La Iglesia católica está viva, joven y con posibilidad de crecer, asegura Benedicto XVI
No pretendo hacer mi voluntad, dice el Papa en su primera homilía
Recibe Ratzinger el palio y el anillo de Pescador; más de 350 mil personas asisten a la ceremonia
Pide hacer lo posible para ser "una sola grey"
Acuden 140 delegaciones gubernamentales
Ampliar la imagen Multitud de fieles saluda al Papa que recorri� plaza de San Pedro en un autom� descapotable FOTO Ap
Ciudad del Vaticano, 24 de abril. Más de 350 mil personas, así como jefes de Estado y representantes de gobierno de todo el mundo, asistieron este domingo a la ceremonia en la plaza de San Pedro en la que Joseph Ratzinger se convirtió en el líder de los mil cien millones de católicos.
"Mi verdadero programa de gobierno no es hacer mi voluntad, no es seguir mis propias ideas, sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y la voluntad del Señor", aseguró Benedicto XVI, cardenal alemán elegido Papa el martes pasado.
Entre los aplausos, el papa Benedicto XVI, de 78 años, recibió dos símbolos de su ministerio: el palio -una estola blanca bordada con cruces rojas, símbolo de las llagas de Jesucristo en la cruz- y el anillo de Pescador, que representa a San Pedro echando las redes.
Contrariamente a la imagen severa y fría característica de este "guardián de la ortodoxia" católica, ahora Ratzinger se mostró sonriente y emocionado ante las ovaciones.
"Rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, (...) para que no huya de miedo ante los lobos", pidió el primer Papa alemán en casi 500 años.
Pese a la enorme afluencia de fieles, esta misa no batió el récord registrado durante el funeral de Juan Pablo II, el 8 de abril, cuando alrededor de un millón de personas acudió al Vaticano. Según autoridades italianas, desde la muerte de Juan Pablo II más de 5 millones de peregrinos visitaron Roma.
En su homilía, interrumpida más de 30 veces por aplausos, Benedicto XVI recordó a su predecesor, Karol Wojtyla, y prometió continuar con su voluntad de aunar religiones. En este sentido, expresó sus mejores deseos para "mis hermanos y hermanas del pueblo judío", así como a "los creyentes y no creyentes".
También sostuvo que "Juan Pablo II hablaba a los fuertes, a los poderosos del mundo, los cuales tenían miedo de que Cristo pudiera quitarles algo de su poder", dijo. "Sí, El les habría quitado algo: el dominio de la corrupción, del quebrantamiento del derecho y de la arbitrariedad. Pero no les habría quitado nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa", añadió.
Un aparentemente relajado Ratzinger también pidió en su sermón que "hagamos todo lo posible para recorrer el camino hacia la unidad (...) Seamos un solo pastor y una sola grey".
"No es la violencia la que redime, sino el amor", aseguró el Papa, quien denunció un mundo de explotación, destrucción, alienación, sufrimiento y muerte que, dijo, se había convertido en un terreno carente de espiritualidad.
Frente a tales enemigos, dijo que su Iglesia estaba aún muy joven, viva y con posibilidad de crecer, aunque no pudo evitar cierto pesimismo al hablar de las "aguas saladas" de las que hay que rescatar a los peces o a las "redes rotas" de la Iglesia.
Antes de la misa, que duró casi tres horas, Benedicto XVI rezó ante la tumba de San Pedro, primer Papa de la Iglesia, ubicada dentro de las grutas vaticanas. La coronación concluyó con el llamado "rito de la obediencia" en el cual 12 representantes de la Iglesia se arrodillan ante el nuevo jerarca católico.
Unas 140 delegaciones gubernamentales, 37 jefes de Estado y de gobierno y representantes de todas las religiones asistieron a la ceremonia. Entre ellas destacaban los representantes de Alemania, como el presidente Horst Koehler, el canciller federal Gerhard Schroeder, y el gobernador de Baviera, Edumund Stoiber, región de la que es originario Ratzinger.
Asistieron además los reyes de España, el gobernador de Florida Jeb Bush, y el vicepresidente estadunidense Dick Cheney; los presidentes colombiano Alvaro Uribe; argentino, Néstor Kirchner; paraguayo, Nicanor Duarte, y salvadoreño, Elías Antonio Saca.
Por su lado, el canciller argentino Rafael Bielsa admitió a la prensa argentina en Roma que el gobierno de Kirchner y el Vaticano interpretan de modo "diferente" el caso del obispo castrense Antonio Baseotto, quien dijo que el ministro argentino de Salud, Ginés González García, merecería ser lanzado al mar por estar en favor del uso del condón y por lanzar el debate sobre el aborto. Días antes de ser nombrado Papa, Ratzinger, apoyó al polémico obispo.
En la plaza de San Pedro destacaban este domingo banderas de países latinoamericanos, españolas, estadunidenses y algunas polacas, pero principalmente la de Alemania, de donde llegaron al menos cien mil fieles.
En contraste con los frecuentes saludos en polaco del anterior Papa, Benedicto XVI no dijo una palabra en alemán. Los latinoamericanos también esperaban algo en español, pero Ratzinger siguió el protocolo: dijo la misa en latín y pronunció la homilía en italiano.
"Me pareció una homilía humilde, fácil de seguir", comentó Luca, quien alabó el estilo didáctico del nuevo Papa, que dedicó buen parte de su sermón a explicar el significado de los símbolos que recibía como sucesor de Pedro.
Para la francesa Laure Bigony, "nos habíamos acostumbrado a un Papa agonizante y Benedicto XVI me ha contagiado una gran alegría y esperanza".
Sin embargo, otros peregrinos tienen más problemas para olvidar el carisma de Juan Pablo II, aunque "Benedicto XVI será bueno porque parece dispuesto a seguir las huellas de su predecesor", según la brasileña Nete Bardasson.
Tras la ceremonia Benedicto XVI recorrió la plaza de San Pedro en un automóvil descapotable blanco, sin apenas medidas de seguridad y bendiciendo a los fieles que le aplaudían entre música de Bach y el repique de las campanas de la basílica de San Pedro.