Usted está aquí: jueves 31 de marzo de 2005 Opinión Hillary maromera

Miguel Marín Bosch*

Hillary maromera

El pasado 2 de noviembre, poco después de que el senador John Kerry reconoció su derrota, Hillary Rodham Clinton decidió buscar la postulación del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales estadunidenses en 2008. Pero algo extraño le está pasando a la senadora por el estado de Nueva York en su camino hacia la Casa Blanca. Parece que ha decidido dejar de lado o, cuando menos, matizar sus posiciones en temas políticos y sociales. Dicho de otra manera, se está convirtiendo en maromera.

En 1992 su marido, Bill Clinton, se coló a la Casa Blanca en unas elecciones en las que muchos otros y mejor conocidos demócratas prefirieron no competir dado que la popularidad del presidente George Bush (padre) casi le aseguraba la relección. Pues bien, Clinton llegó a la presidencia por dos razones principales. Primero, un tercer candidato espontáneo (Ross Perot) le restó muchos votos a Bush. Segundo, Clinton fue adaptando su mensaje centrista a las inquietudes de un electorado que ya había expresado su opinión acerca de los candidatos demócratas tradicionales, como Mondale en 1984 y Dukakis en 1988. Y la primera de esas inquietudes se resumió en la frase célebre de su campaña: se trata de la economía, estúpido. En efecto, la popularidad que Bush padre había alcanzado a causa de la victoria sobre Irak, en la que fue la primera guerra del golfo Pérsico, se fue esfumando ante los planteamientos de Clinton (y también de Perot) en aquellos temas que afectaban el bolsillo de los votantes.

En 1996 Clinton volvió a ganar con una plataforma centrista. Los viejos demócratas no estuvieron muy contentos, pero otros políticos, en otros continentes, empezaron a imitarlo. Tal fue el caso de Tony Blair y su New Labour, que se proclamó la "tercera vía". Así ganó en las elecciones de 1997 y 2001. Veremos si repite este año pese a las profundas divisiones en su partido a causa de la invasión de Irak y sus secuelas. Kerry también jugó la carta centrista en muchos temas y no le fue muy bien. Ahora es el turno de Hillary Clinton. Y hay que ver lo que está haciendo.

En los primeros meses de este año la senadora Clinton ha viajado por Estados Unidos pronunciando discurso tras discurso. Sus planteamientos reflejan lo que muchos comentaristas consideran una actitud más conservadora del electorado. Para no pocos demócratas, el triunfo de Bush en gran parte fue el resultado de un creciente activismo de lo que suele llamarse la derecha religiosa. Para otros se debió más bien a lo confuso del mensaje sociopolítico de Kerry y a su mimetismo de Bush en cuanto a Irak. Estos últimos suelen ser seguidores de Howard Dean, el ex precandidato y ahora presidente del Partido Demócrata.

No cabe duda de que la religión y los valores morales pesaron mucho en las elecciones de 2004. Y ésas son las cuestiones que la senadora Clinton suele abordar en sus discursos. A menudo se refiere a Dios, la fe, la importancia de orar y la necesidad de ser más tolerante con las personas que se oponen al aborto y a los matrimonios gays debido a sus creencias. En una ocasión dijo que había pasado buena parte de su vida analizando cuestiones religiosas. En otra, insistió en que sería un flaco servicio hacer caso omiso a que muchos estadunidenses acudieron a las urnas debido a su oposición a los matrimonios gays. La gente -dijo- tiene sentimientos muy profundos.

Hace poco Hillary Clinton reveló que a menudo le preguntan si suele rezar. Su respuesta es que se crió en una familia metodista que rezaba y aprendió sus oraciones desde muy pequeña. Luego agrega algo que sólo se puede comprender a la luz de las infidelidades de su marido: "de no haber sido una persona que rezaba antes de llegar a la Casa Blanca, sin duda me hubiera convertido en una".

Los críticos de la senadora la tildan de oportunista, empeñada en adaptar su plataforma política a los sentimientos religiosos de la mayoría del electorado. Los políticos más conservadores han sido particularmente duros con ella.

Según sus amigos, Hillary Clinton siempre ha sido una persona muy religiosa. En efecto, creció en el seno de una familia muy creyente. En Little Rock, Arkansas, donde su marido inició su carrera política, enseñó en las escuelas dominicales. El problema es que su discurso había sido otro, más liberal y progresista, sobre todo en temas sociales.

Pero hay que recordar que ya en 2000, como candidata en Nueva York al Senado de Estados Unidos, dio muestras de lo que eufemísticamente se podría catalogar de flexibilidad política. Años antes había sido una defensora de la independencia e integridad territorial de Palestina. Pero durante su campaña cambió de canción y empezó a criticar a los palestinos y a defender las acciones del gobierno israelí en los territorios ocupados. En esa misma campaña habló poco del tema del aborto, en torno al cual no hay mucha división en Nueva York. En cambio ahora insiste en que hay que buscar una posición intermedia entre los que defienden el derecho al aborto y los que lo quieren prohibir.

Falta mucho para las elecciones presidenciales de 2008, pero Hillary Clinton ya está en campaña. Será interesante ver qué ideas manejará en su intento de relección al Senado en 2006. Para entonces ya se habrá dado la batalla para ver el tipo de partido que quieren los demócratas. Si esa decisión se la dejan a Howard Dean, será un partido muy distinto al que ahora está propugnando la senadora.

La segunda acepción del vocablo maromero es "político astuto que varía de opinión o partido según las circunstancias". ¿Astuto?

*Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y presidente de Desarmex, AC

 
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