Usted está aquí: jueves 14 de abril de 2005 Opinión LA MUESTRA

LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Un crimen inconfesable

EL RETO PRINCIPAL para la realizadora debutante Nicole Kassell fue llevar a la pantalla la obra teatral de Steven Fechter, The woodsman (El hombre del bosque), no tanto por la complejidad de su estructura dramática, sino por su manejo del tema de la pedofilia, ya no como un asunto de nota roja, sino como la exploración desprejuiciada de un conflicto moral. Cada aparición en el cine de este tema tabú ha provocado perplejidad, morbo o escándalo, desde la clásica Lolita, de Stanley Kubrick, hasta la perturbadora Felicidad, de Todd Solondz. De modo más fuerte que otros temas tabúes, como la homosexualidad o el incesto, la pedofilia suscita la indignación pública por involucrar a víctimas infantiles, incapaces de dar su consentimiento, u oponer resistencia efectiva, ante un ofrecimiento sexual, mismo que por dicha razón se vuelve acoso y abuso o, como lo prefieren los distribuidores de la cinta en México, "un crimen inconfesable".

EL TITULO ORIGINAL, The woodsman, remite explícitamente al cuento de hadas Caperucita roja y al leñador del bosque que abre en dos el cuerpo de la bestia, el lobo feroz, para rescatar de su interior a la niña seducida y devorada. Esta referencia fantástica se añade al tratamiento sicológico a que debe someterse el protagonista pedófilo para liberarse de su padecimiento y convertirse, como dice anhelarlo, en un "ser normal". Este paciente es Walter (Kevin Bacon), un ex presidiario de 45 años, que acaba de obtener una libertad condicional luego de 12 años de reclusión por acoso sexual a niñas menores. Su primer trabajo en un aserradero se vuelve un desastre al difundirse su identidad verdadera, y su vieja pulsión sexual empieza a ganar terreno en el momento mismo en que el protagonista apuesta todo a su difícil reinserción en la sociedad.

KEVIN BACON OFRECE una interpretación formidable como Walter, hombre nervioso y desconfiado, devorado por el remordimiento, incapaz de comprender las razones de su desequilibrio, e incapaz también de reivindicar su gusto, como sí lo hacía un padre de familia incestuoso y pedófilo en la cinta inglesa Priest (Sacerdote, 1994), de Antonia Bird. La directora Kassell no ha sido particularmente sutil en el trazo de personajes secundarios ni tampoco en la circunstancia de colocar la nueva vivienda de Walter justo frente a una escuela de niños. Una compañera de trabajo, secretaria afroamericana, lo expone, por despecho sexual, al escarnio colectivo, con lo que se vuelve una villana perfecta. Walter descubre luego las actividades de un pedófilo homosexual que sí posee toda la turbiedad y audacia que tanto trabajo cuesta a nuestro protagonista asumir cabalmente. El camino de redención de Walter pasa por la golpiza salvaje que debe propinarle a este pedófilo irredimible.

UN CRIMEN INCONFESABLE se vuelve un relato de venganzas y ajustes de cuentas, a un paso de caer en el sensacionalismo, hasta el momento en que un episodio clave rescata por completo a la cinta. Walter tiene un encuentro en un parque con Robin, una niña de 11 años (caperucita roja/bosque/lobo feroz), y en este momento, el más a intenso de la película, se juega todo el destino del protagonista. Es un momento de suspenso y de infinita ternura, que perturba al espectador por las transgresiones que llega a sugerir y por las zonas de oscuridad que recorre en pocos minutos.

KASSELL PRESENTA OTRO personaje vigoroso, Vickie (Kyra Sedgwick), colega de trabajo de Walter, enamorada de él ("No me escandalizo fácilmente"), consciente del infierno moral que éste padece, e instintivamente solidaria. Pese a las apariencias, Un crimen inconfesable es una película optimista, en la que el amor, la ternura infantil y el sicoanálisis, son herramientas de salvación y de perdón. La estupenda caracterización de Kevin Bacon añade, sin embargo, una complejidad mayor al protagonista, al punto que una vez restablecido el orden moral, el espectador bien puede preguntarse qué nueva sorpresa se puede ahora esperar de su conducta.

UN CRIMEN INCONFESABLE. Cineteca Nacional. Jueves 14: 12, 16, 18:30 y 21; viernes 15: 13, 16:30, 19 y 21:30 horas.

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