Usted está aquí: sábado 16 de abril de 2005 Ciencias Construyen en Puebla Gran Telescopio Milimétrico para explorar el universo

Es el proyecto científico más importante de México, con una inversión de 115 mdd

Construyen en Puebla Gran Telescopio Milimétrico para explorar el universo

Con el aparato, los astrónomos buscarán la clave para la formación de las galaxias y las estrellas

El trabajo tiene un 85 por ciento de avance, afirma Emmanuel Méndez

JOSE GALAN ENVIADO

Ampliar la imagen Vista de los trabajos en el Cerro de la Negra, en Puebla FOTO Miguel angel Valle P�z

Puebla, 15 de abril. A 4 mil 581 metros sobre el nivel del mar, en la punta del Cerro de la Negra, en Puebla, Macario Barrios observa cómo un grupo de trabajadores, fatigados por la falta de oxígeno y ante un clima cambiante que en cualquier momento puede desatar una tormenta, arma una grúa de mil toneladas.

Residente de obra, Macario espera que terminen en unos días para comenzar a armar otra grúa, pero ésta de mil 200 toneladas, la misma que fue utilizada para colocar las ballenas de concreto en los segundos pisos del periférico, en la ciudad de México. Pero ahora se trata de montar el plato de 50 metros de diámetro del Gran Telescopio Milimétrico (GTM), el proyecto científico más importante y ambicioso del país. No es una inversión menor. Se calcula un total cercano a 115 millones de dólares, a partes iguales, más un costo anual de funcionamiento de millón y medio de dólares.

El objeto de este telescopio milimétrico -proyecto binacional en el que participan el Instituto de Astrofísica, Optica y Electrónica (INAOE) de México, parte de los centros Conacyt de excelencia, y la Universidad de Massachusetts, en Estados Unidos- es escudriñar el universo y poder determinar su origen, además de explorar la conformación de los cuerpos celestes.

Para ello, afirma el doctor Alfonso Serrano, a cargo del proyecto académico, la antena del telescopio captará ondas electromagnéticas con longitud de onda de entre uno y cuatro milímetros, llamadas microondas u ondas milimétricas -por debajo de los rayos gamma o ultravioletas inclusive-, a través de sus 180 paneles de movimiento independiente, y que forman parte del espectro luminoso, imposibles de captar con un telescopio óptico.

Para los astrofísicos y astrónomos, las galaxias más lejanas guardan la clave para responder a preguntas fundamentales sobre la historia, destino, edad y composición del universo. Para los científicos, son los indicadores fundamentales de masa, debido a que prácticamente contienen toda la materia luminosa del universo. Al medir la velocidad de la luz desde esos objetos para otear en el universo primigenio, se puede comprobar las condiciones en que se formaron las galaxias y las estrellas que observamos en el firmamento.

Rastrear el universo

La astronomía milimétrica se ha convertido rápidamente en una importante herramienta para analizar esas antiquísimas épocas, y para rastrear y categorizar la evolución en la formación de estrellas y galaxias hasta nuestros días. Y aquí los instrumentos e infraestructura del GTM proporcionarán un poderoso sistema para explorar la formación y evolución universales.

Los dos cuerpos principales del telescopio se encuentran ya, por separado, en el lugar. Primero, la base, que albergará a los científicos, las computadoras y los instrumentos de precisión, así como parte de los motores para el movimiento del plato, y el segundo elemento, con más de 180 paneles movibles, sujeto a un enorme balero sobre un bastidor. El paso siguiente es armarlo, instalar los equipos de cómputo y el software, y comenzar con las pruebas. Los técnicos esperan que esté listo a más tardar en abril del año entrante.

Este proyecto ha significado un reto para la ingeniería mexicana, pública y privada, porque levantar una construcción de este tipo ha debido llevar una infinidad de cálculos de todo tipo, sobre todo la fuerza del viento y las ventiscas, además de las descargas eléctricas, que bajan del Pico de Orizaba, a pocos kilómetros de distancia. El Cerro de la Negra, que en realidad es un volcán, fue seleccionado en 1997 como resultado de estudios de contenido de vapor de agua en la atmósfera mediante radiómetros instalados en varias montañas de México. Fue seleccionado entre 160 posibles lugares.

Amplio acceso a la bóveda celeste

La latitud del sitio, 19 grados al norte del Ecuador, constituyó un importante factor en la selección del lugar, y el telescopio tendrá amplio acceso a la bóveda celeste del hemisferio sur, culminando el centro galáctico a una elevación de 45 grados. Su ubicación exacta es 18° 59' 6" de latitud y 97° 18' 0" de longitud. La transparencia atmosférica del sitio, medida a una frecuencia de 225 Ghz es muy alta la mayor parte del año. Al igual que en el resto del país, los meses de verano son relativamente más húmedos y nublados. Por ello, las mejores condiciones de observación se dan durante el invierno. Las condiciones son semejantes al cielo de la Antártida.

El doctor Emmanuel Méndez Palma, gerente del proyecto por parte del INAOE, detalla que la antena trabajará a milésimos de milímetro, una exactitud equivalente a 50 micras o el grueso de un cabello, y eso, dice, es lo que ha hecho sumamente difícil su construcción. "La obra tiene 85 por ciento de avance. Y falta 15 por ciento, tanto en su construcción como de presupuesto. Esperemos que sí haya el dinero". Y agrega: "la precisión que requiere nos ha sacado canas verdes".

Por ejemplo, explica: soldar la pista de rodaje sobre la que girará el bastidor del telescopio fue como soldar un submarino nuclear; la base cónica y hueca requirió 54 mil toneladas métricas de concreto, casi la misma cantidad que se necesita para construir cien casas de dos pisos y cuatro recámaras, además de que a esa altura el concreto, como la varilla, debían calentarse para que no se congelaran. La empresa CEMEX debió levantar una planta de fabricación de concreto a escasos metros para abastecer la obra. Pero, sobre todo, reflexiona Méndez Palma, trabajar con ingenieros alemanes de la empresa Man fue toda una aventura del pensamiento.

Sobre la estructura de la antena, operadores de la compañía mexicana Pailería, de San Luis Potosí, debieron construir pequeños refugios para soldar las piezas del plato y los bastidores de los paneles, y lo hicieron con una técnica que le permita a la soldadura aprobar exámenes de rayos equis y de ultrasonido. La alimentación de energía eléctrica requerirá una planta propia. La Compañía Federal de Electricidad (CFE) proporcionará un megawatt de energía eléctrica, y los cableados y la línea están diseñados para soportar hasta cinco megavatios.

Aquí, Méndez Palma hace un paréntesis para brindar honores a los geólogos de la CFE. Revela que, por el tamaño del proyecto y de su inversión, Estados Unidos decidió que todos los cálculos del terreno y la construcción fueran revisados por científicos de la NASA y del famoso Jet Propulsion Laboratory (JPL), no fuera a ser que a los mexicanos se les escapara algún detallito. Pero ahora, dice, la NASA se quita el sombrero y ya no duda nada sobre el trabajo de los especialistas mexicanos. Honor a quien honor merece.

El ingeniero Fernando Méndez se encuentra a la sombra que proyecta la estructura de la antena. Observa a varios trabajadores de su responsabilidad pintar la estructura con pintura anticorrosiva. Es un tratamiento de última generación para evitar los efectos del clima en todas y cada una de las partes que componen la obra.

"Realmente se la juegan estos hombres, porque a estas alturas no hay estabilidad por el viento, que lo mueve a uno deveras", dice sin quitar los ojos de "mis muchachos". Están utilizando más de 2 mil 500 litros de pintura especial para todo el telescopio, con una garantía de 12 años, capaz inclusive de resistir rayos ultravioleta, la nieve, el agua y el polvo.

Un proyecto de grandes ligas

La obra ha dado trabajo a los habitantes de los pueblos de Atzitzintla y Texmalaquilla, los asentamientos más elevados en el volcán. Y también por allí han pasado más de 400 estudiantes de la ciudad de México, Puebla, Tlaxcala y Veracruz. "Aquí se están preparando ya científicos de todo el país, y del mundo. Estamos ya en las grandes ligas", dice Méndez Palma, mientras recorre el lugar del mayor proyecto científico del país.

Para Macario, a cargo de las relaciones con las más de 20 compañías mexicanas que participan en el proyecto, el trabajo ha sido extraordinario. Todos hemos aprendido nuevas técnicas y estamos muy capacitados, dice. Es fantástico. No creo que vayamos a hacer otra obra así en el país.

 
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