Usted está aquí: martes 3 de mayo de 2005 Cultura Los libros de historia niegan la raíz africana en México: Añorve

Culminan las jornadas culturales sobre la negritud en Guerrero y sus costas

Los libros de historia niegan la raíz africana en México: Añorve

Persiste la tendencia a ''invisibilizar'' esa realidad, deplora el poeta y promotor cultural

''Las autoridades nos confunden con cubanos u otros extranjeros, pero aquí nacimos''

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Ampliar la imagen Danza de los Diablos, interpretada por m�s y bailarines del Cerro de las Tablas, municipio de Cuajinicuilapa, en el contexto de las jornadas culturales que se efectuaron en el Museo Hist�o de Acapulco FOTO Mauricio Marat/ INAH

Acapulco, Gro., 2 de mayo. La historia la escriben los que ganan, y en México los que ganaron han dicho que los negros no existen en este país y sólo hablan de las raíces indígena y europea de los mexicanos, lo cual es falso porque tenemos otra raíz más, venida de Africa.

Habla el poeta y promotor cultural Eduardo Añorve Zapata, también fotógrafo y cronista de Cuajinicuilapa, en la Costa Chica del estado de Guerrero. Y agrega:

''Lo que pasa es que hay muchos lugares donde hubo mezcla (y la raíz africana se perdió). Pero en otros es evidente: en Brasil, Colombia, Perú, Estados Unidos o Cuba no se puede negar, pero en México, por cuestiones particulares de nuestra historia, se ha pretendido invisibilizar.

''Y efectivamente, durante mucho tiempo fue nocivo asumirse como negro. No eras dueño de tu persona, de tu trabajo. Sin embargo, después de la Independencia, los primeros que salen beneficiados con el nuevo estatus de mexicanos son los descendientes de africanos.

''Entonces sí conviene ser mexicano, porque ya no soy salta en el aire, salta patrás, mulato, negro. Ya no me prohíben cosas en función de mi piel o filiación étnica o racial. Pero qué pasa en la actualidad, que los libros de historia niegan esa realidad y en las ciudades las autoridades te paran y te confunden con cubanos u otros extranjeros. Pero éste es mi país, porque aquí nacimos."

Añorve llegó a este puerto con un grupo de músicos y bailarines del Cerro de las Tablas, municipio de Cuajinicuilapa, el cual participó con la Danza de los diablos en las Jornadas Culturales Negros, Mulatos y Morenos de Guerrero y sus Costas, realizadas en días pasados en el Fuerte de San Diego, sede del Museo Histórico de Acapulco.

El disfrute del cuerpo

Fue una muestra del erotismo y festividad que reflejó la singularidad de esa población de afromexicanos. Más de una decena de diablos con botas mineras, pantalones de mezclilla, chamarras o camisolas y máscaras de cuero, cartón y largos pelos de caballo danzó y percutió el suelo al ritmo de los sones tocados por un trío, como Anda de reculada, Urra pachucha, Ya se van los diablos, Señora, su periquito, Mira, nena o Son de salida.

Los diablos del Cerro de las Tablas también tocaron y bailaron El Palomo, pieza aparentemente de origen indígena.

''¿Qué es El Palomo? ¿Un préstamo (cultural), una mezcla? No sé", reflexiona Añorve.

Con ellos bailó La Minga, un hombre con vestido y máscara de mujer que potencializó el erotismo y sentido de la fiesta de esa población de origen africano que hoy habita el estado de Guerrero.

''Lo que reúne es el amor, lo que reúne es el erotismo, lo que reúne es la putería", comentó Añorve al conducir desde el micrófono las danzas de los diablos, y recordó a doña Catalina Bruno, una de las poetas vivas de la Costa Chica: 'Puta tú, puta tu nana,/ puta tu abuela y tu tía,/ cómo no vas a ser tan puta,/ si vienes de la putería'.

''Y es esto: la putería del cuerpo, del disfrute, del ojo que ve, de los pies que golpean el suelo, de los cuerpos que se mueven, del que toca el bote, del que toca la flauta, del que toca la charrasca", comentó el poeta en referencia al uso libérrimo del lenguaje en su pueblo.

Y citó a doña Constancia Mamatancha Jarquín, otra de las varias figuras femeninas de la cultura popular de la Costa Chica, ya fallecida:

''Mujeres para ónde van/ y yo que las voy siguiendo/ pobrecito de ese pan/ quién se lo estará comiendo/ qué mordidas le darán/ parece que lo estoy viendo."

Mamatancha también decía la copla: ''Ya el arroyo se secó/ le hizo falta la humedad/ pena de la vida tiene/ la mujer que no lo da/ sabe que el hombre lo ocupa/ con harta necesidad".

Se fue el mito, queda el rito

El trío de diablos lo conforman: don Juan en la armónica, llamada flauta entre ellos; Tenerino en el bote, instrumento parecido a un tambor y que al centro del cuero, en un hueco, se le amarra un palo que se talla con cera y produce una especie de rugido de jaguar, llamado tigre en la Costa Chica, y Simón en la charrasca, quijada de burro que se raspa como güiro.

Acerca de la Danza de los diablos, Añorve explica:

''Los diablos aparecen en época de muertos y vienen a convivir con los vivos, a comerse la ofrenda, a beber cerveza. Son espíritus de muerto que reviven y regresan a convivir. Una cosa así de elemental."

Y agrega: ''Los diablos salen del panteón en fecha de muertos pero esto es festivo, es la vida. Es el juego vida-muerte, eros-tánatos que se repite en tantas culturas. Son los tales arquetipos de la humanidad. Y ésta es la raza de los diablos". Estos, mientras tanto, gritaban vivas a la tradición antes de cada danza.

Acerca de las interpretaciones ''extraordinarias" que la academia suele dar a los fenómenos culturales, Añorve comenta:

''El mito ya se fue, el mito ya no lo tenemos. Tenemos el rito. Y eso es lo que vemos. Las interpretaciones están bien, suenan bien, pero a veces nos aferramos a que sólo sean como creemos que son."

 
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