Usted está aquí: sábado 14 de mayo de 2005 Política La amenaza nuclear en el siglo XXI

Gonzalo Martínez Corbalá

La amenaza nuclear en el siglo XXI

Este mes arrancó en Nueva York la revisión quinquenal del Tratado de No Prolifera- ción Nuclear (TNP), que tiene 188 países miembros; en este contexto, en su discurso inaugural, Kofi Annan lanzó una ominosa advertencia a todas las potencias -que no son pocas- para que hagan un esfuerzo para eliminar sus arsenales, lo cual se ha hecho en incontables ocasiones sin que se obtenga algún resultado concreto que pudiera ser una esperanza fundada para el mundo de este siglo XXI.

¿Qué otra cosa puede hacer el secretario de la Organización de las Naciones Unidas sino lanzar advertencias en momentos considerados críticos?, o bien hacer llamamientos que resultan ser completamente desoídos y generalmente ignorados por las potencias nucleares, y en cambio escuchados con gran preocupación por el resto del mundo que percibe la amenaza de que, por un error o accidente, o por un acto terrorista, pudiera desatarse una conflagración de dimensiones y consecuencias incalculables e imprevisibles. Es decir, que de los 188 países firmantes del TNP hay únicamente cinco potencias nucleares reconocidas en éste que pueden tener y tienen armamentos nucleares; éstos sí que constituyen armas de destrucción masiva, cuya capacidad ofensiva es verdaderamente inconmensurable.

Los países que son reconocidos en el TNP como potencias nucleares están todos en el hemisferio norte: Estados Unidos y su territorio Alaska, Reino Unido, Rusia, China y Francia. Entre todos tienen poco más de 16 mil misiles de largo y corto alcance, de los cuales aproximadamente 15 mil pertenecen a Estados Unidos y a Rusia. China tiene unos 400; Francia, 350, y Reino Unido, 185, todos de largo alcance. Es decir, con estos 16 mil misiles hay suficiente capacidad destructiva para hacer volar en pedazos a todo el planeta varias veces; por si no fuera suficiente, fuera del TNP están otros cuatro países: Israel, con 200; Pakistán, nación que se estima posee entre 30 y 50; India, con 30-40 (estimados), y Corea del Norte, que pudiera tener una o dos armas nucleares. Por otra parte, hay todavía otro que sí está en el TNP, que se sospecha que tiene programas de desarrollo de armas nucleares, que es, por supuesto, Irán.

Por eso dice Kofi Annan que es necesario llegar a una fórmula que conjugue la no proliferación y el uso pacífico de la energía nuclear.

No parece una verdad puntual, ni tampoco que resista un análisis serio, la afirmación del presidente George W. Bush, hecha en Holanda, en el contexto de su gira por Europa, de que la Segunda Guerra Mundial es comparable con la lucha contra el terrorismo, sobre todo si estaba pensando en el brutal atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, o a la que se ha desatado en Irak a consecuencia de la guerra, que no parece tener fin, a juzgar por las noticias diarias que nos traen los medios internacionales.

En estas mismas fechas se reunieron 50 mandatarios de todo el mundo en Moscú, en la conmemoración del 60 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. En este festejo no todo fue miel sobre hojuelas, pues los países del Báltico discutieron el papel de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en ocasión del pacto germano-soviético de 1939, y luego lo acontecido en la posguerra.

También parece ser que no todas las potencias que participaron están muy de acuerdo con la paternidad de la victoria. En todo caso para el Kremlin es indudable que en estas fechas se celebra la fiesta de la victoria, y no les falta razón, si recordamos que a la URSS le costó más de 25 millones de vidas.

El presidente Bush se reunió, en un ambiente de mucha cortesía, con su homólogo Vladimir Putin, y antes de salir a Tbilisi, en el Cáucaso occidental, dando por terminada su etapa rusa en este viaje, dio corteses reconocimientos a su poderoso anfitrión de que el pueblo ruso se entregó completamente a la lucha antifascista y que logró la victoria, no sin antes deslizarle una crítica con suavidad por la presencia, que calificó de "ocupación", de la URSS en el Báltico.

En todo caso, el balance final de esta celebración -como quiera que se considere desde las diferentes perspectivas que producen algunas divergencias de opiniones- siempre resulta positivo, si se considera que se trata de las dos potencias que poseen 15 mil misiles de corto y de largo alcance, del total de 16 mil que tienen los países que integran el TNP de armas nucleares, aunque un poco tardíamente, porque, a juzgar por el número y la potencia destructiva que tienen, ya la proliferación es un hecho consumado y no la detiene nadie, ni Kofi Annan con sus tibias recomendaciones -como de costumbre-, ni mucho menos se puede pensar que, con los pies en la tierra, las vayan a destruir las potencias nucleares, desgraciadamente.

 
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