El organismo informa que 200 millones de personas serán débiles visuales
Para 2020, más de 75 millones de ciegos en el mundo, estima la OMS
El incremento de la población mayor de 65 años con problemas visuales, una de las causas
Urge atenderlo en las naciones en vías de desarrollo
Los efectos ecónomicos, devastadores
Pese a que en las pasadas décadas disminuyó el número de casos de ceguera asociada a enfermedades infecciosas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para 2020 más de 75 millones de personas en el mundo serán ciegas y 200 millones más débiles visuales, debido al incremento de las personas mayores de 65 años con problemas visuales y a una deficiente atención oftalmológica en la mayoría de la población.
En la actualidad, la ceguera y la debilidad visual afectan a más 161 millones de personas en el mundo, en su mayoría mujeres, por ello se ubica como uno de los problemas de salud pública más urgentes de atender en los países en desarrollo, ya que 90 por ciento de los discapacitados visuales viven en naciones pobres, y el costo económico y social que acarrea la atención médica y terapéutica de la ceguera puede ocasionar efectos "devastadores" en las economías débiles, ante la pérdida de productividad y oportunidades de empleo.
La OMS destaca que las principales causas de ceguera evitable están asociadas a la pobreza y a la falta de acceso a los servicios de atención oftalmológica de calidad, ya que se estima que la población de los países en vías de desarrollo tiene entre 5 y 10 por ciento más probabilidades de padecer esa enfermedad que las personas que viven en naciones industrializadas.
La ceguera y la debilidad visual son consideradas padecimientos con repercusiones de "gran envergadura para el desarrollo humano, social y económico del individuo, así como en su calidad de vida". Sin embargo, en la mayoría de los países pobres los recursos públicos destinados a su prevención y atención han disminuido, por lo que se estima que cada año se incrementa en al menos un millón el número de personas afectadas.
El organismo señala que en el mundo hay 37 millones de ciegos. De ellos 1.4 millones son niños menores de 15 años. Además, 124 millones son débiles visuales, pese a que en 80 por ciento de los casos la pérdida de visión se puede prevenir o tratar, pues sus causas están asociadas a enfermedades infecciosas, al incremento de población de la tercera edad y a los padecimientos crónicos como la diabetes.
Investigaciones recientes en el campo de la neurociencia para conocer el efecto de la ceguera en el cerebro humano revelan que a pesar de que muchas de sus funciones son bien conocidas, se desarrolla un proceso de reorganización distinto, de acuerdo con el sexo del paciente y la edad en la que se genere la enfermedad.
Gabriel Gutiérrez-Ospina, neurocientífico y catedrático del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que las investigaciones realizadas sobre los efectos de la ceguera en los mecanismos de organización y reorganización del cerebro y el cuerpo han confirmado que este padecimiento altera el cerebro de hombres y mujeres en forma distinta.
"Nuestro equipo de trabajo ha sido el primero en demostrar el dimorfismo sexual en individuos ciegos, es decir, las diferencias en las respuestas fisiológicas entre hombres y mujeres, ya que la reorganización del cerebro y el cuerpo ocurre de forma diferente en ambos sexos, al seguir patrones distintos de tiempo y magnitud."
Sabemos, afirmó, que cuando un individuo sufre ceguera congénita o a muy corta edad el cerebro tiene la capacidad de reorganizar las funciones de la corteza visual y transformarla para que sea capaz de procesar audición, tacto, gusto u olfato. Lo mismo sucede con las personas que perdieron la vista en la adolescencia o la vida adulta, aunque este proceso es mucho más lento y de menor magnitud que si ocurriera en los primeros años de vida.
Esta capacidad de reorganización de la corteza visual, agregó, es fundamental en los procesos en los que se utilizan prótesis neurológicas como los ojos electrónicos, que emplean una cámara especializada conectada a una computadora que envía impulsos eléctricos al cerebro, pues se ha demostrado que a los pacientes con ceguera congénita, es decir, quienes nunca han tenido experiencia visual, les resulta "muy difícil interpretar qué es lo que ven, mientras en el caso de las personas que han tenido experiencia visual la estimulación en la corteza les resulta mucho más fácil de comprender".
Gutiérrez-Ospina indicó que en la ceguera congénita el cerebro "recluta la corteza para procesar información de audición o tacto, y que al recibir información visual no sabe cómo procesarla, pues una vez que las conexiones de tacto y audición se han consolidado modificarlas nuevamente es muy difícil".
Uno de los objetivos de las investigaciones que realiza junto con su equipo de trabajo es establecer las bases de los mecanismos de organización y reorganización del cerebro y el cuerpo, para que en un futuro se puedan controlar estos procesos, "de tal manera que utilizando terapias o fármacos sea posible detener un poco este proceso de reorganización e implantar las prótesis neurológicas para dar tiempo a la corteza visual de no perder la totalidad de sus funciones, al frenar, en cierta medida, la invasión del tacto y del olfato".
El investigador indicó que ante la pérdida súbita de la visión ocurre un fenómeno de reorganización del cerebro por un evento "catastrófico" que lo obliga a realizar muchos cambios en un tiempo relativamente corto, mientras en el caso de quienes pierden la vista de forma progresiva, ya sea por edad o enfermedades crónicas, como la diabetes, "el cerebro realiza pequeñas modificaciones, en un primer momento imperceptibles, hasta iniciar un proceso más profundo para afrontar la ceguera total".
Terapia o prevención
Pese a que 80 por ciento de los casos de pérdida de capacidad visual se pueden prevenir o curar, de acuerdo con estimaciones de la OMS, las primeras iniciativas mundiales para atender este padecimiento sólo se concretaron en años recientes, ya que apenas en 1999 la organización mundial y el Organismo Internacional de Prevención de la Ceguera lanzaron el programa para la eliminación de la ceguera evitable, denominado Visión 20/20: el derecho a ver, con el objetivo de eliminar, antes de 2020, todas las formas de ceguera que se puedan prevenir y tratar.
A más de cinco años de su lanzamiento, cerca de cien país se han integrado, aunque la mayoría "carece de un plan nacional para la prevención de la ceguera" y no destina los recursos suficientes para enfrentar muchos de los factores más importantes, como el incremento de personas de la tercera edad sin acceso a atención médica y la desigualdad entre los géneros, lo que propició que un número "desproporcionado" de mujeres padezcan ceguera evitable, así como los resultados relativamente "escasos" de los servicios de salud existentes.
La OMS destaca que pese a que la inversión costo-beneficio en la prevención de la ceguera redunda en beneficios para la economía de los países afectados e influye positivamente en sus capacidades de desarrollo, los Estados aún no consideran las repercusiones en la pérdida de productividad a causa de la ceguera, así como los elevados costos de educación y rehabilitación.