Usted está aquí: martes 3 de mayo de 2005 Opinión Desigualdad vs. explotación

José Blanco

Desigualdad vs. explotación

Dice Adolfo Gilly que Muñoz Ledo iba a ser el único orador en el Zócalo el pasado domingo 24 (cosa que no ocurrió), además del propio López Obrador, debido a que "representa a una corriente histórica de la izquierda estatal y desarrollista...; de esa izquierda leal a las instituciones en las cuales nació (Porfirio), y cuyo lema es combatir la de-sigualdad y la pobreza, y no la explotación, el despojo y el racismo, proviene el pensamiento político de Andrés Manuel López Obrador".

La izquierda, dice Adolfo, "necesita hoy una vez más organizar sus propias ideas...; donde dice 'desigualdad' hay que escribir 'explotación'". Sólo a este tema me referiré hoy.

En su Historia crítica de la teoría de la plusvalía (Ed. Venceremos, Buenos Aires, 1956), Marx muestra cómo el concepto de plusvalía se halla subyacente en pensadores anteriores a El capital -especialmente Petty y Ricardo-, pero el contenido del concepto aparecía mezclado y confuso en el análisis del proceso de trabajo.

En El capital, en un alto grado de abstracción, el concepto surge con precisión inigualable. Al examinar el proceso de valorización, Marx distingue con claridad el valor de la fuerza de trabajo y su precio en el mercado, del valor creado por el trabajador en el proceso de trabajo; divide -para el análisis- la jornada de trabajo en dos periodos, y en un riguroso encadenamiento lógico, concluye: "el segundo periodo del proceso laboral, que el obrero proyecta más allá de los límites del trabajo necesario (el trabajo necesario para producir un valor equivalente al valor de la fuerza de trabajo: JB), no cabe duda que le cuesta trabajo, gasto de fuerza laboral, pero no genera ningún valor para él. Genera plusvalor que le sonríe al capitalista con todo el encanto cautivante de algo creado de la nada...; la tasa de plusvalor es la expresión exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, o del obrero por el capitalista" (El capital, T. I., pp. 261 y 262, Ed. Siglo XXI).

A partir de este descubrimiento el concepto de explotación dio lugar a discursos teóricos equivocados, a moralinas panfletarias a raudales y a programas políticos erróneos, como el que el propio Marx hubo de criticar acremente al escribir su Crítica del Programa de Gotha, por ejemplo.

Diversas corrientes políticas europeas -especialmente los lassalleanos- habían concluido, de la lectura de Marx y su concepto de explotación, que los obreros debían recibir en valor el fruto íntegro de su jornada laboral para no ser explotados.

No tengo espacio para reproducir la dilatada lista de argumentos contra esta equivocada creencia, pero podemos señalar, por ejemplo, que si así hubiera ocurrido se habría consumido el fondo de inversión y la sociedad de hoy permanecería estancada en el nivel de desarrollo de mediados del siglo XIX.

En una sociedad comunista incipiente, del valor producido por el trabajador habría que deducir, dice Marx: "Primero: una parte para reponer los medios de producción consumidos. Segundo: una parte suplementaria para ampliar la producción; Tercero: el fondo de reserva o de seguro contra accidentes, trastornos debidos a fenómenos naturales, etcétera. ... Asimismo: los gastos generales de administración, no concernientes a la producción; la parte que se destine a satisfacer necesidades colectivas, tales como escuelas, instituciones sanitarias, etcétera; los fondos de sostenimiento de las personas no capacitadas para el trabajo, etcétera". Al examinar el problema de la desigualdad en una sociedad comunista incipiente, Marx argumenta por qué es inevitable, y concluye, después de un largo razonamiento: "Para evitar todos estos inconvenientes, el derecho no tendría que ser igual, sino desigual" (Crítica del Programa de Gotha, Marx, Engels, Obras escogidas, T. II, pp. 13, 14, y 16 passim, cursivas en el original, Ed. Progreso, Moscú, 1966).

Si no se explicita su sentido político actual, recuperar para un programa de izquierda el concepto de explotación equivale a proponer una vía revolucionaria o política directa a una sociedad comunista desarrollada.

Por el contrario, plantear la lucha contra la desigualdad es visualizar la gradualidad de un desarrollo social que deje un espacio social y político a las decisiones sobre la inversión necesaria para detonar las fuerzas dinámicas del desarrollo capitalista, espacio donde cabe plantearse una sociedad que un día pueda eliminar la explotación.

Un programa que tome como eje la lucha contra la desigualdad no es necesariamente el desarrollismo estatista propio del nacionalismo revolucionario en el que creen una parte del PRI y una parte del PRD. Pero hoy no existe espacio para una alternativa programática distinta a ésa y a la del PAN, con soporte político efectivo y suficiente.

Estando tan lejos de esa alternativa, procede la conformación de una agenda social, como la referida por Beatriz Paredes en el Encuentro para la transición democrática, como "núcleo articulador del país".

 
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