Usted está aquí: martes 3 de mayo de 2005 Política Miedo a AMLO: ¿por qué?

René Drucker Colín

Miedo a AMLO: ¿por qué?

México, país mágico, donde todo parece poder ocurrir, donde pasa todo y no pasa nada. Durante varios meses la sociedad mexicana fue poco a poco interiorizándose en el inicialmente oscuro manejo de una "estrategia" urdida desde Los Pinos para eliminar a un candidato hacia la contienda electoral presidencial de 2006. Conforme avanzó la "estrategia" se asociaron a este proceso el PAN y el PRI, que junto con sus aliados en el gobierno federal cometieron el peor error del pensamiento político: hablar sobre política sin hacer referencia a los seres humanos. El gobierno federal se alió con las fuerzas más oscuras y corruptas de la política nacional, creando casi un problema de ingobernabilidad y de casi subversión del orden social con el único fin de asegurar su llegada a Los Pinos en 2006. El desenlace de la historia lo conocemos todos.

Emmanuel Kant señaló en el siglo XVIII en sus Principios fundamentales de la metafísica de la moral que "una acción para tener valor moral debe ser hecha a partir del deber"; aunque estoy casi seguro de que en Los Pinos nunca han leído a Kant, ciertamente hay que reconocer que la decisión de Fox en el asunto de López Obrador tuvo alto valor moral y que entendió claramente y asumió el mensaje que le envió el pueblo de México.

Sin duda los mexicanos debemos reconocerle a Fox que cumplió con su deber al tomar una decisión correcta, que a todas luces seguramente fue muy difícil adoptar por los antecedentes que tenía el proceso. Pero la gran pregunta que hay que hacerse es: ¿por qué el encono contra AMLO? Fuera del lugar común de que PRI y PAN quieren seguir gobernando, lo cual digamos en sí mismo representa una legítima aspiración política, ¿cuál fue la razón tan poderosa para tratar de evitar la democracia a un alto costo político?

A mucha gente desde luego que le gusta AMLO, pero a mucha otra no. Pero ¿por qué? Creo que la respuesta, aunque compleja, en cierta manera es sencilla. La vida de las clases populares tiene un destino social limitado: o la fábrica o el campo (y ahora ni eso, más bien el ambulantaje) mientras que la burguesía está organizada por reglas estrictas que le ofrecen otro destino. Del lado de las clases populares, las posibilidades de promoción social son casi inexistentes. El aislamiento y la relegación son prácticamente siempre su destino final. Por otro lado, la burguesía, a pesar de su heterogeneidad, en estos tiempos está unida por una misma aspiración, hacia la promoción social y la conservación y aumento de su patrimonio. La burguesía considera que las autoridades que gobiernen deben procurar mantener ese orden social; si no, se siente amenazada en sus principios fundamentales.

A mi juicio, la preocupación por la llegada de López Obrador a Los Pinos tiene que ver con esto último. Lo que nunca ha intentado comprender la "burguesía mexicana" es que las clases populares no sólo también tienen derecho a conservar y aumentar su patrimonio, sino que es imperativo que tengan la misma oportunidad de movilidad social.

La sociedad mexicana está demasiado polarizada, hay demasiado resentimiento social causado por décadas de promesas incumplidas y de engaños. El pueblo está cansado y ya no parece tener la paciencia de antaño.

La tarea que tendrá AMLO en el futuro, si contiende en 2006, es convencer de que la atención hacia las clases populares no representa ningún riesgo para nadie, sino, al contrario, representa la única vía posible para lograr la gobernabilidad que el país requiere para salir adelante.

Ojalá AMLO logre transmitir el mensaje hacia la población escéptica.

 
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