Usted está aquí: miércoles 4 de mayo de 2005 Ciencias El cáncer y la osteoartritis, males que ya padecían los mexicas, revela estudio

María Elena Salas hizo análisis de restos de una colección del INAH, que reúne en libro

El cáncer y la osteoartritis, males que ya padecían los mexicas, revela estudio

DE LA REDACCION

A partir de una serie de estudios en restos óseos, pertenecientes a la colección que custodia la Dirección de Antropología Física (DAF), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la investigadora María Elena Salas Cuesta realizó análisis que abren el panorama sobre la investigación en diversas disciplinas en el campo salud-enfermedad y la herbolaria. Uno de los aspectos más importantes es que "hemos encontrado patologías que se pensaba que sólo existían en la actualidad, como el cáncer y la osteoartritis, así como interesantes tratamientos para cada una de ellas, sin que esto quiera decir que los mexicas tuvieran una cura para los tumores".

Parte de los trabajos, reunidos en el título Osteopatología de la población mexica. Algunos casos, fue presentada en el contexto de la exposición Las enfermedades que dejaron huella en la población pretérita de México, que se efectuó en el Museo Nacional de Antropología. Abordan al grupo mexica por medio del análisis macroscópico y radiológico de las principales lesiones óseas, identificadas en esta población prehispánica.

Uno de los puntos de partida del proyecto, explicó, fue ubicar a ese grupo en el tiempo y el espacio: a principios del siglo XI, los mexicas eran una población errante de filiación náhuatl que aspiraba a obtener territorios en la zona lacustre del centro de México y a participar en las relaciones sociales y económicas de los grupos ya asentados en la zona.

Lo anterior se explica por el hecho de que los núcleos poblacionales de tiempo aparecen como depositarios de una tradición cultural de centros más antiguos, como Teotihuacán o Tula. Los mexicas, en contraste, son referidos como los poseedores de un comportamiento áspero y hostil, con un modo de vida inferior a los de Azcapotzalco o Culhuacán.

Salas resaltó que uno de los propósitos de sus investigaciones era encontrar una serie de factores que determinaron, en su momento, las características físicas de los primeros pobladores de la cuenca de México, además de su alimentación y medio ambiente predominantes.

Una vez examinados los restos óseos y de acuerdo con el dictamen correspondiente, la investigadora dividió los esqueletos tenochcas con base en las diversas manifestaciones patológicas que presentan, como alteraciones osteoarticulares inflamatorias o infecciosas, congénitas, espongiohiperostosis, bucales y de tipo traumático.

"Es decir, siempre hemos padecido de lo mismo. Esta información es muy interesante porque, en términos de análisis médicos, abre completamente el panorama de estudio y de especialidad. Me refiero a que los datos recabados no sólo pueden ser empleados por antropólogos físicos, sino por especialistas de otras áreas, como médicos forenses y dentistas, por mencionar algunos ejemplos."

Esa información permitirá a los investigadores aproximarse al conocimiento de los estándares de vida y a la dinámica de este grupo social y en general de las poblaciones desaparecidas para poder explicarnos y entender el proceso de salud-enfermedad que predominaba en la época.

"Uno de los aspectos más interesantes de este trabajo es que hemos encontrado patologías que se pensaba que sólo existían en la actualidad, como el cáncer y la osteoartritis, así como interesantes tratamientos para cada una de ellas, sin que esto quiera decir que los mexicas tuvieran una cura para los tumores, por ejemplo.

"Lo relevante es que ponemos en evidencia el amplio conocimiento que tenían sobre la herbolaria y otros métodos de tratamiento en enfermedades que hoy se consideran graves. Las evidencias hablan de que los pacientes recibieron algún tratamiento y que su calidad de vida no sólo mejoró, sino se prolongó por varios años."

 
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