Homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes
Evocan a Puga como una mujer que vivió las letras
El compañero sentimental de la escritora envió un texto en el que recordó los últimos años de la novelista
Ampliar la imagen Silvia Molina, Isaac Lev� Diana Bracho, David Mart�del Campo y Guillermo Samperio, en el homenaje a la narradora FOTO Yazm[in Ortega Cort�
Emotivo fue el texto del escritor Isaac Levín, en el cual narra los últimos momentos de la vida de su compañera María Luisa Puga (1944-2004), a quien se le rindió ayer un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes.
El texto será publicado en la revista Tierra Adentro. Algunos fragmentos fueron leídos por Héctor González Ramos, en sustitución de Levín, pues -según se dijo- persiste el dolor en él tras la muerte de Puga, el 24 de diciembre.
En el escrito, Levín hace referencia al amor, la lealtad, la solidaridad y las enfermedades que postraron a la autora de La viuda dos años antes de su muerte. Los detalles sobre los tratamientos que recibió en el hospital, las conversaciones y la hora final provocaron un nudo en la garganta entre quienes participaron en el homenaje y los asistentes a la sala Manuel M. Ponce.
Levín relata: ''En la tercera visita, puedo contar por lo menos nueve aparatos electrónicos que regulan lo que fluye hacia su cuerpo.
''En otro tiempo era sólo un par de botellas de suero. Te han atado a la cama para que tus movimientos no pongan en peligro esos flujos que tratan de salvarte, de mejorar las condiciones críticas; te han puesto tubos en la boca, en la nariz; te han metido agujas por cuanta vena pudieron hacer resaltar.''
La narración prosigue hasta el día final de Puga, quien vivió en Europa y Africa del Este durante 10 años y desde 1985 residió en Zirahuén, Michoacán, donde organizaba talleres literarios.
A su regreso a México, en julio de 1978, publicó su primera novela Las posibilidades del odio. De ahí y a lo largo de su trayectoria, Puga escribió unas 20 obras, entre cuentos, novelas y crónicas: Cuando el aire es azul (1980), Pánico o peligro (1983), La forma del silencio e Itinerario de palabras son algunas de ellas.
La adicción al cigarro, su amor por los animales, sus diarios y su disciplina férrea fueron aspectos rememorados por quienes la conocieron y participaron ayer en la mesa redonda: Saúl Juárez -titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)-, la actriz Diana Bracho y los escritores Guillermo Samperio y David Martín del Campo.
María Luisa Puga, dijo el director del INBA, nos cambió la vida, porque sin proponérselo nos ofreció una visión nueva del mundo de la literatura y de los sentidos.
''Sus muchos diarios son cartografías de viajes iniciáticos alrededor de cualquier cosa, del detalle más nimio o de los temas centrales de la actualidad.''
Saúl Juárez recordó el gusto de la escritora por los animales y su cercanía con los niños. ''Las computadoras avanzadas y las palm más sofisticadas la volvían loca, pero escribir era toda su vida; nunca antes he visto en alguien esa amalgama entre la vocación literaria y la vida misma: María Luisa vivió una existencia literaria.''
Mientras, Guillermo Samperio se refirió a su amistad con Puga, quien era cómplice y consejera en sus relaciones sentimentales.
Diana Bracho, quien leyó un texto de la escritora, recordó su amistad con ella, que se inició en Inglaterra y continuó a través de los años en México.
María Luisa Puga dejó inconclusas dos novelas; sus innumerables cuadernos de apuntes quedaron resguardados por su también amiga Elena Poniatowska, y en su último libro, Diario del dolor, narró su propio calvario.