Usted está aquí: jueves 14 de abril de 2005 Opinión El moño prohibido

Editorial

El moño prohibido

Ayer, en el contexto de la clausura del 30 Tianguis Turístico, realizado en Acapulco, integrantes del Estado Mayor Presidencial impidieron el acceso al Centro de Convenciones de ese puerto a funcionarios, legisladores y asistentes que portaran el moño tricolor que representa el rechazo al desafuero del gobernante capitalino Andrés Manuel López Obrador. Tal vez haya sido, ojalá, un detalle insignificante, un pequeño abuso de poder de algún funcionario de bajo rango, celoso por quedar bien con sus superiores e ignorante de los derechos ciudadanos. Pero el gesto podría ser indicativo de la creciente falta de voluntad de las autoridades federales para percibir el vasto descontento político que se incrementa día a día ante una Presidencia que, por decisión propia, se colocó hace mucho tiempo en un momento de declinación.

Debe reconocerse que hasta ahora, y desde el día de su toma de posesión, el presidente Vicente Fox, en lo personal, no ha adoptado posturas represivas o censoras ante las muchas muestras de descontento ciudadano que le ha tocado escuchar por las más diversas razones y en numerosos actos públicos en los que se ha hecho presente. Pero es cierto también que el desdén, apenas disfrazado de tolerancia, con que el gobierno federal recibe las expresiones de malestar y enojo por sus propios fallos, omisiones y transgresiones obliga a recordar la ya clásica fórmula despótica del salinismo: "Ni los veo ni los oigo".

El grupo en el poder ha mostrado, a lo largo de la presente administración, una alarmante tendencia a negar las realidades cuando se apartan de las fantasías oficiales. Con esa práctica como antecedente, cabe preguntarse hasta qué grado el gobierno se cree a sí mismo cuando filtra a la prensa sus cálculos sobre un rápido desgaste y cansancio del movimiento político y social en contra del desafuero de López Obrador. Y es que en este tema, como en casi todos los otros, los hechos se muestran tercamente contrarios a las proyecciones del Ejecutivo federal, y el movimiento referido empieza a prender, en forma lenta pero consistente y creciente, en los más diversos rincones del país.

Por lo pronto, los líderes máximos de la coalición de facto que gobierna (foxismo-salinismo-priísmo-panismo) pusieron oídos sordos al mensaje social que les fue enviado desde el Zócalo capitalino el jueves 7 de abril por cientos de miles de ciudadanos exasperados ante el uso faccioso, patrimonialista y selectivo de los órganos de justicia. Si, para colmo, sus subordinados pretenden esconder expresiones respetuosas pero inequívocas de descontento, como el moño tricolor en las solapas de algunos asistentes al acto referido en Acapulco, la insensibilidad oficial puede avanzar hacia la incomunicación total entre el foxismo gobernante y los vastos sectores sociales que le exigen rectificaciones económicas y políticas urgentes y de obvia pertinencia.

Finalmente, y por lo que hace al pequeño acto de represión y censura cometido ayer en Acapulco por el Estado Mayor Presidencial, resulta clara la necesidad de que el propio presidente Fox, en su calidad de jefe supremo de esa entidad militar, ofrezca a la sociedad una explicación, una rectificación y una disculpa por ese atropello, menor pero ominoso, a las libertades individuales. Porque hasta ahora no existe ninguna justificación legal ni reglamentaria para prohibir a cualquier ciudadano que porte los colores nacionales en la configuración que sea. ¿O estarán pensando ya en legislar la penalización del moño tricolor?

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.