Usted está aquí: jueves 14 de abril de 2005 Política Carta de Washington

Miguel Marín Bosch*

Carta de Washington

Hay muchas maneras de negociar un tratado multilateral. Por lo general, y a instancias de uno o varios países, alguna organización internacional decide que se discuta un tema concreto con miras a la elaboración de un documento que refleje el acuerdo al que se llegue. Dicha discusión y eventual negociación se encomienda a un reducido grupo de países o a la organización en pleno. Hace 15 días, por ejemplo, el comité encargado de redactar un tratado para evitar que armas nucleares caigan en manos de grupos terroristas concluyó su trabajo. En 1998 Rusia planteó el tema en Naciones Unidas en gran parte para contrarrestar las acusaciones y notas periodísticas que alegaban la desaparición de material fisionable tras el derrumbe de la Unión Soviética. Ahora el proyecto de tratado está siendo considerado por los 191 miembros de la ONU. De aprobarse, se convertirá en la decimotercera convención sobre terrorismo y la primera que se concluye después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Puede darse el caso de que no todos los miembros de una organización estén dispuestos a entablar una negociación sobre determinado asunto. Tal fue el caso de la Convención que prohíbe las minas antipersonas. La negociación no pudo llevarse a cabo dentro de la ONU y, por iniciativa del gobierno canadiense, se hizo en Ottawa.

En las cuestiones relativas al medio ambiente la experiencia ha sido un tanto distinta. En 1988 la Organización Mundial Meteorológica y el Programa de la ONU para el Medio Ambiente crearon el panel intergubernamental sobre cambio climático (PICC) en el que pueden participar todos los miembros de la ONU. El PICC contribuyó de manera directa en la negociación de la Convención marco sobre cambio climático, aprobada en la cumbre de Río de Janeiro en 1992, y su papel fue clave en la elaboración del protocolo a dicha convención, firmado en Kyoto en 1997. Dicho protocolo entró en vigor hace apenas dos meses. No todos los principales países industrializados lo han ratificado, pero ahí está.

El ejemplo del PICC quizás sea seguido, con una importante variante, en la búsqueda de una solución a la complicada cuestión del material fisionable --uranio altamente enriquecido (UAE) y plutonio- para armas nucleares u otros artefactos explosivos nucleares. En estos días nos hemos reunido en Washington un grupo de individuos interesados en el tema. Se trata de explorar la posibilidad de establecer un panel internacional sobre material fisionable. A diferencia del PICC, este panel no sería intergubernamental desde un principio. Quizás más adelante se podría interesar a algunos gobiernos e, inclusive, lograr que uno de ellos siga el ejemplo de Ottawa en el caso de las minas antipersonas.

Este grupo sobre material fisionable está encabezado por el profesor Frank von Hippel, de la Universidad de Princeton, y por José Goldemberg, físico nuclear brasileño que fue ministro de ciencia y tecnología de 1990 a 1992 en el gobierno del presidente Fernando Collor de Melo y ahora es el encargado del medio ambiente en el estado de Sao Paulo. Por ahora el grupo está integrado por media docena de ciudadanos de Estados Unidos y sendos nacionales de los siguientes países: Alemania, Noruega, Reino Unido, Rusia, Suecia, Corea del Sur, China, India, Israel, Japón, Pakistán, Brasil y México. Casi todos los miembros de este panel sobre material fisionable son científicos. Su composición tendrá que ajustarse, ya que aún no cuenta con un francés y quizás se tendrá que invitar a físicos de otros países, como Argentina y Canadá. El problema con los científicos de ciertos países es que muchos de los que saben no hablan y algunos de los que hablan no saben.

¿Qué pretende este grupo y cuál es la importancia del tema? En el mundo hay mucho material fisionable que se utiliza tanto para fabricar armas como con fines pacíficos, en reactores de investigación, centrales nucleares que generan electricidad y combustible para ciertos submarinos. Se calcula que en el planeta hay unas 2 mil 400 toneladas de UAE y plutonio. Con esa cantidad se podrían fabricar unas 200 mil armas nucleares. Y 80 por ciento está en manos de Estados Unidos y Rusia. Casi todo el resto está en países que po-seen armas nucleares. Pero también hay mucho en naciones altamente industrializadas como Japón. Además, desde hace medio siglo Estados Unidos ha prestado o vendido unos 17 mil kilos de UAE a decenas de países dentro del programa de usos pacíficos de la energía nuclear. Pero sólo ha logrado la devolución de menos de 3 mil kilos. Mucho de ese material se traspasó a países de Europa occidental y aliados militares. Pero la mitad sigue en manos de países como Irán, Israel, Jamai-ca, México, Pakistán y Sudáfrica. Cabe recordar que con apenas 10 kilos de material fisionable se puede fabricar una bomba nuclear.

Hace más de una década que la ONU viene insistiendo en la negociación de un tratado "no discriminatorio, multilateral y verificable internacional y efectivamente por el que se prohíba la producción de material fisionable para armas nucleares u otros artefactos explosivos nucleares". Un problema con esa propuesta es que se trata de prohibir la producción futura de ese material. Países como India, Israel y Pakistán quieren seguir produciéndolo para incrementar sus arsenales nucleares. En cambio, hace tiempo que las principales potencias nucleares dejaron de producirlo y, por ende, quisieran que los demás hicieran lo propio. Otro problema es que la administración del presidente George W. Bush ha decidido que el cumplimiento del tratado no podría verificarse y ha perdido interés en la materia.

La tarea del panel sobre material fisionable será complicada.

A la memoria de Ruth Adams, tenaz luchadora contra el armamentismo.

* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y presidente de Desarmex, AC

 
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