Usted está aquí: jueves 14 de abril de 2005 Opinión Estados Unidos y su segundona

Angel Guerra Cabrera

Estados Unidos y su segundona

La Unión Europea se unió al proyecto anticubano de Estados Unidos en la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la ONU. Mientras en la CDH no son objeto de escrutinio las masacres que cometió Estados Unidos en Irak y Afganistán ni las torturas practicadas por sus fuerzas armadas en las cárceles de esos países y en Guantánamo, Cuba es sentada en el banquillo de los acusados al que no concurren ni siquiera regímenes señalados por el Departamento de Estado estadunidense como graves violadores de los derechos humanos. Y es que, independientemente de las agudas pugnas entre Washington y el bloque europeo por controlar las fuentes de energía y los recursos humanos y naturales del tercer mundo, a ambos los une el hecho de que la supervivencia de sus sistemas económicos depende del saqueo y la explotación de los pueblos dependientes. De modo que la alteración de este status quo significaría el hundimiento del capitalismo imperialista a ambos lados del Atlántico. Ello es razón más que suficiente para que cierren filas cuando lo que está en juego es un ejemplo como el de Cuba, que señala un camino independiente de su dominación hacia la libertad y el desarrollo.

El capitalismo mercantilista de los imperios ibérico y ruso sirvió para el sometimiento de decenas de pueblos a la condición colonial y abrió el camino para que Gran Bretaña, Francia y Holanda -primeros beneficiarios de la revolución industrial- usufructuaran más tarde los despojos de aquellos viejos imperios. El nuevo sistema imperialista experimentó una expansión entre finales del siglo XIX y principios del XX que lo llevó a tener en sus manos el destino de la mayoría de los pueblos de la Tierra. Unicamente el triunfo de la revolución rusa de octubre pudo impedir que esta empresa se consolidara en la casi totalidad del planeta. Estados Unidos emergió como la potencia capitalista con mayor vocación expansionista, de lo cual México fue la primera víctima al serle arrebatada la mitad de su territorio. Pero el proceso de ampliación económica y militar de Washington continuaría con el asalto de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Luego, con el corolario de Teodoro Roosevelt a la doctrina Monroe, seguirían continuas intervenciones militares estadunidenses en el Caribe y América Central, que junto a su empuje tecnológico y financiero le permitieron desplazar de América Latina al imperio británico.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa occidental y Japón quedaron en un plano de subordinación a Estados Unidos que, aunque ha sufrido fisuras, se mantiene hasta nuestros días. La transitoria oposición de Francia y Alemania a la guerra de Irak es ya historia y Europa se ha resignado al papel de segundona en la "reconstrucción" del país árabe. Lo cierto es que las contradicciones entre los imperialistas yanquis y europeos no han bastado para que estos últimos diseñen una política exterior propia, apartada de los intereses de Washington. Tanto Europa como Estados Unidos deben su desarrollo al subdesarrollo de los pueblos dependientes. Ambos se beneficiaron de los inmensos recursos procedentes del tráfico de esclavos y del saqueo de los pueblos oprimidos sin los cuales la revolución industrial no habría sido posible. Estos beneficios se han incrementado exponencialmente en los últimos 30 años con la deuda externa que el tercer mundo ha pagado ya siete veces y con las políticas neoliberales que lo han convertido en exportador neto de capitales hacia los centros metropolitanos.

En Ginebra, por consecuencia, tampoco se discutirá el auspicio y la generosa hospitalidad prodigada por el campeón mundial de la "lucha contra el terrorismo" a los terroristas de origen cubano que han cometido crímenes horrendos contra la isla desde hace más de cuatro décadas. Ahora ha trascendido que Estados Unidos ha acogido en su territorio y brindará asilo político a Luis Posada Carriles, el más repudiable y peligroso de estos personajes, aduciendo como excusa sus servicios en Vietnam y en la guerra sucia en América Central, donde fue uno de los protagonistas principales del Irán-contras. En su currículum destaca la voladura de un avión civil cubano con 73 pasajeros a bordo, numerosos atentados en Cuba y fuera de la isla contra ciudadanos e intereses cubanos e intentos de asesinar a Fidel Castro. Sin embargo, en la plácida ciudad suiza estos hechos no merecerán atención alguna de las potencias que se proclaman garantes del cumplimiento de los derechos humanos en el mundo.

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