imagen Olac Fuentes recomienda a la CNTE mirarse en serio y reformarse FOTO Mar�Mel�rez Parada
Olac Fuentes Molinar, ex subsecretario de Educación Básica y Normal, y quien fuera el primer director de la desmantelada Fundación SNTE, es una de las voces más críticas del papel que juega actualmente el sindicalismo magisterial en México. Advierte que la injerencia del corporativismo, encabezado por Elba Esther Gordillo, ha llegado en este gobierno, el del llamado "cambio democrático", a niveles que no alcanzaba desde los años gloriosos del caciquismo de Carlos Jonguitud Barrios y esto -sostiene- le hace un enorme daño a la educación pública.
Su análisis incluye también a la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) -el otro brazo del gremio magisterial-. En su opinión es una alternativa que está en riesgo de descomposición, porque tiende a reproducir muchas de las prácticas del sindicalismo dominante, lo que lamenta, pues representaba un contrapeso y una opción para los maestros.
Fuentes Molinar, filósofo y estudioso de la educación, fue el primer director de la Fundación SNTE, un centro de investigación que gozaba de prestigio pero que fue desmantelado cuando alcanzó autonomía académica del sector oficialista.
Por haberse involucrado a fondo en las labores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Fuentes Molinar tiene oportunidad de confrontar lo que ha ocurrido con el proyecto gordillista a lo largo del tiempo. "La llegada de la profesora Gordillo fue bajo un discurso de renovar prácticas, de involucrarse de lleno con lo educativo. Eso desapareció con extraordinaria rapidez. De ahí vienen muchas de mis diferencias. No es que hubiera ingenuidad mía y de mucha otra gente, pero como que valía la pena ver qué tan serio era el asunto", afirma en entrevista con este diario.
Expresa su inconformidad sobre el poder que ha alcanzado el SNTE sobre la conducción de la educación pública. "A escala federal, el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Reyes Tamez Guerra, no da un paso sin consultar con la profesora Gordillo. Bajo la máscara de la corresponsabilidad, la injerencia sindical ha llegado a niveles que no alcanzaba desde los años gloriosos de Jonguitud Barrios", refiere.
Hoy, en la mayoría de los estados, apunta, los gobiernos locales no pueden tomar decisiones sobre asuntos realmente importantes, pues se encuentran paralizados por sus alianzas con el SNTE, cuyas jefaturas imponen funcionarios, vetan iniciativas, controlan plazas y prestaciones.
Da pena ver a muchos gobernadores, de todos los partidos, atados de manos por los compromisos que adquirieron en campaña o por las presiones que reciben y aceptan, multiplicando la burocracia para acomodar más recomendados, incapaces de sanear y fortalecer lo que realmente importa en las escuelas, inventando costosos programas marginales para no chocar con el núcleo duro del poder gremial. Todo por la promesa de llevar la fiesta en paz, afirma.
Lamenta que la consecuencia de esta relación viciada sea la generación de un clima de desmoralización en las aulas. En ese ambiente moralmente destructivo, lo que debería sorprendernos, señala, es que existan tantos maestros que trabajan con dignidad, con los recursos que tienen a su alcance, con lealtad para sus alumnos y para las familias que confían en la escuela.
Como primera parte de su reflexión, pide no confundir la enorme burocracia político-gremial que gobierna el sindicato con la gran mayoría de los maestros. "La clase política que encabeza Elba Esther Gordillo habla a nombre de los maestros, amenaza en su nombre, pero no representa ni sus derechos más legítimos, ni sirve a los intereses de la educación nacional, sino que se sirve del sistema educativo como fuente de poder".
Tres son los aspectos que cuestiona más del liderazgo de Gordillo Morales: su connivencia con la "pareja presidencial", el uso de recursos y el poder del sindicato para intentar crear un partido político (Nueva Alianza) y la reforma estatutaria que convirtió lo que era un liderazgo moral en un "caciquismo, en una especie de monarquía hereditaria que es lo que le permite tener este gobierno a distancia".
Explica que esa forma "patológica" del sindicalismo hace un enorme daño a la educación pública. El costo económico es incalculable. ¿Cuánto cuestan los comisionados, algunos durante décadas, los aviadores, las plazas vendidas, las prestaciones condicionadas, los negocios colaterales? ¿Cuánto del gasto presupuestado jamás llega a las escuelas, atrapado en la complicidad de las burocracias de los gobiernos y del gremio?, se pregunta.
Y sin embargo, apunta, el mayor daño no es económico, sino moral. Es resultado de la cultura de desprecio que el liderazgo del SNTE ha fomentado hacia el trabajo honesto y el esfuerzo verdadero.
"En los discursos podrán decir lo que quieran, en los hechos están la corrupción y el favoritismo, la tolerancia y la protección de la irresponsabilidad y la incompetencia, hasta de conductas legalmente punibles. Para la mayoría de los jefes sindicales no hay mayor virtud que la incondicionalidad", reafirma.
También tiene una mirada crítica de la CNTE, porque sus demandas y movilizaciones se han convertido en una rutina previsible y desgastante.
La tesis de que los maestros viven en la miseria ya no es creíble para una sociedad mayoritariamente empobrecida, dice. La postura de que todo se resuelve con más presupuesto y con aumento salarial da la espalda a los enormes problemas que afectan la calidad y la normalidad de la vida escolar, y en los cuales el maestro tiene una responsabilidad que no puede ignorar.
Lo peor es que ahí donde partes de la CNTE ejercen poder, tienden a reproducir muchas de las prácticas del sindicalismo dominante: la avidez por los puestos públicos y el control burocrático, el sectarismo y la intolerancia, la falta de responsabilidad frente a la escuela, la indolencia amparada en un discurso victimista.
-Si las marchas ya no son una opción, ¿qué debería hacer la disidencia?
-No sé si la CNTE está dispuesta a mirarse en serio y a reformarse, y a ganar esa enorme mayoría de maestros que no está involucrada directamente en esta pugna y que sea un sindicato como muchos gremios de maestros en el mundo que desempeñan un papel de defensa de derechos. Pienso por ejemplo en la American Federation of Teachers (AFT), de Estados Unidos, o en los sindicatos franceses que tienen una opinión educativa bien elaborada.
-¿Que otros asuntos deberían atender los disidentes?
-Hay muchos derechos legítimos que están mal atendidos, como la jubilación y la formación continua seria, que no sean el autodidactismo, los cursitos o los negocios de enseñanza virtual.